Hasta esta semana nunca antes había cocinado con calabaza. Puede que os suene extraño, sobre todo viniendo de alguien que escribe un blog de cocina desde hace más de cinco años, pero es 100% cierto. Desde mi época escolar, le he tenido repelús a este fruto, aunque nunca lo había llegado a probar.
Para buscar el origen de mis reparos hacia la calabaza, nos tenemos que remontar a mis años como alumna de Primaria. Por entonces, cuando se acercaba la celebración de Halloween, una clase de inglés la dedicábamos a vaciar calabazas, para posteriormente abrirles los huecos de los ojos, la nariz y la boca. Esta operación la realizábamos por grupos. Uníamos unas cuantas mesas, las cubríamos con papel de periódico y, acto seguido, con la calabaza sobre la mesa, procedíamos a realizar el vaciado.
Aunque esto nos servía para salir de la rutina de las clases de inglés estáticas y aburridas, para mí no era una tarea del todo agradable. A mano, íbamos extrayendo todas las semillas de este fruto y las depositábamos todas juntas, a un lado del papel.
Contado así, no suena del todo mal, de hecho, este tipo de clases eran las que recuerdo con más cariño, pero el olor que emanaba esa mezcla de calabaza, papel mojado, aula de Primaria, semillas y manos de niño no era el más agradable del universo. Un olor que he estado recordando durante toda mi vida cada vez que leía u oía la palabra "calabaza", y que por poco no me producía arcadas.
Y, ahora, lamento en lo más profundo de mi alma no haber dejado atrás esta particular aprensión mucho antes.
A dos días de cumplir 26 (es tal mi depresión que aún no he pensado en qué tarta preparar), he descubierto que SÍ me gusta la calabaza. Lo digo bien alto.
Ha sido gracias a una calabaza que me regalaron unos vecinos (yo les regalé unas tartitas de mi curso con Luis Olmedo, y ellos me obsequiaron con varias verduras de la huerta de otoño; así que, genial). Y en cuanto la vi, supe que ya era hora de pasar de traumas infantiles y, cual gastroblogger intrépida, me prometí que probaría la calabaza de una vez por todas.
No arriesgué demasiado. Opté por el clásico pumpkin pie, pero en versión individual. ¡Y qué rico! El interior cremoso y con una sabor a especias de ñaaaaaaaaaaaaaaaaammmmmmm. Y la masa, mi preferida a día de hoy, la que vengo haciendo habitualmente, que es la que más me gusta y mejor resultado me da, y más sabe a mantequilla.
Tartitas de calabaza (mini pumpkin pies):
INGREDIENTES (para 12 unidades)- Para la masa:
- 400g de harina, tamizada
- 80g de azúcar glas, tamizado
- 200g de mantequilla, fría y cortada en cubos
- 2 huevos grandes
- Sal
- Para el relleno:
- 225g de queso cremoso de untar
- 460g de puré de calabaza*
- 215g de azúcar blanquilla
- 1/4 de cucharadita de sal
- 1 huevo + 2 yemas, ligeramente batidos
- 100g de almendra molida
- 60g de mantequilla fundida
- 1 cucharadita de vainilla en pasta
- 1 cucharadita de canela molida
- 1/4 de cucharadita de jengibre en polvo
- 1/4 de cucharadita de nuez moscada
- 2 clavos molidos
- Canela en polvo, para espolvorear sobre las tartitas horneadas
PREPARACIÓN
- Para la masa:
- Echamos en un bol la harina con el azúcar glas. Mezclamos y agregamos la mantequilla. Mezclamos con la punta de los dedos hasta obtener una masa arenosa. A continuación, añadimos los huevos y la sal y mezclamos lo justo hasta que la masa se homogeneice.
- Engrasamos doce moldes de tartaleta con la base desmontable, y cubrimos con la masa. Pinchamos la base varias veces con un tenedor y enfriamos en la nevera durante un mínimo de 20-30 minutos.
- Para el relleno:
- Precalentamos el horno a 175ºC.
- Batimos el queso crema con unas varillas, hasta que tenga una textura suave. Añadimos el puré de calabaza, y batimos hasta integrar. Incorporamos el azúcar y la sal.
- Agregamos los huevos, la almendra y la mantequilla fundida. Mezclamos.
- Por último, agregamos la vainilla y las especias.
- Sacamos las tartaletas de la nevera, y vertemos sobre ellas esta preparación. Horneamos de 35 a 40 minutos a 175ºC o hasta que el interior haya cuajado. Dejamos enfriar sobre una rejilla. Una vez frías, las servimos espolvoreadas con canela molida.
*Para hacer el puré de calabaza no me compliqué, tan solo pelé la calabaza, la troceé y la coloqué dentro de una fuente apta para microondas. La tapé con papel film y la metí en el microondas hasta que se ablandó. Después, tan solo con la ayuda de un tenedor, aplasté los trozos de calabaza hasta que obtuve un puré.
¡Un besazo!