Revista Cultura y Ocio

Sociedad Participartida

Publicado el 06 enero 2015 por Icastico

Hai que ir morrendo, que sube a madeira (hay que ir muriendo, que sube la madera). La frase, en gallego, casi no necesita traducción, pero la incluyo por si las “flies”. La coña la gastábamos mucho en mis años mozos, avanzadas ya las copas, tan imprescindibles para hacerle una buena biopsia a la realidad; poco importaba que te temblara el pulso o la voz ante la operación. Aunque es un sin sentido, la realidad nunca la palma, por mucho que la manosees, por muy malos modales que utilices con ella. Era un resumen, había que ir palmándola, si, que el féretro se iba a poner por las nubes. Mejor para los creyentes, que les pillaba más cerca el cielo. Había que llevar la economía a pie de muerte, que se lo digan ahora a los moribundos de Hepatitis C, y a otros muchos moribundos sociales de “bolsitis crónica”. Las buenas acciones, las mejores, nacen en el parqué, viajan por bancos, autopistas y eléctricas, pero cuando mueren son envueltas en un sudario público que confeccionamos todos con un odio insano.

No tengo ninguna ilusión por ir al cielo. Ni ganas. Seguro que está lleno de casta (yo ya me entiendo) por mucho que debería estar petao de descastaos y de parias, si dios fuera un dios como Dios manda. Lleno de gente que se golpeaba el pecho aquí abajo mientras oraba “por mi grandísima culpa”, al compás de las notas de un apabullante órgano, que le confiere mucha más emoción al arrepentimiento de culpas. La música es puro sentimiento. “Lo siento, me he equivocado”, los mercados han sido mi debilidad (y la tumba de los más débiles). “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el Reino de los Cielos”, pero con pasta, oye, ya se sabe, se entra en cualquier reino y en todos los paraísos (también me entiendo). El soborno es una moneda universal.

No somos nada, cada vez menos. Los países “más países” hasta ahora, comienzan a desmontar el Estado de Bienestar. Estas obras son tan ingentes que las demoliciones hay que hacerlas a golpe de Ley. Esta palabra ya me empieza a acojonar. Cada vez que la oigo sé que voy a salir perdiendo con ella. Y cuando alguien pierde es porque otro gana, normalmente el de “por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa”. A ver cuando nos damos cuenta de una puta vez que la verdadera culpa la tenemos quienes votamos o quienes no votan; si acertáramos, a buen seguro que los culpables de golpecito contrito en pecho cambiaban de salmo, y de humor. Holanda, casi ná, se va a quitar de encima, Ley mediante, el cuidado de ancianos, dependientes y niños discapacitados. No tienen huevos de llamarles inútiles e improductivos, por mucho que los primeros hayan contribuido a consolidar, otrora, una sociedad tan avanzada. Me pasa Hitler por la cabeza. La más grande carrera empieza siempre con un paso, aunque conduzca a la locura. Este marrón, con perdón, se lo comerán, obligatoriamente, “familiares, amigos y vecinos”. Este modelo pasa a llamarse “sociedad participativa”, que suena fetén. Habrá quien le llame “búscate la vida”, aquí en España sabemos de qué va, incluida la “movilidad exterior”, acuñada por la cateta ministra del desempleo, que es de un inmovilismo de almorrana, posiblemente. El modelo, el mensaje, es el que es. No me voy a ocupar de vosotros. Sustituyo al Estado por la caridad. Nos permiten ser solidarios, ellos a “los suyos”.

Al carro holandés nos subiremos rápido, estos son los ejemplos que tanto anhelan nuestros próceres políticos al timón (no confundir con timo enorme, puede ser lógico). Ya bastante daño hacen navegando sin rumbo al pueblo como para que vean ahora claro que hay un piloto automático que lleva directo a una “sociedad participativa”. Guay. El dios como Dios manda se llama Don Dinero, aunque es compatible con sotanas, estolas y tiaras. Quienes portan tales prendas son capaces de hacer agujeros sin aguja para que el tránsito sea fácil para los becerros de oro. Suecia y Francia van por el mismo camino, ¡qué mal rollo! Europa se hace la tonta, la cómplice, con la ultraderecha xenófoba “anti-inmigración”. Ya los mezquinos incendian mezquitas. ¿No fue así como comenzaron las SS? No hay frontera más peligrosa que la trazada por el odio, que suele ir parejo con la ceguera. Avanzan sin prisa pero sin pausa ante nuestra indolencia. No hace falta que sean muchos, les basta con ser despiadados, y en eso nos ganan. No sé cómo la Historia no se marea, dando tantas vueltas, sin querer experimentar otros caminos que no sean siempre circulares, siempre temidos y repetidos.

A los griegos que queden con ganas de cambiar algo los van a acribillar para que sirvan de escarnio a los ilusos, así llamados los que albergan alguna ilusión, esos que se resisten a la austeridad que solo deja miseria a su paso, agonía vital. Se reirán de ellos, y de paso de nosotros. Es una guerra invisible pero dolorosa. Por favor, párteles la sonrisa con tu urna. Pero, para que no me tachen de violento, pártesela mejor con tu papeleta.


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