El 24 de diciembre de 2010, casi al filo de la medianoche, un avión de la compañía Span Air culminaba un largo viaje entre Barcelona y Las Palmas. Ciento noventa personas, con el cansancio del día y del trayecto, salían medio dormidos por el finger, en dirección a la recogida de equipajes, mientras el todo el mundo estaba celebrando ya la Nochebuena. La compañía había pensado ya en ese vuelo y sentía que tenía que hacer algo por todos ellos. También para ellos tenía que llegar el cariño y el calor y la alegría de la Navidad.
Se trata de una acción de marketing preciosa. Comercial, pensarán algunos. Humana, concluirán otros. En todo caso, un gesto bonito, un detalle navideño que nos hace paladear el amor y la fraternidad con la que todos soñamos. También en este mundo tecnificado y funcional hay espacio para el afecto y la atención de cada persona.
Porque amar es, a veces, saber sorprender. Saber tener un detalle que el otro no espera. (O sí, pero finge no esperarlo y, entonces, el gesto es doblemente afectuoso: porque ha sido correspondido por el amor).
La Navidad se presta a detalles como éste. Se presta a la comida preferida, que el otro no ha pedido; a la decoración amable, que hace grato el hogar; a la salida inesperada, que a ella le emociona porque ya no recuerda cuándo fue la última vez. Y a la llamada de aquel amigo, y a la visita a aquel pariente que ya no puede salir de casa. Y al regalo pequeño, y al beso de amor.
La Navidad está en los detalles: en el belén del salón, que pusieron los niños con papá al frente; y en las canciones que se escuchan (¿te acuerdas de ésta?); y en las fotos y DVDs que se vuelven a ver; y en la ilusión de los niños y en la sonrisa de todos. La Navidad está en los gestos, y en el cariño con que se preparan. Como en este anuncio.
¡Feliz Navidad, y felices sorpresas en todo 2012!
Si te gustó este vídeo, mira qué es lo que han hecho para la Navidad de 2011. La Navidad sigue estando en las familias y en los niños. ¿Dónde mejor?