Revista Ilustración
Que la tristeza y la alegría viajan en el mismo tren Fito y Fitipaldis Abrir Photoshop y trucar las fotos, una a una,
paleta de colores ambigua,
entre tonos sepia y efectos prefabricados de Instagram,
que nos hacen creer fotógrafos,
profesionales del arte,
del ingenuo juego de creer en la ingenuidad de los otros,
los cambios y las superposiciones.
Sé que has pisado estos raíles antes
y tú sabes que esa carretera una vez fue mía,
con BSO incluida, con cerveza motera
como parte de un menú de rock y billares,
mi nombre escrito en los luminosos
horterasde la puerta.
Los programas informáticos
están cargados de errores
y el píxelya no es perfecto
para los trucos de magia.
Por eso no aparecemos en las postales,
ni en las líneas amarillas del suelo:
amnésicas tarjetas de memoria,
inservibles cámaras de 8,4 mpx:
palabras deconstruidas sobre la lentitud de la saliva
o la perpetuidad de la imagen.
Sólo la anécdota puede salvarnos del desánimo
El pasado delante de nuestros ojos
y todo el futuro escrito en el tablón de horarios
de la vieja estación semiabandonada:
Miles de historias sobre los muros.
Añadimos la nuestra
con el fuego de las miradas sinceras.
Un tren de ida. Otro de vuelta.