Puerta y sombras. Museo Sorolla, Madrid. Foto© AJR, 2019
Cae la tarde. Está el viento poseídode su voz más antigua y merodea
por los viejos tejados de la aldea
y en la torre en que, niño, estoy subido.
Lo escucho ahora en la ciudad. Su aullido
despierta en mi memoria una marea
de palabras sin fin cuando golpea,
a la vez que en el árbol, en mi oído.
Y así, mientras las horas entretejen
en el quieto telar urbano el tedio
de la indolente tarde de domingo,
los ecos vendavales me estremecen:
el que ahora acaso soy sufre el asedio
del que sin duda fui. Y no los distingo.