Cantar es fácil.
La teoría es muy sencilla:
Tiene que pasar aire a través de tus cuerdas vocales para hacer que se generen las ondas de sonido.
Pero aunque esto no pueda ser más sencillo, hay veces en las que pienso que es más complicado que una ingeniería.
¿A qué se debe?
Me recuerda a un reloj, con todas esas piezas pequeñitas dentro, pero que se combinan entre sí para dar un resultado perfecto y preciso.
Y ese mecanismo lo tenemos de serie, ya que es el mismo mecanismo que utilizamos para comunicarnos entre nosotros, así que debería ser igual de perfecto y preciso en todos los humanos que no tengan ningún problema vocal de nacimiento.
La cuestión es que hay un elemento que hace imperfecto el canto y eso es precisamente lo que lo puede llegar a convertir en algo tan complicado: el elemento humano.
Nuestra condición de humanos consigue que, aunque cantar sea fácil, se convierta en algo difícil a veces.
Cuando cantar debería ser fácil pero tus defectos se vuelven contra ti
Cuando empiezas a cantar, el primer obstáculo que te encuentras por el camino, eres tú mismo.
Una de las cosas más importantes que tenemos que aprender ya no sólo los cantantes, sino los humanos en general de cara a aprender nuevas habilidades, es que nuestro cuerpo es un lastre para nuestra mente.
Y nuestra condición de humanos no nos lo pone fácil, porque tenemos unos pocos defectillos.
La impaciencia
En el canto lo sufres cuando intentas ir más rápido de lo que en ese momento puedes.
Piénsalo.
Es lo mismo que cuando empiezas a tocar un instrumento en el que utilices tus manos.
Al principio te sientes muy torpe.
Te da la sensación de que tus dedos son zanahorias que no eres capaz de controlar como quieres.
Poco a poco, tus dedos se dejan llevar por tu mente y lo haces casi sin pensar.
Con la voz pasa algo parecido, pero aún es más difícil, porque no ves esas zanahorias.
Puede que nuestra mente haya entendido la teoría perfectamente, pero a nuestro cuerpo le va a llevar su tiempo procesarla.
Conseguir que tu voz te responda lleva su tiempo: necesitas practicar.
Las ideas preconcebidas
Cuando en una persona ha arraigado una creencia, es muy difícil que desaparezca.
Esa creencia se convierte en algo más contra lo que luchar.
Hasta que no viene otra persona y te demuestra que esa creencia tuya era infundada no vas a salir de ahí.
Es como si yo ahora te dijera que los humanos podemos volar.
No me creerías.
Sin embargo si me vieras volar la cosa cambiaría, ¿no?
En canto hay muchas creencias que nos hacen quedarnos estancados.
La creencia de que no se puede aprender a cantar sin tener buena voz es un buen ejemplo.
Pero yo quiero ir más allá todavía, mirar más en tu interior como cantante.
Crees en tus límites tan ciegamente que eso te hace mucho más difícil conseguir superarlos.
Por ejemplo, puede que tengas unas notas iniciales y finales en las que encuadrar tu voz y estás convencido de que no vas a poder moverte fuera de ellas.
Pero debes saber que una de las virtudes de los seres humanos nos ha hecho evolucionar en la historia, el esfuerzo por superar nuestros propios límites.
La pereza
Los humanos somos un poco vagos a veces.
Llega el final del día y aunque sabes que tienes que hacer tus ejercicios de canto dejas que te venza la pereza y te pones a otra cosa.
Eso es un autosabotaje, porque tú quieres mejorar tu voz y sabes que necesitas practicar para conseguirlo.
Sin embargo dejas que te venza la pereza y no te pones a practicar.
Lo peor de todo es que haciendo algo que supuestamente te apetece hacer (cualquier otra cosa que no sean tus ejercicios de canto) acabas sintiéndote fatal contigo mismo.
La verdad es que no es nada justo, ¿verdad?
Pero en el mundo en el que vivimos, las cosas que queremos cuestan un esfuerzo.
Lo bonito es que ese esfuerzo nos hace valorar más esas cosas una vez las conseguimos y no sólo eso, sino que nos hace sentirnos orgullosos de nosotros mismos.
Vencer a la pereza es como si la mente venciera al cuerpo y eso siempre es una hazaña para los humanos.
Cantar es fácil si no lo haces difícil
Cantar es fácil, pero se convierte en difícil.
Los únicos culpables no son sólo nuestros defectos como humanos, sino que a veces también lo son nuestras virtudes.
Cabezonería
Para mí, ser cabezota es una virtud.
Significa que tienes muy claro lo que quieres y vas a por ello te cueste el esfuerzo que te cueste.
Es una virtud muy buena en lo referente al canto, porque gracias a ella vas a practicar día tras día y no vas a tirar la toalla cuando algo no te salga.
El problema viene cuando te aferras a algo que no funciona durante demasiado tiempo por culpa de la cabezonería.
Llevas un año con ese profesor y no avanzas, pero como eres un cabezota no lo dejas y te buscas a otro.
Llevas estudiando canto con un programa de entrenamiento vocal genérico de esos que venden por Internet, y tampoco obtienes resultados, pero como eres un cabezota no vas a contratar a un profesor.
Todas esas cosas harán que te quedes estancado y que cantar se convierta en algo más difícil de lo que debería ser.
Esfuerzo extra
Poner un empeño extra en todo lo que haces es algo buenísimo.
Inflarte de energía y volcarla en el canto también puede parecer algo positivo, pero muchas veces puede causar problemillas.
Querer hacer de más cuando la solución debería fluir sola puede llegar a ser un problema.
Es como intentar levantar una pluma con la misma fuerza con la que levantarías unas pesas de 50 kilos.
Y es que a veces se le nota en la cara a un estudiante de canto cuando está pensando demasiado y no se deja llevar.
Haciendo mucho más esfuerzo del que debería.
El canto es cuestión de sensaciones y la primera que se debe empezar a buscar es la facilidad.
A veces te causas tensiones innecesarias intentando controlar esos pequeños músculos que hay en tu interior cuando lo que deberías hacer para que la cosa funcione es relajarlos sin más.
Otras veces inspiras tanto aire para no quedarte sin, que lo que te acaba pasando es que necesitas deshacerte de él tan rápidamente que sale a toda presión y descontrolado.
Como ves, cantar no es tan fácil como se suponía que debía de ser.
Debería ser igual de fácil que hablar, algo que haces casi sin pensar, sin esfuerzo.
Nos vemos envueltos en una lucha feroz contra nosotros mismos para conseguirlo.
Pero no te agobies, porque aunque una máquina sería capaz de cantar de manera mucho más precisa que nosotros en mucho menos tiempo, lo que ninguna máquina podrá igualar nunca son nuestras vivencias y las cosas que ellas nos hacen sentir.
Poder transmitir esos sentimientos mientras cantamos una canción es algo exclusivamente humano y es lo que hace que la música sea algo tan bello.
Así que si consigues ganar la batalla contra ti mismo y aprendes a cantar, el resultado será algo único.
Si tú también luchas contra ti mismo para aprender a cantar, ¡deja de luchar!
Conviértete en tu aliado y en el mío, compartiendo este artículo.
Imagen: Algunos derechos reservados por Sergei Golyshev (very busy)