Revista Cultura y Ocio

Siempre Onetti, Juan Carlos Onetti

Publicado el 29 noviembre 2023 por Kim Nguyen

Jorge Ruffinelli: ¿Si empezáramos por la infancia, para reconstruir su imagen? ¿Fue la suya una infancia feliz?

Onetti: Sí, fue una infancia feliz. Pero tal vez no exista ningún período de la vida tan profundamente personal, tan íntimo, tan mentiroso en el recuerdo como éste. Hay decenas de libros autobiográficos sobre el tema: la experiencia me ha enseñado a saltearlos. Ningún niño puede contarnos su paulatino y sorpresivo, desconcertante, maravilloso, repulsivo descubrimiento de su mundo particular. Dispongo de más adjetivos, espero que no sean necesarios. Y los adultos que lo han intentado —salvo cuando engañan con talento literario— padecen siempre de un exceso de perspectiva. El niño inapresable se diluye; lo reconstruyen con piezas difuntas, inconvincentes y chirriantes. En primer plano, inevitable, está siempre el rostro ajetreado del mayor, hombre o mujer. Yo fui un niño conversador, lector, y organizador de guerrillas a pedradas entre mi barrio y otros. Recuerdo que mis padres estaban enamorados. Él era un caballero y ella una dama esclavista del sur de Brasil.

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Juan Gelman: ¿Qué piensa de los libros que escribió?

Onetti: Mi problema es que no los he vuelto a leer. A veces los recorro, cuando me piden un curriculum, para no cometer un gaffe.

Juan Gelman: Pero, ¿qué siente de todo eso?

Onetti: Lo más importante que tengo sobre mis libros es una sensación de sinceridad. De haber sido siempre Onetti. De no haber usado nunca ningún truco, como hacen los porteños, o hacían cuando había plata y se lustraban los zapatos dos veces al día. O esa manía de grandeza de los porteños que siempre hablan de millones. Tengo la sensación de no haberme estafado a mí mismo ni a nadie, nunca. Todas las debilidades que se pueden encontrar en mis libros son debilidades mías y son auténticas debilidades.

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María Ester Gilio: Había pensado preguntarle su posición frente a la literatura comprometida.

Onetti: Creo que no hay más compromiso que el que uno acepta tácitamente cuando se pone a trabajar o a jugar. Es un compromiso con uno mismo. Se trata siempre de escribir lo mejor que nos sea posible; con total sinceridad, sin pensar nunca en los hipotéticos fulanos que van a leernos.

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Eduardo Galeano: Faulkner, quién sabe por qué decía en los reportajes que la inspiración no existe. Sólo la disciplina. Y Faulkner, o por lo menos su estilo, tiene influencia sobre Onetti. ¿Inspiración o disciplina, Onetti? ¿Le parece que Faulkner se daba cuerda, como un reloj?

Onetti: Mentiras, mentiras de Faulkner. Me consta que escribía borracho como una cuba, tirado en un granero. Y en el hospital de Memphis —Memphis, el pueblo de Faulkner—, tenía una cama reservada para él. Dos por tres le venían ataques de delirium tremens y cosas así. Como le digo, siempre tenían una cama lista. Y era un genio, Faulkner.

Imagen: ¿Posee usted un estilo que caracterice a su obra literaria?

Onetti: Creo que no, en el sentido literario. Digo esto por cuanto pienso que el estilo es el hombre mismo. Así como el hombre ante circunstancias diversas asume posiciones diversas y maneras de solucionar sus conflictos también diversos, de la misma manera ocurre con la literatura. El escritor debe enfrentarse a cada tema nuevo de una manera nueva. Los adioses no podía trabajarlo de la misma manera que trabajé Juntacadáveres. El tratamiento es siempre otro ante cada nueva creación.

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Alfonso Calderón: ¿Un consejo a los jóvenes escritores latinoamericanos?

Onetti: Como dijo alguien cuyo nombre lamento no recordar, los escritores se dividen en dos grandes categorías: los que quieren llegar a ser escritores y los que quieren escribir. Basta leer algunas de sus páginas para clasificarlos sin error. A los primeros les aconsejaría apurarse porque según mi amigo Lord Keynes —uno de los estadistas que más admiro— un “bun” se caracteriza por su breve duración relativa. Los segundos no necesitan ningún consejo.

Juan Carlos Onetti
«Asedio colectivo a Onetti»
*Extraído de “Cuadernos de Crisis”, publicado en Argentina en 1974.
Entrevista completa en Cuadernos del Tábano

Foto: Juan Carlos Onetti


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