Ang Lee es uno de esos directores que más allá de que le salga mejor o peor la película siempre innova siempre cambia. Vendría a ser el extremo opuesto a Guy Richie quien ha hecho 3 películas igualitas, me refiero a Lock Stock, Snatch y Rockanrolla. Ang Lee en cambio toca bastantes palos, drama como Brokeback Mountain, drama erótico, acción, superhéroes, como la incomprendida Hulk, y ahora tocaba volver a la comedia. Y una vez más demuestra su versatilidad.
Ang Lee ha decidido dar una visión diferente del festival de Woodstock. La película transcurre durante el verano de 1969, cuando Elliot Tiber, propietario junto con su familia de un pequeño motel, El Mónaco, en White Lake (New York), decide buscar una alternativa para no caer en bancarrota. Con permiso para conciertos y festivales y tras descubrir que un famoso festival de San Francisco se ha quedado sin permiso, decide ofrecer las verdes praderas de White Lake como escenario para dicho festival, el festival de Woodstock.
El film es una visión diferente y original del festival basado en el libro del Elliot Tiber real. Porqué en el fondo el festival no deja de ser un elemento secundario, un complemento a la comedia familiar. Una comedia ligera, sencilla y simpática sobre una familia en apuros. Lo interesante de la película es todo el proceso, toda la organización, algo caótica del enorme festival. Y como poco a poco va sobrepasando las expectativas de la familia y del pueblo habiendo literalmente una invasión de gente que proclama a los cuatro vientos paz, amor, felicidad, tranquilidad con la ayuda de un poco de hierba… Un espíritu que se contrapone con el estrés de nuestro protagonista que no es consciente en el lio que se ha metido hasta que ya es demasiado tarde. Pero aparte de estrés, el festival le proporciona nuevas experiencias que nunca hubiera pensado tener en ese pequeño pueblo.
El film cae inevitablemente en los clichés. Sobre todo una vez el festival está montado en el pueblo y llegan los hippies, con un retrato típico que quizás le quita frescura a la película y se torna algo previsible.
Los personajes un poco exagerados, pero tratados con mucho cariño. Son como caricaturas simpáticas que sirven para darle el toque cómico pero entrañable al film que encaja perfectamente con el aire festivo presente en toda la película. Desde el cowboy ambiguo, al paleta, a la pareja de la autocarabana… Un claro ejemplo es la Madre, interpretada por Imelda Stauton, sí sí, se merece hablar de ella en mayúscula. Un personaje histriónico y extravagante que compite con los recién llegados a la ciudad. Otro ejemplo es Vilma, mi personaje favorito, interpretado por un Liev Sreiber que no se acompleja ante nada, por un momento me ha recordado a los o debería decir las protagonistas de Priscilla princesa en el desierto.
El film está protagonizada por Demetri Martin, un actor totalmente desconocido para mí que cumple con su función de maestro de ceremonias. A Martin lo acompañan unos secundarios de lujo entre los que destacan Emile Hirsch, Paul Dano, Jeffrey Dean Morgan, cada uno formando parte de un puzzle y un universo creado gracias a Ang Lee, James Schamus quien se encargó del guión.
Como conclusión aunque está bien y resulta entretenida y entrañable, me esperaba más. Me esperaba que fuera más allá de la comedia simpática que es y desgraciadamente no ha sido así. Aun así merece la pena un visionado por el reparto y sus interpretaciones y la fotografía de Eric Gautier.
Nota: 6/10