No vinimos aquí a dormir,
Aspira fuerte el napalm Bunbury
afuera.
He cometido una y mil veces el mismo error,
la desconfiguración del sistema operativo,
el príncipe convertido en estúpido,
caricaturizado por dibujantes afilados.
Busqué la complicidad,
el gesto amable
y sólo obtuve los celos por respuesta,
la impagable levedad del ser,
el vacío.
Y después el miedo.
Luego nada. Techos coloniales a 4 metros,
espalda con espalda y smoke on the water
para desayunar a la sombra del apocalipsis.
Mañana será otro día
y puede que aprendamos a silbar
en lugar de acudir al 112
cuando la herida
se convierta en emergencia.