Hace unos días publiqué la reseña de una novela que me sorprendió y me enamoró a partes iguales de mi, a partir de esta lectura, idolatrada Marta Lobo, la cual podéis encontrar en el siguiente enlace.
Reseña Cinco Días Para Enamorarse de Marta Lobo
Casualmente, el fragmento seleccionado pertenece al arranque de la novela, más concrétamente al prólogo, así que no descubriréis mucho sobre la trama, pero podréis disfrutar de uno de los momentos más divertidos.... y sólo es el comienzo de la historia.
Una novela diferente a las demás, fresca, divertida, muy canalla y sobre todo, muy necesaria en mi estantería ya que se sale del tipo de novela romántica a la que nos tienen últimamente acostumbradas.
Es la vuelta del chick-lit puro y duro, de esa novela romántica con momentos de risa, de lágrimas, de amistad y de amor... no de sexo explicito cada página y media.
Sin duda alguna una de mis mejores lecturas de los últimos tiempos y que no me cansaré de recordaros, para abrir boca os dejo con el fragmento seleccionado.... disfrutadlo.
—¿En serio? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? —le pregunto mientras bajo mi mano en la que aparece una probeta llena de un líquido verde.Cinco Días Para enamorarse, Prólogo - Página 13.
—No me lo puedo explicar. Yo tan solo he bajado a por un sándwich a la máquina cuando te he visto aparecer corriendo por el pasillo como una loca.
—¿Puedo alegar enajenación mental transitoria? —digo recordando ligeramente lo sucedido.
—No. Eso en un tribunal seguro que no colaría. —Rocío está estudiando derecho. Obtuvo la nota más alta de selectividad en toda España.
—Pero —no puedo terminar de hablar cuando escuchamos unos gritos que cada vez están más cerca. Son gritos de hombres.
Parece que están persiguiendo a la única virgen del mundo para procrear—. ¿Pero qué coño está pasando?
—Sabía desde el primer momento que te conocí en el instituto que me ibas a traer problemas —dentro de su tono serio puedo ver cómo se empieza a dibujar una sonrisa en su boca—. Pero ¿sabes una cosa? Me encantaste aquel día y lo sigues haciendo. Aunque estés como una maldita cabra.
—No sé si soy lo que a tus padres conservadores les gustaría Rocío. —Les conocí el primer día y lo supe por su mirada de rechazo a mis pantalones rotos y a mis botas de tachuelas.
—Lo sé. Soy su única hija, la que ha estado encerrada en casa estudiando para tener la mejor nota, la que no ha salido con ningún chico y bla bla bla. Eso diría mi madre. —Se empieza a reír a carcajada limpia—. ¿Sabes que se morirían si me vieran con lo que tienes dibujado en la cara?
—Lo sé Ro, pero para tener una polla en la boca dibujada como esta —me la señalo—, hay que tener algo especial.
—Lo que hay que tener es poca vergüenza. —Tiro de su mano para salir de aquel agujero.
—¿Vergüenza para irnos a comer algo? —Rocío hace un gesto de negación—. Mis tripas piden burritos de media noche y un batido de chocolate con nata.
Al salir nos encontramos a los hombres que emiten esos rugidos y dos de ellos me cogen en volandas y me mantean. Pienso que voy a acabar cenando burritos con un pollón en la cara y sin dientes. Sería una bonita foto para la orla de la universidad. Marina Castro alias la Sindi.
—Marina, Marina, Marina —corean al mantearme.
—¿Dios que he hecho? —El más grande de ellos me coge entre sus brazos y me aleja de todos un poco. Cuando me deja en el suelo veo que lleva un sujetador. Mi sujetador para ser más exacta. Mi sujetador y sus calzoncillos. Al menos no lleva mis bragas de Superman—. ¿Puedes decirme cómo has acabado con mi sujetador?
—Joder Marina. Tu apuesta era clara.
—¿Mi apuesta? —no sé de qué demonios está hablando.
—Eres tú la que nos has incitado a correr desnudos por el parque de la universidad. Has sido la primera en quitarte la ropa sin pensártelo. —Me fijo y veo que solo llevo mis botas y una camiseta de baloncesto excesivamente grande.
—Ya decía yo que me entraba aire por los bajos.
—Eres pura dinamita nena. Creo que estos años nos lo vamos a pasar en grande.
De repente escuchamos a la virgen que persiguen justo a nuestro lado. Pero en realidad es ella la que les está persiguiendo a ellos.
—¿Ahora paráis? ¿Es que el decano ha aparecido?
A nuestro lado se encuentra una rubia con los ojos azules vestida con un horrendo mono naranja y un número en su pierna escrito que me quedo mirando.
—Alicia, ¿qué crees que dirá papá y mamá cuando se enteren de esto? —el tío grandullón señala a la rubia presidiaria.
—Venga no me jodas Lucas —se dirige al chico grande que tengo al lado —. ¿Se lo vas a contar tú? Porque si lo haces le diré que me obligaste a beber y corriste desnudo incitado por una morena.
—Yo no he incitado a nadie —contesto sin pensar.
—Claro que sí. He visto cómo apostabas a que si te quitabas el sujetador en menos de diez segundos sin quitarte la camiseta, ellos tendrían que correr desnudos, y uno de ellos con tu sujetador. —Esta acusación debe ser correcta por nuestras pintas.
—Vale, soy culpable, pero que nos les ha costado nada hacerlo.
—Ya sé yo lo que trata de hacer mi hermanito para ligarse a una morena guapa como tú. —Me tiende su mano con una gran sonrisa en la cara—. Me llamo Alicia y soy la hermana de este mendrugo con sujetador. Oye ¡qué mono es! ¿Ya te ha pedido tu número? —su hermano agacha la cabeza avergonzado.
—Joder Ali eres especialista en cagarla.
—Ves, yo soy más simple que todo eso. Me he escrito mi número en la pierna y así quien quiera lo tendrá. —Miro su pierna y me empiezo a reír.
—Eso sí que es ligar a lo grande Alicia. —Esta tía parece muy auténtica.
—Ahora nos íbamos a comer algo ¿te apuntas Alicia? —dice Rocío frotándose la cara tratando de borrar ese bigote hasta dejarse una gran marca roja—. Definitivamente no sale.
—Por Dios, sí. Me muero de hambre.