Es maravilloso recibir regalos inesperados. En mi caso, además, si el regalo es un ingrediente me entusiasma y me hacer pensar a toda velocidad en qué plato voy a utilizarlo.
Le regalaron a Luis una caja de fresitas de agricultura biológica, de esas que son silvestres, recién cogidas de la mata y con un sabor y dulzura increíbles.
Justamente el otro día comentaba lo malas que han sido las fresas este año. Se están convirtiendo en lo mismo que los tomates: unos frutos preciosos de color pero con un interior insulso y una textura dura, como de plástico.
Por eso, al recibir esta caja, probamos unas cuantas sólo pasadas por agua, sin más, y reservé la mayor parte para una tarta exquisita que preparo en otras ocasiones con pera (pincha aquí).
Para 8-10 personas:
- 1 paquete de masa quebrada o brisa
- 1 Kg de fresas
- 2 hojas de gelatina neutra
- agua
- unas gotas de limón
- 200 mL de nata para montar (un brik)
- 200 mL de nata para cocinar (un brik)
- 100 mL de leche
- 3 yemas de huevo
- 100 g de azúcar
- 50 g de harina de maíz o Maizena
- 1 cucharadita de vainilla líquida
- 1 vaina de vainilla raspada
Mientras tanto vamos preparando la crema de vainilla. se ponen las natas y la leche junto al azúcar, la vainilla y la vaina raspada a calentar. Se deja que llegue a ebullición, se apaga el fuego y se deja que infusione la vainilla unos minutos. Luego se retira la vaina.
Se mezclan en un bol las yemas con la maizena, hasta que quede una pasta lisa. Fuera del fuego se añade a esta pasta la nata infusionada y se remueve para que se integre.
Se pone al fuego esta mezcla y se va removiendo sin parar, hasta que engorde. En el momento en que da el primer hervor, espesa.
Se retira del fuego y se deja enfriar. Se ponen en un bol las dos hojas de gelatina cubiertas de agua fría.
Una vez frías la masa y la crema se procede a montar la tarta. se cubre la masa con la crema de vainilla. se lavan las fresas y se les quita el rabito (excepto a unas pocas que puse con él para darle un aire más rústico).
Se van colocando en círculo, hacia abajo, hasta cubrir toda la superficie. Se prepara la gelatina para darles brillo. Se escurren las hojas gelatina, se ponen en un cacito cubiertas de agua y con unas gotas de limón. Se calienta suavemente hasta que se disuelva la gelatina.
Se retira del fuego y se deja enfriar unos instantes. Se pincelan las fresas con este líquido que al enfriar le dará brillo.
Se mete en la nevera a enfriar y se degusta así, fresquita.
No quedaron ni las migas...