"Un hombre dijo:
—El momento más grave de mi vida estuvo en la batalla del Marne cuando fui herido en el pecho.
Otro hombre dijo:
—El momento más grave de mi vida, ocurrió en un maremoto de Yokohama, del cual salvé milagrosamente, refugiado bajo el alero de una tienda de lacas.
Y otro hombre dijo:
—El momento más grave de mi vida acontece cuando duermo de día.
Y otro dijo:
—El momento más grave de mi vida ha estado en mi mayor soledad.
Y otro dijo:
—El momento más grave de mi vida fue mi prisión en una cárcel del Perú.
Y otro dijo:
—El momento más grave de mi vida es el haber sorprendido de perfil a mi padre.
Y el último hombre dijo:
—El momento más grave de mi vida no ha llegado todavía."
César Vallejo
A veces frente a los libros de autoayuda, prestos oferentes de soluciones casi mágicas, tantas veces colmados de obviedades, puede uno sentir cierto escepticismo: ¿habrá vivido el autor aquello que pretende tratar?, ¿será menester más que sola libresca erudición para erigirse en sanador?
Sherwin Nuland, norteamericano de origen judío, de ochenta años de edad, es autor de libros de diversa índole, algunos de los cuales podrían colectarse dentro de esa inmensa categoría de 'autoayuda', y que además han llegado a ser éxitos de ventas. Hace algún tiempo Nuland, quien es médico especialista en cirugía general y profesor de bioética en la Universidad de Yale, fue invitado a presentarse en el ágora de las muy renombradas conferencias TED. El tema que escogió Nuland no fue sobre alguna novedosa tecnología quirúrgica o su dilatada experiencia en el quirófano o algún refinado dilema bioético brillantemente resuelto. No. Nuland escogió exponer a la selecta audiencia el recuento de su experiencia como paciente psiquiátrico, su prolongado internamiento aquejado de profunda melancolía con prominentes síntomas obsesivos, y la terapia que recibió, en su momento salvífica, el electrochoque.
Nuland usa un lenguaje claro y accesible en su ponencia (los subtítulos en español, aunque salpicados de ciertos errores, hacen justicia a su gracejo) y conmueve a la audiencia con la descarnada descripción del mal que lo abatió cuando, en el pináculo de su carrera en la década de 1970, después de los 40 años de su edad, debió afrontar un divorcio y los estigmas de su dura niñez afloraron impíos, crudelísimos, desembocando en el estado depresivo severo que pudo tras larga cuita finalmente superar.
De ningún modo esta vivencia hace mejor a Nuland, a priori, como autor, ni lo beatifica. Ocioso es reiterarlo. Tampoco su testimonio impone punto final a la polémica pública sobre la terapia electroconvulsiva -podríamos enfrascarnos en una escaramuza de ejemplos y contraejemplos 'pro' y 'anti'- pero no es tal nuestro propósito -ni el de Nuland, seguramente-.
Tampoco apelamos a evidencias disectas, metaanalíticas y minuciosas sobre el electrochoque -que las hay, sin duda-. Pero nos parece que muy necesario es que aquellos líderes de opinión que han sufrido el fiero castigo de la enfermedad mental, desafíen el estigma pronunciando su palabra al respecto. Aquí Nuland lo hace no sólo ofreciéndonos la confesión de su depresión severa y hórrida, sino también comentando, abierto y desapasionado, el injustamente estigmatizado tratamiento que recibió. Y su manifiesto es valioso, visceral, intenso, digno de ser escuchado, atendido y divulgado.
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Equivocados anduvimos al creer expulgados suficientemente los archivos de TED. Debemos la noticia de este video a los amigos del blog 'Saltando Muros'. A ellos nuestro fraterno saludo.
Enlaces:
- Página electrónica original del video de Sherwin Nuland en TED.
- Varias entrevistas a Sherwin Nuland en Charlie Rose.com