Concepción artística de Kepler 10b. Crédito: NASA
El último descubrimiento de Kepler es un paso adelante en la busca de un verdadero análogo de la Tierra.
Kepler, el telescopio espacial que se considera que tiene más posibilidades de identificar, en los próximos años, un planeta similar a la Tierra orbitando otra estrella, ha tocado tierra firme, dicen los científicos de la misión.
La mayor parte de los cientos de planetas extrasolares descubiertos hasta la fecha — incluyendo los ocho anteriores encontrados por Kepler – son al menos tan grandes como Neptuno, y principalmente son gigantes de gas. Pero los astrónomos esperan que la misión finalmente arroje una gran cantidad de planetas terrestres, incluyendo algunos que orbitan sus estrellas a una distancia que permitiría que sus superficies alberguen agua líquida, y posiblemente, vida.
Ahora, el equipo está un paso más cerca de tal objetivo. Ha encontrado una estrella similar al Sol a 173 pársecs de distancia – relativamente cerca para los estándares galácticos – que tiene un planeta apenas un 40% más grande que la Tierra, aunque está demasiado caliente para ser habitable. Las medidas de apoyo de la masa del planeta, recopiladas en el Observatorio Keck en Mauna Kea, Hawai, sugieren que la densidad del planeta es de 1,6 veces la de la Tierra, lo que implica una composición rocosa. Aunque otros telescopios ya han observado un puñado de ‘súper-Tierras’ similares, el primer planeta rocoso confirmado que cae bajo la visión de Kepler es un signo que anima a la misión.
“Es un hito”, dice la co-investigadora Natalie Batalha, astrónomo en la Universidad Estatal de San José en California, que desveló las noticias del descubrimiento durante una charla el 10 de enero en la reunión anual de la Sociedad Astronómica Americana en Seattle, Washington.
Lanzado en 2009 por la NASA, la estrategia de Kepler es observar una zona del cielo en el plano de la Vía Láctea, donde puede monitorizar continuamente más de 100 000 estrellas, y buscar ligeros y periódicos cambios en su luminosidad. Tales caídas en el brillo, a menudo indican la presencia de planetas que repetidamente cruzan frente a las estrellas que orbitan. Hasta el momento, tras apenas un año de observaciones, Kepler está limitado a la detección de planetas de periodo corto, aquellos que están cerca de sus estrellas.
El planeta recién encontrado orbita a su estrella – designada como Kepler 10 — cada 20 horas – a una distancia de 2,5 millones de kilómetros. Esto es menos del 2% de la distancia que separa la Tierra del Sol, asegurando que el planeta tiene más una superficie de lava que de tierra firme, con una temperatura superficial de 1800 °C, suficientemente caliente para fundir la roca.
Los astrónomos de Keck fueron capaces de monitorizar cómo el planeta tiraba de la estrella, obteniendo de ahí su masa. Mientras tato, debido a que la estrella está más cerca que la mayor parte de las estrellas en el campo de búsqueda de Kepler, el equipo del telescopio pudo registrar diminutas variaciones en la luminosidad de la estrella debido a las ondas de sonido que se transmiten por su interior. La sincronización de estas oscilaciones acústicas proporcionaron una información detallada sobre las dimensiones de la estrella, de la misma forma que el sonido de una cuerda en un arco revela si el instrumento tocado es un violín o un violonchelo.
“Todo lo que medimos en el planeta es en relación a la estrella madre”, dice Batalha. Con la cifra precisa del diámetro de la estrella, ella y sus colegas fueron capaces de calcular las dimensiones del planeta con una precisión similar.
La estrecha órbita del planeta es similar a la de otro exoplaneta rocoso, CoRoT-7b, descubierto en 2009, dice Greg Laughlin, astrónomo de la Universidad de California en Santa Cruz, que no estuvo implicado en el trabajo. Dice que el resultado demuestra cómo han avanzado en los últimos años las técnicas astronómicas para encontrar exoplanetas de proporciones similares a la Tierra. “Nadie habría pensado hace una década que seríamos capaces de encontrar estas súper-Tierras rocosas ultra-calientes”, dice Laughlin. Su existencia sugiere que mundos más fríos y menores esperan ser descubiertos por Kepler conforme aumente su tiempo de monitorización, y pueda identificar planetas en órbitas más lejanas y largas, añade.
En febrero, se espera que la misión Kepler publique 400 candidatos planetarios. El equipo está entusiasmado, dice Batalha, debido a que el creciente número de detecciones por parte de Kepler, ofrecerá la primera estimación concreta de la frecuencia de los planetas extrasolares – rocosos y de otros tipos. “Hasta el momento, ha habido un aluvión”, comenta Batalha. “Y esperamos encontrar muchos más planetas”.
Artículo traducido y posteado en Ciencia Kanija, el original se publicó en Nature, su autor es Adam Mann.