Le decía yo hace poco a una buena amiga que la magia puede aparecer en cualquier parte y en el momento más inesperado. Entiéndanme, no me refiero a ese elemento tan cercano a lo religioso que esencia el género de fantasía (o más propiamente, el Fantasy), sino a esas casualidades que parecen de diseño, que alteran nuestro sentido de la realidad y producen en nosotros un sentimiento inefable. Hablo de esa extraña serendipia que despierta nuestra fascinación por un instante y hace que nos preguntemos por la posible virtualidad de todo esto que llamamos vida. Si prefieren una referencia más trivial, piensen en ello como un fallo en Matrix, o "una de esas cosas que volvieron chalado a Dick".
Saco el tema a colación porque es algo que me acaba de ocurrir. Si me preguntaran qué es lo más reseñable de todo lo leído en estos dos últimos años respondería de inmediato sin tener que pensarlo: la obra de Rafael Pinedo. Conforme leía cada una de las tres únicas novelas que escribió, editadas con loable gusto por Salto de Página, mi sorpresa y admiración iban creciendo. También mi desazón por la circunstancia de su temprana muerte y mi enojo por el poco espacio que se les dedica a él y a su obra en la Red. Una vez cerrada la lectura de Subte, su última entrega, declaro sin rubor ninguno que la Trilogía del desastre es, en mi opinión, la mejor serie conceptual de la ciencia ficción escrita en español de todos los tiempos. Si adolece de algo es precisamente de su carácter único, de ser apenas todo lo que hay en la bibliografía del autor.
Movido por la necesidad más que por el capricho, busqué en Internet alguna migaja perdida, algún texto más de este gran escritor ya fallecido con el que calmar mi ansiedad. En una de las pocas páginas dedicadas a Pinedo encontré el dato. Parece ser que escribió tres cuentos titulados "Mari", "Desencuentro" y "El laberinto". Sólo pude encontrar el último, publicado en la revista Axxon, y hubo algo que me llamó la atención durante su lectura: me sonaba, me sonaba mucho. El dato al final del cuento me aclaró por qué. "El laberinto" quedó finalista en una de las ediciones del Premio Internacional Terra Ignota de Cuento Fantástico de México, un concurso literario hoy extinto. Yo fui jurado de aquel premio en aquella edición.
Imagínenselo. Yo, un don nadie, juzgando si uno de los cuentos de Rafael Pinedo, escritor al que ahora venero, autor de una obra literaria para mí imprescindible, debía ganar un concurso. El mundo a veces es muy grande, y a veces muy pequeño. Las cosas que ocurren..., la relatividad de todo, la insignificancia de la palabra sentido. Alguien ya fallecido, a quien hoy me gustaría saludar, estrechar su mano con admiración, alguien que hace más de diez años esperaba al otro lado del mundo que a mí, anónimo afortunado, me gustara su relato. Fue un contacto nimio, pero real, que me otorga la esperanza ilusoria de que una vez estuve en contacto con Rafael Pinedo.
Si quieren leer una reseña de Subte, en la estupenda web C acaban de publicar una (sigan este enlace). La ha escrito Santiago L. Moreno, y estoy de acuerdo con él en muchas de las cosas que apunta, sobre todo en la última: alguien debería editar en formato de lujo la obra completa de Rafael Pinedo.