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Tendero no es Costillares

Por Antoniodiaz
Tendero no es CostillaresFoto: Plazadetorosdelamaestranza.com

Sevilla. Plaza de toros de La Maestranza. Feria de Abril. Segunda de abono. Un cuarto de entrada. Toros de José Luis Pereda/La Dehesilla para Salvador Vega, Miguel Ángel Delgado y Miguel Tendero.
No se esperaba más de una ganadería, que como en el menú del bar Manolo, tiene por ingredientes la gaseosa Nuñez y el morapio Domecq. Cualquier atisbo de bravura, fiereza y emoción es mera casualidad. Inocentones y facilones para el torero. Y hasta donde no llega la genética, llega el serrucho para limar asperezas.
Salvador Vega es de esos toreros rellena ferias de los que no hablan los empresarios cuando dejan fuera a la figura de turno por cuatro gordas. Dejó algún lance estimable a la verónica, que tal y como está el nivel capotero de la mitad del escalafón ya es bastante. Sorteó dos mansitos, al primero, con un vendaval en el albero, se lo sacó a los medios, tirando de conocimientos... Perfilero y pegapasista con su dos bureles, no tuvo el detalle de matarlos rápido y dejar de aburrirnos. Otro que se suma al clan de las faenas del cuarto de hora.
Miguel Ángel Delgado, casi tan nuevo como los novilleros de ayer, va para torero artista, en el sentido peyorativo de un término que dudo que tenga un sentido elogioso. Nos crecen artistas como malas hierbas mientras empieza a ser raro ver a un tío matar por arriba, colocar bien el toro en el caballo o hacer un quite a la verónica. Con el manso (otro) que salió en segundo lugar estuvo inteligente, atacándole hasta donde se dejó el mulo, que tiraba más coces que cornadas. En el quinto, por supuesto que hay quinto malo, se llevó una cornada por andar soñoliento delante del animal.
Miguel Tendero estuvo bien de verdad con un tercero que eran tan canijo como incierto. Vio faena en dónde parecía que no la había. En su haber algunos muletazos con la derecha bajando la mano. Al natural, como es natural en estos toreros de autoescuela, la faena bajó. Como anduvo en pinchauvas perdió una oreja. Con la espada tiene un cacao monumental. Perdió el sitio tras el grave percance de Albacete y ahora para recuperarlo se quiere apuntar al julipié. Le tira la muleta a los ojos al bicho, en vez de a las pezuñas, como hace Julián, pero con resultado diferente. Y es que hasta para hacer trampas hay que tener talento. En el que cerraba plaza, que tampoco dió opciones, estuvo voluntarioso logrando trazar algún muletazo decente. Al julipié, nuevo recital.
Mañana, cuarta de abono, caballitos. Descansamos.

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