Debemos retroceder hasta el año 1912 para comprobar el primer texto que se escribió acerca de la tiroiditis de Hashimoto, descrita por el propio Hakaru Hashimoto. Se trata de la causa más común de hipotiroidismo (glándula tiroides hipoactiva) en los países desarrollados, donde afecta aproximadamente del 1 al 2% de la población.
Es una afección que puede ocurrir tanto en hombres como en mujeres a cualquier edad. Sin embargo, es al menos 10 veces más común en las mujeres y se diagnostica con mayor frecuencia en edades comprendidas entre los 30 y los 50 años.
¿Qué es la tiroiditis de Hashimoto?
La tiroiditis de Hashimoto, también conocida como enfermedad de Hashimoto, tiroiditis linfocítica crónica o tiroiditis autoinmune, es una enfermedad progresiva que da como resultado daño a la glándula tiroides y, en última instancia, hipotiroidismo. En las personas con Hashimoto, el cuerpo produce anticuerpos antitiroideos que destruyen las células de la glándula tiroides, lo que disminuye la producción de hormonas tiroideas.
Concretamente, las hormonas tiroideas juegan un papel clave en el metabolismo energético y la regulación de varias funciones corporales vitales. Por ejemplo, destacan el crecimiento y el desarrollo del cuerpo humano, la frecuencia cardíaca, el peso corporal, la temperatura corporal o los ciclos menstruales.
Causas y factores de riesgo
Cabe señalar que la patogenia y la causa exacta de la tiroiditis de Hashimoto no se comprenden completamente. Según algunos expertos y estudios realizados al respecto, se cree que la afección implica una combinación de susceptibilidad genética y desencadenantes ambientales.
La investigación ha identificado la participación de varios genes posibles, incluidos los involucrados en el complejo del antígeno leucocitario humano (HLA) y en la regulación de la función inmunitaria y tiroidea. Sin embargo, se ha sugerido que estas variaciones genéticas solo representan un aumento muy pequeño del riesgo general.
Generalmente, existen otros factores que pueden contribuir al riesgo de desarrollar tiroides hipoactiva:
- Ciertos medicamentos.
- Cambios en las hormonas sexuales, particularmente en mujeres.
- Exposición a productos químicos.
- Exceso de consumo de yodo.
- Exposición a radiaciones ionizantes.
- Tener un pariente cercano con esta afección.
- Algunas infecciones como hepatitis C, parvovirus, rubéola, virus del herpes simple, virus de Epstein Barr y virus linfotrópico T humano tipo 1, Toxoplasma gondii, etc.
Además, este tipo de tiroiditis se asocia comúnmente con otras afecciones autoinmunes, como la enfermedad de Addison, diabetes mellitus tipo 1 (T1DM), artritis reumatoide, lupus eritematoso sistémico (LES), hepatitis autoinmune, anemia perniciosa, síndrome de Sjögren, vitíligo y esclerosis múltiple.
Signos y síntomas de problemas de tiroides
La tiroiditis de Hashimoto generalmente se diagnostica en función de los síntomas, un examen físico y análisis de sangre. Para tener un diagnóstico claro estos deben indicar niveles elevados de hormona estimulante de la tiroides (TSH), niveles bajos de tiroxina "libre" (T4) y aumento de anticuerpos anti-peroxidasa tiroidea (anti-TPO).
Los signos y síntomas de Hashimoto, que se desarrollan y progresan con el tiempo, incluyen:
- Intolerancia al frío
- Estreñimiento
- Dificultad para concebir en mujeres
- Dificultad para concentrarse o pensar
- Dificultad para tragar
- Fatiga
- Bocio
- Perdida de cabello
- Ciclos menstruales abundantes y/o irregulares
- Dolor articular y/o muscular
- Rostro pálido e hinchado
- Frecuencia cardíaca lenta
- Cabello y piel finos y quebradizos
- Aumento de peso y/o dificultad para perder peso
Es importante diagnosticarlo a tiempo, en caso contrario no podrá tratarse como es debido. Las personas con Hashimoto pueden desarrollar varias complicaciones graves, por lo que seguir un tratamiento adecuado debe ser la norma a seguir para evitar ciertos efectos:
- Defectos congénitos
- Disminución de la libido
- Depresión y funcionamiento mental lento.
- Corazón agrandado o insuficiencia cardíaca
- Bocio, que puede interferir con la deglución o la respiración.
- Coma mixedematoso
Ingredientes para tiroides hipoactiva
El tratamiento convencional para la tiroiditis de Hashimoto suele implicar una terapia de reemplazo hormonal. Por ejemplo, la levotiroxina es un medicamento comúnmente recetado para la deficiencia de hormona tiroidea, incluida la deficiencia relacionada con Hashimoto.
Debemos también considerar qué suplementos para la tiroides son los más convenientes. Se ha demostrado que los siguientes ingredientes que puedes encontrar en diversos suplementos, utilizados solos o junto con otros tratamientos, inducen efectos beneficiosos sobre la función tiroidea:
Es un oligoelemento esencial, presente en varias selenoproteínas, como la glutatión peroxidasa. Estas participan en funciones corporales críticas, incluida la síntesis de ADN, la reproducción, las respuestas inmunitarias y el metabolismo de la hormona tiroidea. Como resultado, el selenio puede desempeñar un papel en una serie de condiciones de salud, como enfermedades cardiovasculares, cáncer, deterioro cognitivo y enfermedades de la tiroides.
El selenio está presente de forma natural en una amplia variedad de fuentes dietéticas. Las fuentes animales comunes incluyen vísceras, res, aves, lácteos, pescado y otros mariscos. También está presente en fuentes de origen vegetal: nueces, semillas, vegetales verdes y ciertos hongos. Al elegir alimentos de origen vegetal, es importante tener en cuenta que el contenido de selenio puede variar significativamente según el contenido del suelo en el que se cultivan estos alimentos.
La presencia de anticuerpos anti-TPO puede provocar inflamación y deterioro de la función tiroidea. Varios estudios han observado una disminución entre el 20% y el 63,6% en los niveles de anti-TPO.
Es una prohormona y una vitamina soluble en grasa no esencial que la piel puede sintetizar de forma endógena con la exposición a los rayos ultravioleta de la luz solar. Además, la vitamina D en forma D3 y su metabolito 25 (OH) D3 puede obtenerse de ciertos alimentos, como pescados grasos (salmón, caballa, atún), hígado de res, lácteos y huevos. Por su parte, la vitamina D2 se puede encontrar en cantidades variables en los hongos.
La vitamina D es conocida por su papel en el mantenimiento de la salud ósea al promover la absorción de calcio y la mineralización ósea. Asimismo, participa en otras funciones corporales clave, como el apoyo a la función neuromuscular e inmunológica, la reducción de la inflamación y la regulación del crecimiento.
Cabe destacar que la deficiencia de vitamina D puede afectar aproximadamente a mil millones de personas en todo el mundo. es un factor de riesgo de mortalidad total y se ha asociado con varias afecciones de salud: osteoporosis, debilidad muscular, artritis reumatoide, diabetes, hipertensión, cáncer, esclerosis múltiple y tiroiditis de Hashimoto.
Varios estudios han demostrado la eficacia de la vitamina D para disminuir las concentraciones de anticuerpos de peroxidasa tiroidea y tiroglobulina. La suplementación con vitamina D también se ha relacionado con una disminución de la autoinmunidad tiroidea en pacientes con tiroiditis de Hashimoto tratados con levotiroxina. Además, una combinación de simvastatina y vitamina D suplementaria fue más eficaz para reducir las concentraciones de peroxidasa tiroidea y anticuerpos de tiroglobulina que la suplementación con vitamina D sola.
Se trata de un hongo con un largo recorrido en la medicina tradicional, particularmente en China y el Tibet. En la naturaleza crece en las larvas de insectos en América del Norte, Asia, Europa y zonas de la India.
Se han atribuido numerosos beneficios terapéuticos a la actividad biológica de C. sinensis y su componente principal, Cordicepina. Posee efectos antioxidantes, antiinflamatorios, antimicrobianos, antitumorales, inmunomoduladores, hipoglucémicos, antifatiga, hepatoprotectores y protectores renales. Asimismo, C. sinensis puede mejorar la función sexual y reproductiva.
La investigación preliminar demuestra que este hongo tiene capacidad para equilibrar la proporción de células T colaboradoras y células T citotóxicas. Por otra parte, también contribuye a una disminución de los anticuerpos anti-TPO en pacientes con tiroiditis de Hashimoto.
Si bien la investigación es aún preliminar, debemos asimismo considerar el potencial de algunas plantas empleadas en la medina tradicional ayurvédica como el Guggul ( Commiphora mukul) y la Ashwagandha ( Withania somnifera).
Conclusión
Si bien la causa de la tiroiditis de Hashimoto aún no se ha determinado, la investigación ha demostrado los efectos beneficiosos de ciertos nutrientes, hongos y plantas, incluidos el selenio, la vitamina D, el Cordyceps sinensis, el Guggul ( Commiphora mukul) y la Ashwagandha ( Withania somnifera).
Si padeces esta afección tiroides, recomendamos que en primer lugar acudas a tu profesional de la salud para valorar si estos suplementos son adecuados para tu plan de bienestar.
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