La mencía representa la personalidad de una región, de una comarca indomable como es el Bierzo. Una región que empieza a ser descubierta por grandes gurús mediáticos y por atentos enólogos que siempre llevan dos pasos por delante al resto de los mortales vinícolas. Habrá también quien diga, y sentencie, que él descubrió hace tiempo las bondades organolépticas de esta variedad de temperamento continental.¡¡ Pues un pin para él!! Para mi es un gustazo descubrir nuevas emociones, y tanto da si soy el primero como el último de la fila, porque lo cardinal es que dichos estremecimientos vengan para quedarse en el corazón.
Por mi parte reconozco que siempre mantuve una relación “coming & going” (a veces cálida, otras fría y distante como los inviernos de las montañas que abrigan dichos viñedos bercianos) con esta uva que ahora vuelve a seducirme. Y vuelve a despertar toda mi pasión gracias al descubrimiento de una bodega que sabe trasladar a la botella toda la esencia frutal y la vitalidad nerviosa de la mencía. Me refiero a Viñedos y Bodegas Arturo García, quizá una auténtica desconocida para muchos, pero que algún avispado comunicador americano ya ha destacado, en forma de puntuación elevada.
Sus vinos tintos llevan el nombre de Solar de Sael (si con el nombre de la bodega homenajean al padre y primer viticultor de la familia, Arturo García, con el nombre de los vinos rinde pleitesía a la madre de los dos responsables, Elsa).
Hoy queremos seguir el rastro de su vino básico, una excepcional presentación que encierra una crianza de 10 meses en barricas de roble francés que garantiza estructura y andamiaje a una carga de fruta roja madura y mineralidad importante. Un vino que trasmite una enorme personalidad, y que nos insinúa parte de la vida interior de su creador, de su “winemaker”. Y es que hay vinos, vinos elaborados con pasión, con mimo, con cariño, que expresan ciegamente el alma de su elaborador; que desnuda, en cierta manera, parte de la personalidad de la persona responsable de ese néctar, de quien ha estado desvelado vigilante en la fermentación, de quien se ha tiznado en el descube, de quien ha soñado durante la maloláctica.
Y Solar de Sael es un reflejo del alma, del espíritu de su “winemaker” (reconozco que me mola esta palabreja americana, supongo que no les importará que la use), de Nacho Álvarez, máximo responsable de todo lo que se cuece y fermenta en Bodegas y Viñedos Arturo García. Este vino, llamémosle roble o barrica, refleja ese carácter juvenil, inquieto, nervioso del responsable de elaboración, un vino que se presenta con comedida timidez, en una inicial toma que contacto, pero que, en cuanto gana algo de confianza, se muestra exuberante, vivaz, frutal y muy expresivo. Un vino, un elaborador, que se recrea caminando entre frutos rojos maduros, sintiendo la aromática fragancia de las pequeñas hierbas que se expresan , a sus pies, mientras recorre bosques y colinas bercianas. Un vino, un personaje, de enorme franqueza, de afinada acidez, manifestación de su tierra, frescura y sutil robustez, pleno de personalidad, un vino de paso agradable, aterciopelado y muy equilibrado, juguetón y de largo asiento final.
Los hermanos mayores de Solar de Sael, diferentes expresiones de una fuerte personalidad, irán visitándonos, pero soy de los que creo firmemente que una bodega, una vida, una personalidad, un carácter, viene marcado por la esencia, por la base, por la muestra espontánea, sincera, sin coloretes, sin maquillajes, y este Solar de Sael Barrica Mencía 2007 se presenta limpio, desnudo, natural, vigoroso.