Revista Cultura y Ocio

Sugar Baby Love – The Rubettes

Publicado el 27 marzo 2014 por Srhelvetica
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La cuestión se reducía a algo tan sencillo (¡y a la vez tan complicado!) como si era posible mantener o no a The Rubettes repitiendo aquel obsesivo “Bop-shu-waddy” durante los 3 minutos y medio que dura el tema. Tenían la melodía perfecta, tenían el falsete delirante de Paul Prewer (más conocido como Paul DaVinci, ahí es nada), y hasta tenían -en aquel 1974, por lo que parece, era algo cuya necesidad estaba fuera de toda duda- las absurdas boinas blancas a juego con los ceñidísimos e inmaculados trajes. Así de simple: sólo tenían que aguantar 210 segundos de “Bop-shu-waddy” (algunos menos, en realidad, pero de cualquier forma ahora un triste sampler le quitaría toda la gracia al asunto) y alcanzarían la gloria. El productor y músico Shury Gerry lo dio por imposible, y (afortunadamente para nosotros) se equivocó.

Reducir la historia de The Rubettes a la maldita etiqueta de one hit wonder probablemente sería muy atrevido, pero que levante la mano el que conozca algún otro tema de estos ingleses. La cosa iba de bubblegum, ese género tan denostado por algunos como adorado por otros, y que no deja de ser algo así como llevar el pop hasta los límites últimos de su propia definición, es decir: melodías tan azucaradas como memorables, simplicidad en los acordes, repetición – repetición – repetición – repetición hasta el límite de lo obsesivo de un leitmotiv capaz de incrustarse bajo el cortex cerebral de miles de consumidores (mayoritariamente adolescentes), sedientos de música optimista, y a menudo también una mirada nostálgica al pasado.

Y ya que estoy en plan didáctico, un apunte sobre el género: el bubblegum es una cosa originaria de finales de los 60, que funcionó más o menos de forma continuada hasta que la explosión punk de 1977 dinamitó cualquier posibilidad de darle más cancha al asunto (a menos, claro está, que fueras un inadaptado y lo que quisieras fuera morir apaleado a manos de tus compañeros de instituto), cuando no acabó asimilando directamente sus preceptos (léase Ramones). En cualquier caso se trata de una revisión naif y desprejuiciada de las dos décadas anteriores, de modo que por muy kitsch y muy divertidas que nos resulten a veces los caprichos de las modas, si es anterior a 1967 (por ahí andará la cosa) probablemente no sea del todo correcto adjuntarle la chiclosa etiqueta, y de lo que se trata es de puro pop, más o menos púber.

Vamos entonces con The Rubettes: el proyecto nace en el despacho de Wayne Bickerton y Tony Waddington, compositores (¡son los firmantes del “Summertime Girl” de Los Íberos!) y mandamases en el sello Polydor con la sagrada misión de lanzar un grupo que pudiera plantar cara a las agrupaciones revivalistas del rock de los 50 de la competencia, y hacerlo además aprovechándose de la descomunal plataforma publicitaria que era por aquellos años el festival de Eurovisión, algo que, inexplicablemente visto el resultado, no acabó cuajando. “Sugar Baby Love” fue ofrecida en primer término a unos tales Showaddywaddy (atención a lo gráfico del nombre, y me remito al primer párrafo), quienes rechazaron el tema por encontrarlo “demasiado comercial”. Tuvieron buen ojo en lo que respecta al indudable gancho melódico del tema, pero la verdad es que, de haber aprovechado la ocasión, tanta comercialidad les hubiera hecho ricos y muy famosos: en su lugar triunfaron unos desconocidos reclutados por la pareja de autores, bautizados rápidamente como The Rubettes. La banda la componían Alan Williams a la guitarra y voz (¡acaba irremediablemente recordando al Nick Rivers de “Top Secret”!), John Richardson (batería y coros), Mick Clarke (bajo y coros), Tony Thorpe en la primera guitarra, Pete Arnesen al piano, y Bill Hurd como teclista. Como unos Archies de carne y hueso (esto va con segundas, porque el tema lo grabó Da Vinci con el apoyo de músicos de sesión, y luego se quitó de en medio), The Rubettes empezaron a ascender meteóricamente en las listas de éxitos europeas -en los EEUU la acogida fue más discretita- y lograron a la primera el que sería el gran triunfo de su carrera. Hortera, almibarado, lo que queráis, pero insuperable en su búsqueda de la perfecta canción pop: qué fácil resulta convertir en algo risible toda aquella parafernalia, minusvalorando una canción estupenda, y qué difícil resultará explicarle a nuestros nietos algunas de las cosas que hoy en día nos parecen normales.

Sugar Baby Love” lo tenía todo para triunfar: una melodía tan obvia como irresistible, juegos vocales capaces de fulminar a un diabético, campanillas (de campanillas) y hasta un monólogo supuestamente sexy con el que Richardson podía ejercer de seductor galán mirando a cámara. Sumadle a esto un mensaje facilito de defensa del amor por encima de las convenciones y quedará explicada la conexión gayer del tema, sin que eso signifique en modo alguno que el producto se dirigiera específicamente al público homosexual. Supongo que es algo que ocurre a posteriori, y que tiene más que ver con la capacidad del colectivo gay (estoy generalizando, por supuesto) para asumir lo camp y el pasado reciente del que la ortodoxia abomina, y ser los primeros en reivindicar lo que se sale del buen gusto establecido. Bastará un vistazo a cualquiera de las actuaciones de The Rubettes para que se entienda bien lo que quiero decir: disfraces estrafalarios, coreografías imposibles, actitud deliberadamente ambigua y delirio colorista (mal) disfrazado de inocencia. Vamos, el sueño húmedo de -respeto- Paco Clavel. No es de extrañar, por ello, que la canción a la que va dedicada esta entrada apareciera incluida en dos películas tan gay-friendly como son la fantástica “La Boda de Muriel”, o la más reciente “Desayuno en Plutón” (ahora copio de otros artículos: no he visto esta última peli de Neil Jordan). Escuchadla, y si después queréis rebajar el nivel de azúcar poniéndoos el “Benji” de Sun Kil Moon, pues me parece muy bien. Pero ahora dadle al play, pardiez: Disneylandia os espera al otro lado del click.

 

Sugar baby love, sugar baby love
i didn’t make to make you blue
sugar baby love, sugar baby love
i didn’t mean to hurt you.

All lovers make, make the same mistakes, yes they do
yes, all lovers make, make the same mistakes as me and you

Sugar baby love, sugar baby love
i didn’t make to make you blue
sugar baby love, sugar baby love
i didn’t mean to hurt you.

People, take my advice
if you love somebody
don’t think twice.

Love you baby love, sugar baby love
love her anyway, love her everyday

Publicado en: Greatest HitsEtiquetado: 1974, Bubblegum, Polydor, Pop, The Archies, The Rubettes, Wear It's 'AtEnlace permanente2 comentarios

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