Stephen King en estado de gracia. La segunda década del siglo XXI está tratando excepcionalmente bien al rey de la novela de fantasía y terror. Por eso, su nueva obra, “El Instituto“, no solo es perfecta en su trama, sino que además llega en el momento ideal.
El Instituto, cóctel perfecto de empatía con el lector
Nos trasladamos a Minneapolis. En un idílico barrio vive Luke Ellis con sus padres. Pero una misteriosa organización asesina a sus padres y lo secuestra.
El joven de 12 años se despierta en una institución que es autodenominada “El Instituto”. Su habitación parece la de su casa, salvo que no tiene ventanas. Sus vecinos son otros niños con capacidades telequinéticas, que él también parece poseer.
El Instituto, además, tiene dos áreas. La Mitad Delantera donde están Luke y sus recién conocidos amigos y la Mitad Trasera. Llevan allí a quienes castigan. Llevan allí a quienes son mayores. Pero nadie ha regresado jamás.
Luke comprende así que debe escapar cuanto antes de “El Instituto”. Si lo consigue será el primero en lograrlo.
Con la combinación de niños, asesinos, poderes telequinéticos y una misteriosa organización, Stephen King consigue el cóctel perfecto que ningún seguidor del autor podrá resistirse a probar.
El momento perfecto para “El Instituto”
Las obras de Stephen King están cobrando renovada popularidad. Tanto sus adaptaciones audiovisuales como sus nuevas novelas, están siendo del deleite de los fans.
A nivel literario, el autor demuestra una madurez inusitada, muy por encima de títulos anteriores en los que las tramas se volvían repetitivas o excesivamente enrevesadas.
King parece haber recobrado la frescura y mejorado en su construcción de historias increíbles basándose en detalles cotidianos.
Por si fuera poco, la combinación de “súper poderes” con niños en apuros es actualmente un gancho efectivo, sobre todo para los amantes de la fantasía juvenil. Solo que bajo la narrativa de Stephen King adquiere ese toque perverso y opresivo, que nos hace seguir leyendo sin cesar.