A raíz de las puntualizaciones de mis amigos Nani, Nacho yPedro, de las aportaciones de Alfonso Méndiz y Vicente Huerta, y bajo elestupor de las 20.000 visitas que ha tenido mi anterior artículo, aclaro losiguiente.
1. Tomé la tristísima muerte de Whitney Houston comoocasión para criticar la difusión deun estilo de “vida” que algunas modas culturales, mediáticas e industriales–pues no es poco negocio- se empeñan en aprovechar.
2. Fue apresurado y poco delicado por mi parte conectar demodo tan directo esa crítica con el triste suceso. Queriendo criticar unatendencia, me olvidé de la persona. Y eso no está bien.
3. Los hechos son los hechos: los que dieron al traste conla carrera profesional y la felicidad personal de Withney Houston. Pero tambiénhabía más hechos, que en el momento de la escritura no consideré: que WH habíainiciado un proceso de regeneración profesional y espiritual. Y esto se puedever aquí y aquí.
4. No me espero a conocer los datos de la autopsia paraescribir lo siguiente: tanto si se demuestra que se desmayó o asfixió en labañera; como si hubo una funesta reacción por ingestión de calmantes; o sihabía estado consumiendo droga antes o en aquel momento; o incluso si se tratóde una inducción voluntaria de la propia muerte… ¿qué? Un mal momento, unarecaída, un borrón en la escritura vital podemos tenerlo cualquiera. Lodefinitivo para mí, el hecho que pesa de verdad, es que había un proceso deregeneración en marcha; que había habido un punto y aparte; un esfuerzo porescribir de un modo nuevo y noble la historia personal, un nuevo comienzo, ydesde ahí releer lo ya vivido/escrito. Y además, había alguien, su madre,apoyando esa (re)escritura espiritual con la oración, con ese poder vehementeque solo las madres tienen.
5. En la guerra, una buena campaña se puede perder en laúltima batalla; y una mala campaña —como lo que comentaba Churchill— se puedeganar en una sola batalla, que será la última. Pero en la vida de una persona,¿dónde y cuándo, bajo qué condiciones de conciencia y voluntad, tenemos certezade que se ha dado esa batalla, nosotros, simples testigos del otro? Imposiblesaberlo. ¿Y quién conoce la bitácora del alma al roce de los días? Nadie. Nisiquiera de uno mismo, uno lo sabe todo. Aunque sí me atrevo a señalar a alguien:el que mire con profunda atención, implicado y con piedad, ese podrá ver algo, y algo muy auténtico. Si hay un lugar literario donde se puede aprenderesto, para mí fue Anna Karenina, deLeon Tolstoi.
6. Solo hay cadáveres bonitos para unos ojos desesperanzados,morbosos o antropófagos. Morir joven va contra las convicciones más elementalesde lo que las mejores culturas nos han enseñado a lo largo de la historia.Vivir deprisa, sencillamente, es no vivir. Hola, esto es lo que hay