Foto de Elliot Erwin
sonará esa canción que los dos nos sabemos
Nacho Vegas
Cargo las balas de Ibuprofeno
en vaso ancho,
en medio del diluvio que asola nuestras costas.
Puede que salgamos en el telediario
o en Youtube,
pero estoy seguro de que saldremos en alguna parte.
Todos quieren conocer nuestra historia,
creer en las mentiras que hacen posibles los sueños,
reivindicar el amor -el suyo-
y olvidar a aquella chica que se marchó para siempre.
Olvidar y reconstruir,
el lento proceso por el que nos señalan en el camerino;
no es este beso místico y relajado
sobre los adoquines de la Plaza del Ayuntamiento,
no es el crucero de lujo estacionado en doble fila
ni las miradas de los turistas holandeses
cargadas de envidia y fútbol,
que casi siempre es lo mismo.
Es nuestra historia kilométrica la que les seduce.
No miran nuestros labios ni la perseverancia de las manos,
caricias nocturnas al calor del espectáculo,
solo comprueban que el concepto,
la preconcebida idea que sobre la vida han levantado
tiene sentido.
Y es real.
Y cuando las palabras dejen de servir de llave
para acceder al artista y hacer la foto,
alquilaremos el escenario
para que el mundo siga creyendo en la belleza,
en el otoño
y en la radicalidad azul y necesaria.
La fe, en el fondo, es importante:
explica los actos inexplicables.