Ayer se cumplieron 50 años de aquel bloody sunday del 7 de marzo de 1965, cuando la policía de Selma (Alabama) reprimió violentamente el primer intento de marcha pacífica que convocó Martin Luther King, para reclamar que el acceso al voto de la población negra fuese una realidad. Los 600 manifestantes pretendían llegar hasta Montgomery, sede del gobierno del Estado de Alabama, y no pudieron pasar del puente Edmund Pettus, a pocos kilómetros del centro de la ciudad.
Coincidiendo con ese aniversario, el pasado viernes se estrenó en España “Selma”, una película dirigida por la afroamericana Ava DuVernay, con guión del debutante Paul Webb y de la propia directora. El filme comienza recreando la concesión del Nobel de la Paz de 1964 a Martin Luther King, encarnado por un excelente David Oyelowo. El premio era un reconocimiento a la intensa labor de King, pastor baptista, en pro de los derechos civiles de los negros desde una década antes.
A este inicio le siguen dos escenas significativas: el recuerdo del miserable atentado perpetrado por el Ku Klux Klan el domingo 15 de septiembre de 1963 en una iglesia de Birmingham (Alabama), que causó la muerte de cuatro niñas negras e hirió a otros 22 niños; y una llamada de King a su amiga Mahalia Jackson para que le cante por teléfono “Take My Hand, Precious Lord”. Ésta era la canción favorita de King, y en más de una ocasión llamó a la artista para que oírsela cantar. (Para los aficionados al gospel, aquí puede verse a Mahalia Jackson cantando en vivo esta famosa canción).
Son escenas relevantes porque dan a conocer al espectador el estado de ánimo del protagonista: indignación, conciencia de su deber de continuar la lucha, cansancio y necesidad de la ayuda de Dios. A esta situación interior se suma la preocupación de King por mantener la unidad familiar, seriamente dañada por sus ausencias y –sugiere el guión– por algunas debilidades en el terreno afectivo.
La película ha contado con un magnífico reparto (Tom Wilkinson, Tim Roth, Giovanni Ribisi, Cuba Gooding Jr., Carmen Ejogo…, además del mencionado Oyelowo) y ha sido coproducida por Brad Pitt y Oprah Winfrey, que se reserva un breve pero elocuente papel.
La cinta fue bien acogida por la crítica estadounidense y logró ser nominada al Oscar como mejor película. Finalmente sólo obtuvo el premio a la mejor canción, la estupenda “Glory” de John Legend, que vale la pena oír en el siguiente videoclip con imágenes del filme:
La resonancia en Europa de la película ha sido mucho menor; por un lado, porque la historia nos afecta menos que al pueblo norteamericano y, por otro, debido a una puesta en escena que no pasa de correcta y que sólo brilla en las escenas de masas. Además, se le puede reprochar un tono excesivamente discursivo y un metraje que se alarga a los 123 minutos.
No obstante, se trata de una cinta instructiva e interesante, que ayuda a entender mejor las motivaciones de King (nacido en Atlanta el 15 de enero de 1929 y asesinado en Memphis el 4 de abril de 1968) y unos hechos quizá someramente conocidos. Los conflictos internos del protagonista, los amagos de división entre sus partidarios, su relación con el presidente Lyndon B. Johnson, la interferencia del FBI de J. Edgar Hoover, y la colaboración que prestaron a su causa católicos y cristianos negros y blancos de diversas confesiones, son algunos de los alicientes para recomendar un filme que contenía elementos para ser mejor.
Juan Jesús de Cózar