Por Deisy Francis Mexidor, Marina Menéndez y Jean-Guy Allard (prensa-latina.cu)
La Habana, (PL) Lejos están los tiempos de la tinta invisible y de las radios clandestinas en las acciones de Estados Unidos contra Cuba.
Ahora son utilizados medios técnicos de uso público y, en algunos casos, los reclutadores de los servicios de inteligencia son reemplazados por personas con apariencia de turistas que se presentan como contratistas o integrantes de Organizaciones No Gubernamentales. Su discurso favorito es el del "libre flujo informativo", aunque sean sus propios patrocinadores quienes impidan a Cuba el abierto y cómodo acceso a Internet.
Es que con el empleo de las modernas tecnologías de la información y las comunicaciones, cambiaron los tradicionales instrumentos de la agresión de Estados Unidos contra Cuba.
Con el uso de equipos comerciales, aparentemente inofensivos, se intenta dar visos legales a acciones con un marcado carácter agresivo.
Dos importantes investigadores identificaron a las denominadas Operaciones de las Redes de Comunicación como acciones de última generación que se sostienen en el uso de las computadoras en red, con el apoyo de tecnología e informática de organizaciones civiles y militares.
Así describen Eva Golinger y Romain Millus las bases de la guerra cibernética, encaminada a atacar o defender, según sea el caso, infraestructuras e información a través de las computadoras.
Sin embargo, la explicación también puede ser válida para entender cómo se emplean las nuevas tecnologías para promover la subversión.
Lo anterior es un método que está siendo deliberadamente puesto en práctica por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) contra Cuba, con el financiamiento de instituciones mamparas como la USAID (Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos).
De esa forma, bajo un barniz de "legitimidad", fomentan acciones desestabilizadoras que, sin embargo, constituyen actos ilegales y punibles.
Sin recato, por ejemplo, la USAID se jacta de apoyar las actividades de la Sección de Intereses de Washington en La Habana, brindándole a sus usuarios adversos a la Revolución, declarados o en proceso de captación, el acceso a Internet y otros multimedios introducidos en la Isla de forma ilegal con enviados especiales, o usando las valijas de embajadas y diplomáticos de terceros países.
El 14 de mayo de 2008, José Cárdenas, entonces gerente de la USAID para América Latina y el Caribe, reconoció durante la Conferencia sobre asignación de fondos para la subversión realizada en su sede en Washington que una prioridad era el envío clandestino a Cuba de comunicación "de última generación".
Para ello se valdrían de intermediarios europeos y latinoamericanos, quienes asumirían así el trabajo que la CIA no puede desarrollar a cara descubierta.
Uno de los instrumentos preferidos por la USAID para tales propósitos ha sido el IRI (Instituto Republicano Internacional), creado en 1983 durante el gobierno de Ronald Reagan.
Del conciliábulo da cuenta una carta confidencial dirigida por la USAID al administrador principal del IRI, Lorne W. Craner, mediante la cual canalizó cinco millones de dólares a partir de agosto de 2008 al denominado Instituto, para implementar en Cuba planes de subversión y desestabilización.
Entre esos planes un objetivo prioritario es el desarrollo de las redes ilegales de comunicación satelital que escapen del control de las autoridades cubanas, como consta en una nota confidencial adjunta a la misiva donde la USAID instruye al IRI. "El IRI desarrollará, construirá, distribuirá, y mantendrá hasta diez dispositivos satelitales", cuyo acceso se proveerá a los que el documento llama "los principales actores cubanos", para que "tengan la posibilidad de enviar mensajes e imágenes" fuera de Cuba.
El propósito es conocido: instrumentar campañas de difamación que justifiquen medidas de agresión contra la nación caribeña.
"El IRI entrenará a los receptores en el uso y mantenimiento de estos dispositivos", añaden los autores, en otra orientación que también viola no solo las leyes nacionales sino también los convenios internacionales en materia de Comunicaciones.
No pasa por alto en el texto la manera solapada en que deberán introducirse los medios para semejante plan: portados, preferentemente, "por un experto latinoamericano en tecnología de la información", que lo entregará al usuario "y lo entrenará en el uso de esa tecnología".
Tampoco descarta la USAID que lo hagan emisarios de otros continentes. Lo importante es que no sean estadounidenses. La misma máxima que aplicó el terrorista Luis Posada Carriles cuando contrató a salvadoreños y guatemaltecos para poner las bombas que estallaron en hoteles de La Habana en el año 1997.
Es menos probable que "estos implementos sean confiscados por las autoridades aduanales cubanas si los emisarios no son ciudadanos estadounidenses y el receptor no es un reconocido disidente", apunta el autor de este manual, redactado por una entidad subsidiada a golpe de millones de dólares por el gobierno de Estados Unidos.
Puro espionaje, y no de Hollywood, con advertencias que, de paso, ya siembran el veneno en contra de Cuba: por si acaso -especifica el texto- "el IRI será cuidadoso en seleccionar individuos que estarían interesados en poseer tecnología satelital, a pesar de existir la posibilidad de sufrir "duros castigos".
Los empresarios estaban en primer lugar entre los destinatarios, con entregas de pequeñas cantidades de equipos "comerciales" que después podrían "prestar o vender estos equipos en el mercado informal".
Para esta operación, el IRI anticipó, entre otros, el despliegue de 400 teléfonos móviles GSM, además de computadoras portátiles, cámaras digitales, memorias flash y equipos de DVD.
CUBA ESTÁ A FAVOR DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
Si en la década de los años 80 los medios usados para la subversión y el espionaje en Cuba eran producidos en laboratorios y centros de la CIA con el expreso fin de facilitar la comunicación entre el agente y el centro, hoy se emplean medios comerciales que cumplen el mismo fin y, además, son "legales".
Uno de los más novedosos son los del tipo BGAN, equipos satelitales para el acceso a Internet de banda ancha.
Precisamente, una de las facultades que los distingue es que con ellos puede conseguirse el enlace satelital y, al propio tiempo, establecerse una red inalámbrica, empleando los estándares conocidos como Wi-Fi.
De tal forma, usuarios en el entorno de 100 metros y hasta un kilómetro, pueden acceder por vía inalámbrica de redes a la máquina conectada a la estación satelital, y esta, servirles de enlace para "llevarlos" al exterior.
Entre las ventajas de los equipos BGAN se cuenta el hecho de que son muy pequeños, con antena incorporada que puede establecer el enlace satelital a una velocidad de transmisión de hasta 496
megabytes, tanto de subida como de bajada.
Se habla en estos casos de terminales de muy altas prestaciones que, adicionalmente, permiten enviar transmisiones de video en tiempo real, hasta de 256 megabytes por segundo. Su costo ronda los cinco mil dólares.
Los BGAN regularmente se usan en situaciones en las cuales no hay cobertura de redes de comunicación, pero en Cuba, en los casos que detectados, los equipos se utilizaron para evadir el empleo de las redes de comunicaciones del país.
Un grupo de programas que facilitan el enmascaramiento de la información, completan la eficacia de los equipos para el trabajo de inteligencia enemiga.
Así, la información puede encriptarse de modo que no sea decodificada, o escondida y disfrazada en ficheros grandes mediante la denominada esteganografía, ya sea en vídeos, sonidos, o fotografías.
La empresa Inmarsat es la proveedora del sistema BGAN, cuyo uso propaló con el lanzamiento del primer satélite para dar cobertura a Asia, durante los años 2005 y 2006; el segundo se destinó al área de Europa, y luego se envió al espacio al que cubre a América Latina, puesto de forma operacional para el uso público, a partir de 2009.
Es, sencillamente, una tecnología de avanzada que lo mismo puede servir para una simple conexión o para que a un agente ejecute una operación de traspaso de información hacia su centro de inteligencia.
Pero aun cuando los enemigos de Cuba pretenden subvertir su orden social con el empleo de estos medios, el país no renunciará al uso de las nuevas tecnologías. Todo lo contrario.
Existe una voluntad política del gobierno cubano que parte de la formación de profesionales capaces de dominar y enfrentar los retos presentes y futuros en este campo; un ejemplo concreto es la Universidad de Ciencias Informáticas, donde estudian ocho mil 900 jóvenes.
Y poco a poco, pese a las restricciones que ha impuesto durante más de cinco décadas el bloqueo económico, comercial y financiero de sucesivos gobiernos de Estados Unidos contra el pueblo cubano, se logra extender el conocimiento y empleo de esas tecnologías.