Séneca, la fragua de vulcano y saturno devorando a su hijo

Los españoles somos muy de Séneca. Yo que sé por qué. Pero nuestra historia escrita y vivida está llena de esa melancólica laxitud hacia existencia que sólo se entiende en nuestro país. También la hemos exportado como buenos colonialistas que hemos sido, pero diluida en pequeñas dosis de filosofía autóctona. El mundo se construye en "fragua de Vulcano". No sé por qué buscamos en el presente cuando todo está en pasado y el futuro. Estamos llegando casi al final de nuestra primera temporada. Este blog siempre ha tenido un plan, un plan ecléctico, pero un plan al fin y al cabo. Como se dice en ajedrez, mejor un mal plan a no tener ninguno. Iba por Séneca y los sureños. Parece como si el calor guiara los pensamientos hacia ese "carpe diem" mal entendido de la Edad Media, cuando la peste arrasaba como si de verdad hubiera sido un castigo de Dios. Paparruchas. Encontré entre el polvo de los restos de mis desván de los miedos y traumas algo de Séneca, y estaba junto a "Saturno devorando a su hijo". Tampoco sé por qué.

SÉNECA 4 a.C  45 d.C.
Vivís como si la vida tuviera que durar siempre; nunca se os ocurre pensar en vuestra caducidad; no observáis cuanto tiempo ha transcurrido ya, y vais perdiéndolo como si fuera algo sobrado y abundante, siendo así que aquel mismo día que dedicáis a este hombre o a este asunto es el último de vuestra vida. Como mortales lo teméis todo, pero todo lo deseáis como si hubierais de ser inmortales. Oirás a la mayoría decir: "A los cincuenta años me retiraré a descansar; a los sesenta renunciaré a mis cargos". ¿Y qué garantías tenéis de que vais a vivir tanto? ¿No te avergüenza no guardar para ti sino los despojos de tu vida y no destinar al cultivo del espíritu más tiempo que el que ya no vale para nada? ¿No es demasiado tarde para empezar a vivir cuando ya hay que dejar la vida?