No resultaría nada atrevido decir que a todos nos preocupa la imagen que mostramos ante los demás. Los humanos somos seres sociales, y como tales damos importancia a la impresión que causamos en los otros, de forma que hacemos lo posible por agradar y por presentarnos de un modo deseable.
Si esto ocurre dentro de los límites 'normales', podríamos decir que no tendría excesiva importancia, incluso es bueno que cuidemos nuestras relaciones mediante un adecuado manejo de impresiones, siempre respetando nuestro autoconcepto.
El problema viene cuando estamos totalmente condicionados a la opinión de los otros. Si damos una importancia capital a lo que los demás piensan sobre nuestra persona, concediéndole incluso más relevancia que al propio concepto que tenemos de nosotros mismos nos encontraríamos en una situación nada saludable desde el punto de vista psicológico.
Es importante comprender que muchos de los juicios que los demás hacen sobre nosotros están basados en simples apreciaciones casuales. Por eso, suelen ser meros comentarios que para nada reflejan nuestra personalidad o nuestros rasgos, pero que pueden hacernos mucho daño si somos especialmente vulnerables a ello.
Resulta fundamental que aprendamos a dar a las ideas que los demás tienen sobre nosotros la justa importancia que merecen, pues nunca debemos olvidar que el que mejor te conoce eres tú mismo. Por eso, si por ciertas circunstancias de tu vida tienes una autoestima un poco delicada, has de hacer un especial esfuerzo a este respecto.
Sería bueno que dedicases algún tiempo a definirte a ti mismo, apreciando tus puntos fuertes y comprendiendo también los débiles para tratar de mejorarlos. Lo que nunca debes hacer es dar por válidos e inmodificables los comentarios que otras personas hagan sobre ti, incluso siendo personas importantes para ti. Recuerda que ellos son simples observadores, que incluso siendo personas cercanas seguramente no conozcan tu verdadera esencia, esa que sólo tú y tú mismo compartís en tu interior.
Por todo esto, es importante que empieces a eliminar el 'qué pensarán' por el 'qué quiero', valorándote más como persona y aceptando que no hay un camino correcto. Además, y si te quedas más tranquilo, te diré que un porcentaje muy alto de las suposiciones que hacemos sobre lo que los demás piensan de nosotros son erróneas. Los otros no están tan pendiente nuestra como pensamos, ¿acaso tú lo estás de ellos?