Nora ha estado desaparecida durante tres meses, pero no sabe ni dónde ha estado ni con quién. Aunque su amnesia se prolonga más allá: no puede recordar nada de los últimos cinco meses; ni a la Mano Negra, ni el peligro que acecha su vida, ni siquiera a Patch. Mientras intenta poner su vida en orden descubre que su madre está saliendo con el padre de Marcie, y eso la asusta… aunque no sabe por qué. Con su memoria hecha trizas y todo el mundo eludiendo sus preguntas, incluso su mejor amiga Vee, ¿será capaz de recordar el pasado a tiempo para salvar la vida de los que ama?
Me da mucha rabia que se intenten estirar algunas historias que no dan más de sí; cuando eso ocurre, sucede que todo deja de tener sentido y que el lector se desencanta, y éste es precisamente el talón de Aquiles de esta saga. Casi la totalidad de este tercer libro gira en torno a Nora intentando recuperar su memoria, cosa que a los lectores nos pone los pelos de punta porque ya nos lo sabemos todo. Y vale que sufra amnesia, pero ¿a qué viene ese cambio total de personalidad? Todo lo bueno que Nora tenía en Hush, hush (primer título de la saga) se convierte en estupidez en Silencio, y todos los progresos que había hecho, simplemente se pierden. Su personaje se vuelve tan indefinible que no ofrece ni una pizca de originalidad; es irritante e insolente y en ocasiones hasta molesta. Además, cualquier cosa que hace es una equivocación: constantemente se mete en líos y después necesita que alguien vaya a rescatarla. Creo que lo único que hace brillar a esta historia es Patch, con su preocupación por Nora y la cuestión de hasta dónde estará dispuesto a llegar para salvarla. En cuanto a los personajes secundarios, tanto Marcie como Vee e incluso Blythe, la madre de Nora, son de lo más insustanciales, no aportan nada a la trama y únicamente sirven para rellenar páginas; únicamente se salvan Scott, que vuelve a aparecer en escena y resulta de lo más revelador, y por supuesto Hank, que nos demuestra el gran manipulador que puede llegar a ser. Pero no toda la novela es mala, de hecho la información que se nos desvela al principio y los últimos diez capítulos son muy interesantes. Si la autora hubiera tomado todo lo bueno de Crescendo (segundo título de la serie) y lo hubiera juntado con lo mejor de Silencio, la saga habría sido más digna y habría salido mucho más airosa. Y por supuesto Silencio habría sido el broche final de esa trilogía que se nos vendió al principio y que, con esa manía de querer alargarla, se ha convertido en una serie de cuatro títulos; Finale será el último.
A pesar de esto, la historia no deja de tener potencial y su desenlace puede pisar fuerte, todo depende de si Becca Fitzpatrick logra sacar lo mejor de sí misma o no. Si sois capaces de pasar por alto la tontería de Nora y creéis, como yo, que el tramo final puede llegar a ser bueno, os animo a que leáis Silencio y esperéis después conmigo a que llegue Finale.