Este domingo concluyó el curso de macarons en el que he estado inmersa durante el último mes, "Macarons al milímetro". Si me seguís en Instagram, seguro que ya tendréis constancia de la gran cantidad de macarons que he horneado. Bandejas y más bandejas de estos dulces han ocupado buena parte de mi frigorífico a lo largo de estas últimas cuatro semanas.
De mi horno han salido macarons de muchísimos sabores distintos, rellenos deliciosos y coquilles decoradas. He hecho macs de limón, cacao y canela, chocolate blanco, coco, naranja y chocolate, calabaza, arroz con leche, menta, aguacate, fresa, tiramisú, stracciatella... (y algunos más que seguro que me dejo en el tintero).
Además de a mi pánico a fracasar al elaborarlos con el inestable merengue francés, me he enfrentado a otro de mis mayores temores a la hora de hacer macarons: decorarlos. He utilizado cacao en polvo, nonpareils varios y fideos de colores, chocolate fundido y, la que para mí ha sido la decoración más chula de todas, ¡los hemos hecho veteados! Yo no pude resistirme a elaborar solo una hornada, ¡hice hasta tres! La primera, rosa; la segunda, azul; y la tercera, verde. Preciosísimos todos.
Así, después de muchos días de curro intenso, el último trabajo, el proyecto final con el que poner el broche a este taller tan guay, era libre. Casi desde el primer instante supe qué iba a preparar. Me encantan las tartas decoradas con marcarons, así que estaba claro cuál sería el destino de los míos. Me encantaron los de cacao y canela, y los de tiramisú me entusiasmaron, por lo que ambos sabores tenían que estar presentes en mi proyecto.
Horneé una tarta de chocolate y café, preparé una ganache de -también- chocolate y café, e hice unos macarons de cacao con ganache de café y otros tantos de café con relleno de tiramisú. Y, como era de esperar, me pasé. Con creces. En mi tarta de 20cm no había espacio para tal cantidad de coquilles. Coloqué seis macs de choco sobre la tarta, y el resto sirvieron de delicioso atrezzo.
Y de la tarta en sí solo os puedo decir lo mismo de siempre: Los bizcochos quedan sorprendentemente esponjosos y la ganache de chocolate y café (la misma con la que rellené los marcarons) está tremendísima, para comerla a cucharadas. Lo que menos me ha convencido -aunque mínimamente- ha sido la crema de mantequilla del relleno (últimamente las buttercreams me saturan un poco). A pesar de ello, la inmensa cantidad de chips de chocolate que la acompañan hacen de ésta una tarta irresistible.
Tarta de chocolate y café:
INGREDIENTES (para un tarta de 20cm)
- Para dos bizcochos:
- 200g de azúcar
- 135g de harina
- 25g de cacao puro en polvo
- 3/4 de cucharadita de levadura química en polvo
- 3/4 de cucharadita de bicarbonato
- 1/2 de cucharadita de sal
- 50g de mantequilla fundida
- 1 huevo entero
- 1 yema de huevo
- 125mL de buttermilk (mezcla de leche y media cucharada de zumo de limón, que habremos dejado reposar durante, al menos, 10 minutos)
- 125mL de café fuerte
- Para la crema de mantequilla:
- 100g de mantequilla, a temperatura ambiente
- 300g de azúcar glas fino (icing sugar), tamizado
- 25g de cacao puro en polvo, tamizado
- 50g de chocolate negro fundido, a temperatura ambiente
- 3 cucharadas de café fuerte
- Para la ganache de chocolate y café:
- 200g de chocolate negro, en trozos
- 200g de nata para montar (mín. 35% m.g.)
- 1 cucharada de café soluble
- 20g de mantequilla
- 80-100g de chips de chocolate
PREPARACIÓN
- Precalentamos el horno a 180ºC. Engrasamos dos moldes de 20cm y cubrimos su base con papel vegetal.
- En un bol grande, batimos todos los ingredientes secos. En otro cuenco, todos los ingredientes húmedos. Vertemos los húmedos sobre los secos, y mezclamos hasta obtener una masa homogénea.
- Dividimos la preparación entre los dos moldes y horneamos 20-25 minutos a 180ºC. Dejamos que se enfríen por completo sobre una rejilla.
- Para la crema de mantequilla:
- Batimos la mantequilla hasta que esté blanca y cremosa, durante unos 5 minutos.
- Añadimos el cacao y el icing sugar, tamizados. Y batimos durante otros 5 minutos.
- Con la batidora en marcha, vertemos poco a poco el chocolate fundido. Por último, incorporamos el café, cucharada a cucharada, y seguimos batiendo hasta obtener una buttercream cremosa y suave. Reservamos.
- Para la ganache de chocolate y café:
- Calentamos la nata en un cazo hasta que hierva. Un poco antes de que comience a hervir, añadimos el café soluble, y mezclamos un poco. Cuando entre en ebullición, vertemos sobre el chocolate troceado, y removemos muy bien hasta que el chocolate se haya fundido por completo.
- En último lugar, incorporamos la mantequilla, y seguimos mezclando hasta que se disuelva entre toda la ganache, Cubrimos con papel film y la dejamos enfriar para que coja un poco de cuerpo.
- Montaje de la tarta:
- Cuando los bizcochos estén completamente fríos, colocamos uno de ellos sobre el plato de presentación o el stand. Con la ayuda de una boquilla rizada gordota, vamos extendiendo toda la crema de mantequilla, pero sin llegar al borde. Cuando tengamos una especie de rosetón (no os esperéis en que haya quedado bonito), lo aplastamos y lo extendemos con la ayuda de una espátula. En el borde que nos ha quedado sin crema, con la misma coquilla, hacemos una especie de dique todo alrededor. Dentro de este "dique", espolvoreamos los chips de chocolate.
- Sobre los chips, colocamos el otro bizcocho. Extendemos sobre la superficie la crema de mantequilla restante -de nuevo, sin llegar al borde-, pero sin esmerarnos demasiado en que quede súper lisita, porque la vamos a tapar.
- A continuación, extendemos sobre la crema de mantequilla una parte de la ganache de chocolate y café. Ahora sí, con una espátula, podemos extenderla para que quede lisa y bonita. El resto de la crema la ponemos dentro de una manga pastelera provista de una boquilla de estrella abierta, y decoramos como nos apetezca: formamos pequeñas rositas, rosetones, etc,
- Por último, la decoré con los macarons que aprendí a hacer en el taller.
Espero que os haya gustado. ¡Un besazo enorme!