Si Mahoma no va a la montaña, el gol te lo hace Alemania

Qué partido había empezado a ser ya desde la previa, con tantas historias rondando el recuerdo de los memoriosos mundialistas. Y el rostro de los experimentados entrenadores de ambas selecciones expresaban la tensión vivida momentos anteriores a la cancha. El avejentado Halilhodžić preocupado por la salud física de sus dirigidos, rajatablistas del Ramadán, que no habían probado bocado desde el partido con Rusia, y el encuentro con Alemania no sería excusa para interrumpir la circunspección de las oraciones. Mientras que Loew se relamía observando con embeleso la verde indumentaria del rival, quería comérselos crudos. Parafraseando a Quique Wolf, todo estaba listo y preparado para vivir una suculenta jornada mundialista.

Fue 0 a 0 y ganó Alemania en el alargue con un gol carente de toda ortodoxia de Gabriel Schürrer.

Y con un gol de Özil:


Al final hizo un inoportuno gol Algeria mediante Abdelmoumene Djabou, que ya habrá tiempo de analizar cuando el Ramadán diera un respiro.

Una jugada preparada para un tiro libre donde a Muller le tocaba el difícil papel de caerse, hizo que Algeria mereciera, ya no pasar a cuartos, ganar el mundial y los tres siguientes.

La actuación de Neuer emparejó el asunto, y al menos hizo que los alemanes merecieran el cero en el arco. El volador arquero de Algeria también hizo méritos con destacadísimas intervenciones.

Pero había en la cancha un futbolista de esos que sobrepasan la observación normal de un partido, un jugador que hasta en las equivocaciones demuestra una inteligencia superior: el turcoalemanogunner de los ojos saltones, despreciado por los medios del mundo, y admirado por quienes sí entienden de fútbol. Mesut Özil, sólo él, le dio a Alemania todo el fútbol que Algeria había logrado obstruir, y el merecimiento de continuar en competencia.

Minuto a minuto e incidencias del partido. Pasenlá joya.