Serie blanca #3 - garcía calvo y el paso fronterizo

Arizona o Halloween,
un punto miserable en un GPS sin cobertura,
el egoísmo de tristes ancianas
que vigilan sus calabazas
desde el porche de la casa,
escopeta de dos cañones
y una mecedora desafía a los extranjeros.
Necesitará más de dos cañones
y quizá tres balas
para acabar con nosotros,
dijiste.
La noche de los lobos y el ocaso,
carne a la brasa sobre vino de la tierra,
las raíces del hombre,
la catarsis democrática del adiós,
estrellas o el flash de estas fotos
con un viejo móvil.
Hemos necesitado traspasar el oxígeno,
pulir el borde acelerado de los neumáticos
para volver a ser nosotros,
el río sin caudal cayendo del norte,
de Europa,
sobre este Portugal desvalido
y tenue.
La vida no es más sencilla aquí,
pero los días se cuentan por días
y la resurrección parece más efectiva:
el frescor de Super Bock,
el póster del Benfica
y la conversación amigable sobre
la desidia de esta frontera inservible.
No he pensado en el regreso,
sólo en la escopeta,
en el egoísmo de quien nunca tuvo nada.
La subvención repentina.
Cariño, salgo fuera a ver las estrellas.
Y el olvido.