Revista Diario

Seis meses intentando dar esquinazo

Por Mamareciente
Este año empezamos muy bien en la guarde, salvando todo el otoño sin un solo catarro del Chiquinini. Demasiado bonito para ser verdad. Cuando llegó diciembre se acabó lo que se daba, y el peque ha caído desde entonces del orden de una vez al mes. Y precisamente empezó cuando nació la Chiquinina, así que cuando me contagiaba yo también de la tos y los mocos de turno, como tenía, literalmente, más miedo que vergüenza, confieso que andaba por casa con mascarilla y lavándome las manos veinte veces al día, para no contagiárselo a la Chiquinina, que acababa de nacer y me daba pánico que se pusiera malita. Lo de la mascarilla era para verlo, menuda estampa.

Este invierno por la clase del Chiquinini han pasado entre otros indeseables la escarlatina y un tal “virus boca-mano-pie”. Con la escarlatina le pusimos en cuarentena, dejándole en casa un par de semanitas. Hasta ahí llega mi histerismo maternal; no tanto por él, como por su hermana, que solo tenía dos meses. Además yo no trabajaba y podía dejarle en casa.El caso es que Chiquinini no se puso malito en su primer año de vida hasta los nueve meses, que pilló un catarrazo, y después con once meses tuvo una otitis ( cómo lloraba el pobre). Después de eso no volvió a caer de nuevo hasta los 18 meses, que fue cuando empezó la guardería y eso es para escribir a parte porque fue tremendo…. cuesta abajo y sin freno. Lo del intercambio de virus y bacterias en las guardes/coles es impresionante. Algo se debió inmunizar ( por las malas, claro) porque este año aunque se ha puesto malito muchas veces no ha llegado a ser tan horrible como el primero.Pero antes de entrar en la guarde, el primer año y medio de vida, no le fue mal en cuanto a catarros y demás.

En cambio la pobre Chiquinina ha tenido que sufrir ya en sus carnes la congestión, los mocos, la tos y la fiebre. Les ha venido dando esquinazo a los virus durante casi seis meses, pero ya no ha podido resistirse más. Con la insistencia de los bichos por pasearse por casa por un lado, y el paso de los meses por otro - que también una se va relajando en las excentricidades tipo mascarilla al ver que la niña es más persona, parece menos frágil y se convierte en un bebé mofletudo que hace gorgoritos- al final los impresentables la han pillado.
Así que ahí está mi pobrecita sufriendo. Espero que se quede en nada y esté bien pronto, aunque yo me sigo poniendo igual de nerviosa que siempre y hasta que no la vea estupenda no voy a estar tranquila. Esto va de serie con el hecho de ser madre.Y por solidaridad maternal me he pillado un trancazo yo también.

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