Revista Cocina
Canturreo aquella vieja canción: “Cuando la tarde languidece, renacen las sombras y la quietud….”
Y mientras, cae la tarde.. rendido en el ocaso, el Sol pinta el cielo de oro cobrizo, todo alrededor parece que va a empezar a dormitar llenándose mi entorno de una serena calma a mi alrededor, que me arrulla el alma.
El cielo y las pequeñas luces de las velas encendidas en mi pequeño porche, lo vuelven un lugar mágico, un momento sublime, que me invitan a soñar.
Lentamente las sombras ganan la calle, una a una las blancas casitas se van apagando, el viento trae toda la esencia de la mar que se funde con el olor fuerte a tierra mojada, flota en el aire el delicado perfume de la dama de noche mezclado con la delicadeza del aroma de los jazmines y suena la suave melodía de las hojas de los árboles de alrededor.
El día cede….y en su ocaso, me siento en el balancín del pequeño porche mirando al cielo, viendo volar los pájaros; es mi remanso de paz y tranquilidad.
Preparo la mesa, cenaremos a la tenue luz de las velas…..mi calle reposa en las tinieblas, está en silencio, a veces roto por el ladrido lejano de algún perro o el canto rítmico de los grillos.
Pero, casi sin darme cuenta se ha roto la magia, zumban los mosquitos, suena su algarabía demostrándonos el contento al comprobar éstos que la cena está servida; paulatinamente se han ido apoderando de éste rincón donde decidimos cenar, su “cena”: su cena fui yo….me han “comido” literalmente, sólo a mi…...
Ellos no han cenado éste delicioso solomillo con pasas y piñones, quizás uno de los platos preferidos de mis dos hijos……quienes por cierto, ambos, lo preparan maravillosamente bien; probablemente mejor que yo. Aunque siempre, aunque me contesten que no tengo abuela, les suelo decir que tienen una buena maestra: su madre.
No es la primera vez que la publico, quizás sea la tercera...he perdido la cuenta, pero sí que es la primera vez que podrán ver el paso a paso, como va quedando el plato casi desde su comienzo. Espero que les sea útil, que les guste y la disfruten tanto como mi familia.
¿Cómo lo hago?
Ingredientes para cuatro personas:
Dos solomillos grandes de cerdo, una cebolla blanca (dulce, tipo cebolleta) y una cebolla morada, cuatro dientes de ajo, doce granos de pimienta negra, dos hojas de laurel, un vaso de vino moscatel de Málaga, 1/2vaso de agua, un buen puñado de uvas pasas moscatel (malagueñas) y otro de piñones (las cantidades van al gusto, yo suelo ser generosa en éste aspecto), medio vaso pequeño de aceite de oliva virgen extra y sal.
Los pasos a seguir:
Limpiar los solomillos de grasa y cortarlo en medallones de un dedo de grosor, con un corte recto.
Colocarlos sobre papel de hornear, cubrirlos con otro papel
y con un mazo aplanarlos de forma que queden lo más fino posible.
Cortar las cebollas y los dientes de ajo en trozos pequeños.
En una sartén o cacerola plana echar el aceite y pochar a fuego suave las cebollas y los ajos durante unos minutos.
Colocar encima los trozos de solomillo y rehogarlos hasta que estén dorados, removiendo de vez en cuando a fin de que no se pegue en el fondo ni la carne, ni las cebollas.
Agregar la pimienta negra y las hojas de laurel, salar al gusto.
Añadir el vino dulce y el agua,
Llevar a ebullición y cuando haya reducido la salsa, ya por último, echar las pasas y los piñones. Comprobar el punto de sal y rectificar si fuese necesario.
dejar uno o dos minutos más a fuego lento con sumo cuidado de que no se quede sin caldo.
Apartar del fuego, tapar y dejar reposar.
Personalmente lo suelo presentar en la misma cacerola, en el centro de la mesa y que cada comensal vaya sirviéndose según le apetezca….
Aunque si hay invitados lógicamente emplato.
Aconsejo acompañar con patatas a lo pobre, patatas fritas o como gusta también en casa, con arroz blanco.
Si sobra….está mucho más rico inclusive de un día para otro, aunque para calentarlo tendrán que añadir un poco de agua y darle un hervor.
Buen provecho..y disfruten de una dulcísima semana, siempre, siempre con Sabor a Málaga.