Serie roja #5

pidió champagne a la 308 y se colgó un diamante Quique González Tetris.
Música rusa para revoluciones postsoviéticas.
Nuestra plaza roja es ahora blanca.
Al fondo el agua. Y encima.
Llueve
lentamente sobre los cactus secos de la escalera
y odiamos el comunismo
porque un hotel no entiende camaradas,
es un juego de propinas, servicio de habitaciones
y un chaval que te sube las maletas
mientras ofrece su conversación amigable,
tics vocales repetidos una y otra vez
en cualquier idioma imaginable.
Habitaciones pares a este lado del pasillo,
salida de emergencia
y fuego cruzado de extintores colgados
en las paredes puras,
limpias.
Dentro el cava. 15’95 la botella. La segunda.
a la primera invita la casa
como síntoma de buena voluntad,
de entendimiento rápido y fiel,
de camareros y toallas para salir de la ducha,
recoger el dorado líquido de las palabras calientes
y sentarnos en la terraza a ver pasar el día
el mes
el año
la vida
Esa que, unas horas antes, te he servido en bandeja de plata.
Como la cubitera de hielo
donde aguarda el próximo trago.
Nunca el último.