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Septiembre. Donde todo acaba, todo continúa y todo comienza al mismo tiempo.
Se llenan los gimnasios, las clases de zumba y spinning, los cursos de inglés, las mesas de oficina, la cafetería de la facultad, el reencuentro en las aulas de colegio.Se llenan de gente las papelerías. También fue un septiembre cuando conocí a Los Madison y su canción Ropa nueva que ahora escucho en bucle.
Nos llenamos de espíritu emprendedor y buenas intenciones. Yo la primera.Esto es lo bueno de este mes: la vida sana, el “empezar de cero” aunque la mayoría de las veces solo nos dure un septiembre.
Empiezan las clases pero también las Fiestas de mi ciudad de acogida. Salamanca se llena de universitarios que pasamos las tardes (y las noches) de caseta en caseta probando los mejores pinchos de la ciudad. Con conciertos como el de Hombres G y La Unión el próximo viernes día 12 en la Plaza Mayor.
Septiembre. Begin Again
Continúa el buen tiempo, las terrazas, los días largos y aún queda algo del moreno que tantas horas hemos trabajado en alguna playa.Recuerdo el artículo con el que se estrenó El guardián entre el centeno en la revista ELLE.
Las chicas de septiembre van por la calle pisando con seguridad, decididas, llenando las terrazas de colores y siempre con más planes por hacer que horas tiene el día ( y la noche). Apuntando nuevos libros, bailando las canciones que han descubierto en verano o comentando el último capítulo de The Newsroom mientras devoran un plato exótico de ese nuevo restaurante que les han recomendado. Las chicas de septiembre son como ese punto mágico del estrecho de Gibraltar donde se juntan dos aguas saladas. Son las aguas del verano que se va y las de esta nueva temporada que llega. Y, sin que te des cuenta, te dejas arrastrar por su corriente
Se acabaron los días de no hacer nada, dormir sin despertador, las mañanas de sofá, las tardes de playa, salir entre semana sin mirar el reloj. Se acabó, igual que se acabó Ojalá estuvieras aquí de Francesc Miralles, La luz de Candela o Cosas que los nietos deberían saber, una autobiografía que me pareció preciosa.
Y para que Volver a empezar sea más llevadero fue en septiembre cuando empezamos a organizar un viaje a Lisboa, cuando renovamos el armario, cuando empecé El penúltimo sueño de Ángela Becerra, cuando nos dimos cuenta de que ya éramos casi-farmacéuticas y de que el final está a la vuelta de la esquina.
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