Revista Deportes

Sí pero no

Por Antoniodiaz
Ayer tocaba sesión de Juanpedritis, y por mucho que se anunciaran  Uceda Leal y Morenito, diestros de los que soy partidario, no estaba dispuesto a perder la tarde con otra juanpedrada -vista una, vistas todas-. Pero por si Aca -virtud premonitoria de todo aficionado, aunque sea malo como servidor- dejé grabándose a fuego lento la corrida, confiando en la suerte, que me iba a regalar una tarde libre de toros, que viendo como están saliendo las cosas ya es un descanso. Que se lo miren los de los colchones Pikolin, qué gran sketch publicitario poner al Rosco sesteando en el Siete sobre un colchón de pluma de ganso, con la cartelería de mano que anuncia las treintitantas tardes de Mini Feria de la Comunidad, San Isidro y Feria del Aniversario, colocada como almohada recogebabas. Esta cantidad ingente de festejos consecutivos, anodinos y repetitivos, no hay quien los aguante, ni quien los pague.
El caso es que, ¡piticlín piticlín!, recibo un telefonazo, de X, que está encantado con lo de Juan Pedro (qDg). No me habla de toros ni de toreros exactamente. En realidad no sé a que se refiere, no para de murmurar un espeluznante "algo está cambiando en los juanpedros".O sea, que entendido, a ver el festejo, enfermo de juanpedritis culpa de un ex-amigo ya a estas horas, que vió no se qué cualidades en los toros colonos jerezanos.
Para empezar, algo nuevo si que hay: anormalmente, por lo menos repasando los últimos años, la corrida está bien presentada, en su tipo, bajita y pelín anovillada, pero con dos grumias por delante. Muy astifina y con los pitones muy colocados, que no les recuerdo yo esas cabezas a esta ganadería en tiempo atrás. Primero y sexto, con más complicaciones, castita, de las frecuentes. Y un quinto, de nombre Jergoso, que tuvo mucho que torear, con embestidas francas y vibrantes. Además derribó un caballo con todo el equipo y empujó en la segunda vara. A los demás si que les podía adivinar el factor JP, con esa cansina embestida incapaz de emocionar a un tábano ajumao con sangre de ciclista. Y esto vale para los seis que se han corrido en la tarde: que ya no sean inválidos no quiere decir que de pronto, sean duros de patas. Siguen con las fuerzas bajo mínimos, necesitando grandes dosis de lidia moderna: cuidar, ayudar y medir. ¿Que puede ser el principio de un intento de cambio? No lo discuto, estos toros se han ganado tan mala fama que a pesar de ser bobos de solemnidad no los quieren ya ni las figuras. Pero, por ahora, a riesgo de perder la amistad de X, sigo pensando lo mismo que ayer, antier y al otro: esto de Juan Pedro es una basura pestilente.
Uceda Leal ha cortado una oreja, ni -ita, ni de peso, merced a una gran estocada y a una faena con muchos altibajos a un colaborador noble y sosainas, que le permitió poder sentirse muy a gusto, que se dice ahora. Por unos momentos, viendo el temple en las muñecas del madrileño, y esa embestida del bicho al ralentí, con su lengua fuera persiguiendo muleta, mis ojos vieron al mismísimo Arrojado en las Ventas, con su Manzanares delante. En el primero, me defraudó extraordianariamente Uceda, al verse sin ideas en su quehacer contra un amigo que lo único que tenía es una embestida diferente a lo que uno espera con ese hierro. Sesenta tardes en las Ventas del Espírtu Santo deberían de ser suficiente cátedra para deshacerse de esos trances con más oficio.
Juan Bautista está completamente fuera, apático, sin ilusión. ¿Quién es el que le pone a este hombre una pistola en la nuca para que se anuncie tantas tardes en posiciones de compromiso? Más delito aún tiene el que lo contrata y anuncia.
Morenito deberá de esperar otra oportunidad para dar el aldabonazo definitivo. En su primero no tuvo demasiadas opciones, aunque dejó toreo de capa aquilatado, y con el sexto podríamos decir que lo que valía para Uceda vale también para él. Con el toro que se sale un poquito del guión, cuesta más, mucho más. Demasiado.

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