Revista Diario
Sobre Evita y uncuadro de Caravaggio
Dicen que unaimagen vale más que mil palabras, y muchas veces, buscar analogías resultailustrador para analizar los desafíos culturales e históricos de aquellosvalores, personas que realmente transformaron, marcaron a fuego una etapagloriosa para nuestro pueblo siempre postergado. Mientras pensaba en nuestraquerida Evita (sólo el pueblo, los que la queremos la llamamos así) me acordéde una obra del genial pintor italiano Caravaggio… voy a explicar por qué.Caravaggio eraun pintor transgresor, que realmente superaba con su realismo el canonpictórico que había reflejado Da Vinci en su tratado de Pintura. Como todoartista que se precie de serlo interpretaba su realidad social y lainterpelaba, es decir, no se mantenía al margen, ni la idealizaba conanteojeras desde la torre de marfil como muchos artistas e intelectualespretendían.Caravaggio eracontrovertido, se paseaba por los lugares que eran marginales, donde un “buen señor”jamás pisaría sin correr peligro. Hacia el siglo XVII, como en la actualidad(si querés) se manifestaba una fuerte división social: en esa época la noblezase mantenía en la ociosidad, “entregada a la pasión por el lujo y laostentación” bien separada de la otra cara de Roma: “alrededor del maravillosoaislamiento de las hileras de las casas señoriales y palacios, con galerías yjardines perfumados, llenos de luz y espacio, donde se oía el chapoteo de lasfuentes, se hacinaba la masa de gente, bandidos y soldados, los sin tierra”.¿Cómo se le llama ahora a esas casas señoriales?... ¡ah, si! Barrios privados…La cuestión esque se le encargaba para un monasterio a Caravaggio la realización de la“muerte de la Virgen”que fue despreciada por los mecenas, ¿porqué? “Caravaggio excluye toda referencia a lo divino; no hay coros de ángelesque la acompañen e su descanso; no hay ojos que miren al cielo, hacia el másallá; (…) la propia Virgen, aún joven, que presenta la palidez incipiente de lamuerte, está vestida, como la Magdalena, con la ropa de trabajo contemporánea, típica delas mujeres del barrio de Trastervere y yace rígida sobre un modesto catre demadera”. (Helen Langdon, Caravaggio, 294)CuandoCaravaggio presenta el cuadro, los monjes descalzos se escandalizaron, pues enla escena no veían a la Virgensino a “una puta asquerosa del Ortaccio” exhibida en su altar, que ofendía conaquellos pies desnudos yaquella barrigahinchada”. Lo que era considerado para los dueños de la cultura elitista faltade decoro, un insulto a la costumbres era la pura realidad asomándose a metrosde distancia de la Iglesiay las casas señoriales. La Virgen era representada por Caravaggio por una trabajadora,así como los apóstoles que la lloran eran personas del pueblo, desalineados,muy poco pulcros para la época, sin aureola ni idealización. ¿Qué tiene quever todo esto con Evita?Porquejustamente Evita representa todo aquello que es el sentir del pueblo, lacultura popular, la dignidad de los eternos excluidos, lo que está a metros decualquier reventado que pasa rápidamente desde su Audi polarizado, dándole laespalda a la realidad. Ya desde su propio nombre encierra todo lo repulsivopara el sector conservador: Evacomosinónimo del pecado original que nos despojó del paraíso, Eva sinónimo decastigo divino por el solo hecho de morder la manzana del árbol delconocimiento, Eva como la eterna puta para aquellos sectores que pretendenconsolar a las clases populares con falsas promesas, con posibles paraísos, yasea aquí o más allá. Pero paradójicamente, Evita también se llama María comoprimer nombre, y aunque no la llamemos así, es nuestra Madre, nuestraprotectora que el pueblo lloró y llorará y jamás olvidará porque se merece elcariño, se lo ganó sin intervención divina, sin aureola, sin beatificación papal.A Evita no hace falta inventarles milagros porque lo que hizo ella esarremangarse y luchar. Dar la vida por el Pueblo y por Perón. Esos monjesindignados eran las señoras del Jockey Club, eran los intelectuales, los curas,los dueños de la tierra que no querían que la primera dama sea una plebeya, una“puta”, porque todo lo que viene del subsuelo de la Patria es pecado, esbandolerismo, aluvión zoológico y Evita lo simbolizaba. Hubo un pintor que ledio escena, quizás Perón o la Historia misma, pero ella no era títere de nadie, era lajusticia social en persona, la voz de los sin voz. Caravaggio fuereivindicado y admirado por sus obras realistas en su posteridad, aunque lo queél representaba en sus obras (los excluidos, el pueblo) se mantuvo al margen detoda reparación. La cultura de elite se apropiaba de la significación delartista y le daba otro simbolismo.Ennuestro país, durante los 90, se la intentó resignificar a Eva, pronunciando envano su nombre, representada por Madonna, su rostro en miles de remeras fashionque se ponían las mujeres en Recoleta. Pero ella volvió, una vez más, y esmillones. Millones de trabajadores que toman conciencia de sus derechosreivindicados, millones de jóvenes con ganas de transformar y profundizar elmodelo nacional y popular, millones de mujeres que saben ninguna nace puta, ypueden morder la manzana sin ningún pudor porque el cambio está en marcha. Conla insignia de Evita Capitana y una presidenta con agallas y conciencia social.