Revista Cultura y Ocio
Todo el mundo puede ser original. Es cuestión de observación y análisis. Esta es la primera fase. La segunda, la construcción del funcionamiento del modelo observado analizado. Y la tercera, la identificación de la definición que sujeta al modelo y la variación de ésta para crear un modelo distinto. Si les dijera que todas las cosas tienen vida, por ejemplo, no sé qué me dirían, pero podrían estar de acuerdo o no estarlo. Indudablemente, las cosas inanimadas parecen no tener vida, por lo cual un tanto por ciento determinado pensarán que es una premisa falsa. Otros, pensarán que podría ser, siempre desde un punto de vista espiritual, lo cual me dejaría fuera de un criterio objetivo y convertiría la premisa en una suposición subjetiva. Así que cómo ser objetivo con la premisa sin caer en la negación del arquetipo lógico "sólo los seres vivos tienen vida". Simplemente, si cambian la definición de la palabra "vida" a una acepción más amplia de ella dentro de su campo semántico, por ejemplo, como "vida=información" obtendrán un resultado diferente, pues desde el punto de vista de la información, todo tiene vida, o sea, información. Todo los objetos nos dicen algo si sabemos verlo y comprender la información que transmiten. Parecen tener vida. La originalidad, por tanto, parte de la amplitud de la concepción de las cosas, eso que se diría "tener una mente abierta". Así también, la definición de originalidad, sea cual sea, esconde en todas ellas el parámetro conceptual de "sorpresa". Ya tenemos dos ideas básicas "mente abierta" y "sorpresa". Ahora, pueden aplicar el teorema a sus propios intereses. Por un último, pueden retorcer el proceso con infinitas ideas básicas y rebuscadas, y al mismo tiempo, unirlas a ideas preconcebidas y establecidas. Jueguen con las arquetipos y adáptelos a sus necesidades. Resumen muy resumen.