¿Recuerdas tus objetivos para el nuevo año? Probablemente la lista incluye un montón de hitos que quieres alcanzar este año, desde la meditación diario y tu primera carrera de 10 km hasta tus planes de hacer crecer tu negocio o cambiar de trabajo. Raramente los propósitos incluyen resultados que quieras evitar, ya sea porque no quieres concentrarte en lo negativo o porque no te habías planteado aún que "dormir más temprano" equivale a "apagar el ordenador a las 22h".
Los objetivos positivos simplemente suenan más sexy y además encajan perfectamente con la filosofía de este mundo que cada día quiere hacer más cosas. Ahora sí, a nivel neuronal es un poco más complicado. Tu cerebro no responde únicamente a incentivos, sino que también funciona gracias al instinto de supervivencia. Y en muchos casos el efecto de querer evitar un desastre (la muerte, como lo interpreta tu cerebro) es más poderoso que un hito bonito.
¿Cómo puedes saber si evitas consecuencias o buscas nuevos retos?
La diferencia entre alcanzar hitos o evitar consecuencias negativas no es tan obvia como otros tipos de tendencias personales. La norma generalizada es que todos aspiramos a algo. Querer evitar una situación sería interpretado como una debilidad, o como mínimo como una falta de amor propio. Descubrir qué te motiva más por lo tanto puede ser un camino algo solitario.
La buena noticia es que no tienes por qué decirle a nadie que te motiva en el fondo. Cualquier reto tiene un resultado contrario a evitar. Cualquier riesgo tiene inherente su hito a conseguir. Nada impide por lo tanto que para ti mismo definas una motivación, mientras de cara al mundo lo explicas de otra forma.
En todo caso es muy importante que recuerdes lo siguiente: motivarse con retos nuevos no es mejor ni peor que motivarse con consecuencias negativas. En este caso lo importante es el resultado: la fuente de tu motivación es simplemente una herramienta para facilitar el camino hacia este resultado.
Dos ejemplos prácticos
Habías decidido hacer más deporte este año. En enero te apuntaste al gimnasio pero si eres sincera contigo misma (y echas un vistazo a tu agenda) verás que hace ya 10 días que no vas. Necesitas rescatar tu motivación.
Opción 1: Puedes crear un sistema de recompensas para asegurar de que vayas por lo menos tres veces por semana. Puedes escuchar tu podcast favorito únicamente en el gimnasio. O puedes regalarte algo especial cada mes que cumples con tu objetivo.
Opción 2: Puedes avisar a la entrenadora de que irás cada lunes / miércoles / viernes a su clase, mientras además te haces amiga de la recepcionista. Al poco tiempo te dará vergüenza no ir en los días señalados, sabiendo de que por lo menos estas dos sí que se darán cuenta de tu ausencia.
Habías decidido escribir 500 palabras a diario para poder publicar tu primer libro en tu blog. Los primeros días lo cumpliste a rajatabla, levantándote media hora antes que normalmente para poder escribir con calma. Sin embargo, después de pocos días la pereza pudo contigo y evitas hasta abrir el programa de texto.
Opción 1: Puedes recurrir a los incentivos habituales como prometerte un masaje para cuando hayas publicado el libro o tomarte un muy buen vino cada vez que te sientes a escribir (mejor si escribes de noche).
Opción 2: Puedes comprometerte a donar una cierta cantidad de dinero a una causa que no te gusta si no cumples con tus objetivos. O puedes darte de alta en una plataforma como beeminder para medir tus avances... y pagar si no cumples lo prometido.
Te sorprenderás cuánta energía se puede liberar al evitar el cotilleo de los demás o causas que no te interesan.
¿Cuál es tu tendencia personal?
[Esta entrada es parte de una serie sobre tus tendencias personales que tendrás que tomar en cuenta si quieres crear una vida que se ajusta a tus necesidades y sueños. Es fácil caer en la tentación de copiar a tus ídolos y héroes sin asegurarte primero de que lo que ellos hacen encaja contigo. Mejor que conoces tus propias preferencias, más fácil te será adaptar lo que te sirve y descartar lo que no va contigo. ¿Te atreves?]