Revista Cine

Sherlock Holmes: a game of shadows

Publicado el 21 noviembre 2012 por Nacho_c

Hoy me apetece hablar de una secuencia que me impresionó bastante cuando la vi. De hecho me acuerdo de ella pero no de la película. Se trata de la secuencia del bosque de Sherlock Holmes: a game of shadows.

Es otra secuencia más de persecución, saltos, tiros y efectos especiales. De esas que, en las malas películas, sabes que toca porque la gente espera ver eso y sabes que no va a aportar nada porque todavía no se puede acabar. O porque directamente ves que no lleva a ninguna parte, y cuando se acabe todo va a seguir igual. No aportan nada nuevo a la trama. Vale, esta es un poco así, los protas se escapan de donde quiera que estuvieran, pero está hecha de una manera diferente y no te preguntas hacia dónde va la película.

De repente estamos corriendo sobre tierra helada, olor a pólvora y pinos. Un árbol duro, como la secuencia, de corteza poco dada a las loas a su belleza y de hojas que pinchan; de ramas altas. Esto no es casual, limpia el cuadro para poder ver los proyectiles volar a toda velocidad, no nos impide con ramas bajas la visión de los protagonistas. Cuando el director quiere, ensucia la imagen con astillas que salen de los árboles y con tierra levantada del suelo. Y la única vez que necesita que unas ramas tiren a Sherlock Holmes lo consigue con un árbol caído.

El montaje es trepidante. Acelera y desacelera cuando lo necesita, cuando el frenesí nos impulsa hacia adelante aumenta la velocidad y la obturación para definir detalles y añadir crudeza a la imagen. Cuando quiere que veamos algo en especial nos frena de repente y nos hace mirar donde quiere. Imita el ritmo de nuestro corazón en una situación de estrés en la vida real. Pasa de las 150 pulsaciones a la sensación de que se para, de que nos olvidamos de que tenemos algo a punto de estallar en el pecho.

Pero lo que nos mete muy de cerca en el personaje y la carrera son los planos laterales trackeados que consiguen que Robert Downey Jr. y Jude Law se mantengan, a toda velocidad, en el centro del cuadro. Saltan, caen, son disparados. Da igual, ahí estamos con ellos.

Está rodado en 35mm en combinación con Phantom (según he creído ver en el making of). Una cámara que es capaz de rodar a 1500 fps. Ralentiza el plano hasta mantener a alguien suspendido en el aire pero no es capaz de hacer ciertas cosas que vemos. Por ejemplo, un cambio de foco a un árbol en primer término que estalla a alta velocidad. Aquí el uso de las técnicas tradicionales de rodaje con la post bien planificada nos lleva un paso más allá.

Y por otro lado, tenemos a una serie de alemanes con un cañón de guerra disparando a través del bosque. Bestial, excesivo, fuera de lugar casi, pero así son las películas de acción. Además aquí nos enseña el mecanismo. Los planos detalle y el cambio de ritmo en el montaje nos muestra cómo funciona por dentro, ¿por estética? Puede ser. Pero también aporta toda la rudeza y brutalidad del metal, de los chasquidos, del fuego, del esfuerzo de los operarios, incluso distorsiona algún plano de ellos como si de esa manera imprimiera visualmente toda la maldad de su alma. Algo parecido a lo que hace Frank Miller con sus villanos.

La secuencia corre hacia su final, enfrentamiento de patadas y puños que el montaje convierte en épico lo que en el rodaje es pantomima. Y llegan al tren. Pero el MALO, el inteligente, cruel y despiadado malo, también es inmune a las balas, como el BUENO, y se levanta por última vez para dar su último latigazo cual Balrog en las minas de Moria contra Gandalf. Narrativamente es el mismo planteamiento.


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