Revista Cultura y Ocio
No hay héroe que no sienta tristeza ni dolor; ni villano que no rezume desprecio e impiedad. Esa es la imagen, pero la realidad no es tan fácil de apreciar. Hasta el más canalla es capaz de tener compasión, y hasta el más humilde y bonachón de las personas es capaz de matar por necesidad o cobardía. Estamos hechos de trozos de héroes y de villanos. Lo llevamos en la sangre. Y nos podremos poner flores como guirnaldas, pero apedreamos antes que nadie siendo más culpable que el apedreado, o apedreada. El pesimismo sobre la raza humana es proporcional al optimismo en ella misma. Hay civilizaciones y "civilizaciones" y ninguna está libre de la ignominia de haber intentado exterminarse entre ellas. Sin embargo, algunas por milenarias, multitudinarias o poderosas, tienden a creer que son las dueñas del Mundo, aunque éste no pertenezca a nadie. La estupidez es un axioma inherente a la sociología de masas y de raza. Cuánto más oprimidos seamos y estemos, más propensión a la estupidez y a la vanagloriosa idea de la supremacía colectiva (que únicamente sustenta el interés de una minoría dominante). Nadie es héroe o villano a dedicación completa. Es una pena. Porque tal vez si fuera así, tendríamos algo más claro de quién deberíamos apartarnos y apartar de los demás y de la Sociedad. O a quien acercarnos y tomar ejemplo. Es la gran utopía del género humano y tal por eso que muchos piensan que un mundo de cyborgs sería como poco más decente, aunque menos glamuroso a los chismorreos. Pero estos dos últimos apelativos son deportes nacionales donde los haya. Tienen más adeptos que ese juego de darle a la pelota con los pies que llaman deporte rey, con "y". Héroes o gladiarores modernos. A mí siempre me ha gustado Conan, por lo de "Bárbaro" o "Salvaje".