Revista Diario
Una noche, yo he sentado a la Belleza sobre mis rodillas
pero no la injurié, como la había hecho Rimbaud poeta,
no obstante la temporada en el infierno siguen siendo millas,
kilometros, convenciones de distancias repletas
de curvas pronunciadas y oscuras, y yo derrapando
ante la minima circunstancia que indicaría un freno
racional, sugierendo la mente fría del Ulises navegando
resistiendo en desembarcar ante cualquier encanto.
Ante el Tribunal, se elevará el veredicto,
que es culpable quién sueña más de lo debido
quién asusta, porque los tiempos indican que es delito
ser sincero. Caratulese la causa, entonces, como sincericidio...