Revista Cultura y Ocio

Sin palabras. Edward St. Aubyn

Por Mientrasleo @MientrasleoS
Sin palabras. Edward St. Aubyn
     "Cuando aquella reliquia de la Guerra Fría llamada sir David Hampshire le había propuesto presidir el comité del Premio Elysian, Malcolm Craig pidió veinticuatro horas para meditarlo. Le desagradaba visceralmente Hampshire, epítome del mandarín del colegio privado, que todavía era secretario permanente del Ministerio de Asuntos Exteriores cuando Malcolm acababa de entrar en el Parlamento."
     Los libros sobre libros nos gustan, y las sátiras sobre ellos también, los que entran en las salas y cuentan esas pequeñas maldades. Yo llegué a este gracias a la recomendación de Bernie y hoy traigo a mi estantería virtual, Sin palabras.

     Conocemos a Malcolm Craig cuando es invitado a presidir el comité del premio Elysian. Pese a su nulo interés literario acepta y le tocará junto al resto de los jueves elegir el título premiado ese año. Gracias a ello conoceremos sus estrategias para que su criterio quede sobre los demás, y también a un grupito muy peculiar de postulantes para dicho premio.
     Supongo que hay muchas maneras de encarar la reseña de una novela como esta, y además todos conocemos los premios literarios, su mala fama y prestigio decadente y todo lo que creemos que hay detrás, ya sea verdad o leyenda urbana. Sin embargo, y puesto que estamos ante una sátira, situémonos un poco con Sin palabras, para así poder captar el significado de cada una de sus frases no dichas.
     Edward St. Aubyn se quedó con las ganas del Man Booker en 2006 (y parece ser que no ha sido la única vez), si bien no dijo nada al respecto. A partir de este pequeño dato, y pese a que St. Aubyn siempre ha rozado la comedia, podemos jugar a los paralelismos entre el Booker y el Elysian y barajar hipótesis sobre la empresa que lo financia, los postulantes y, sobre todo, el jurado. No lo negaré, es francamente divertido hacerlo, pero para ello hay que conocer a cada uno y, no nos engañemos, nos llegan los premiados, pero el premio y su dinámica y jurado nos son bastante ajenos si no vivimos en su país. Por eso, y advertido este punto como un extra jugoso para quien siga de cerca el Man Booker, lo mejor es valorar la novela sin pararnos a buscar nombres para las caricaturas.
     Tenemos un jurado capitaneado por un político que tuvo que retirarse tras unas declaraciones poco afortunadas, una académica, una personalidad de los medios, más política e incluso un actor. La relevancia mediática está asegurada. Así que habrá que elegir el título premiado entre aquellos escritos en inglés. Aunque queda clara una cosa, eso no significa leer a todos los supuestos nominados. Evidentemente la competencia es feroz, tanto por el premio en sí, como por la relevancia y el aumento de ventas que produce en el título premiado. Así que toca elegir, y desfilarán escritores que acumulan libros rechazados, otras cuyo agente parece olvidarse de ellas ... y las relaciones posibles o cruzadas entre algunos de ellos, ex novias incluídas.
     El libro es divertido, no se puede negar. Es una comedia inglesa, si bien no de enredos, sí literaria, en la que destaca el buen hacer el autor que satiriza hasta caricaturizar a algunos personajes mientras deja una parte real que contrasta con ese extremo. A medida que el lector avanza se olvida de si está aludiendo a tal o cual premio para pasar a divertirse, sintiéndose casi entre bambalinas y descubriendo incluso favoritismos por alguno de los personajes. Por supuesto, lo que no os voy a contar es como termina.
     Siempre he pensado que es más fácil escribir un drama que una comedia, y que es más fácil hacer llorar que reír, al menos en la literatura. Así que decidme, ¿cuál fue el último libro que os hizo reír?
     Gracias.

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