El terremoto de Okhotsk, ocurrido en el fondo del Pacífico el pasado mayo, emitió una energía 36 veces superior a la liberada por la bomba atómica de Hiroshima y produjo una grieta de 180 kilómetros, la más larga conocida. A las 16:44, hora local del 24 de mayo, un fuerte sismo de 8.4 grados de magnitud se registró en el mar de Okhotsk, Rusia. El sismo se sintió no solo en Okhotsk, sino también se sintió en lugares lejanos como en la capital rusa Moscú, en Emiratos Árabes Unidos, Indonesia, Canadá, Estados Unidos hasta en zonas montañosas de México se pudo percibir el sismo, tal y como lo muestran los testimonios del USGS y el EMSC.
Fuente: USGS
Meses después del sismo, su causa sigue siendo un misterio. Sin embargo, un estudio publicado esta semana en Science revela que este fenómeno, ocurrido a unos 609 kilómetros de profundidad, es el más potente registrado hasta la fecha. Los autores del trabajo, pertenecientes a la Universidad de California en Santa Cruz, el Instituto de Tecnología de California y la Universidad de Utah en EEUU, han revelado que el sismo liberó la energía equivalente a la explosión de 36 millones de kilogramos de dinamita y produjo una grieta de 180 kilómetros, la más larga conocida. Los investigadores analizaron las ondas sísmicas emitidas durante el evento. “Miles de estaciones de todo el mundo registraron el temblor de tierra al propagarse por la roca”, explica a Thorne Lay, uno de los autores del trabajo. A continuación, compararon los resultados con los datos de un terremoto de características similares ocurrido en Bolivia en el año 1994. “La energía liberada triplicó la de Bolivia”, indica Lay.
El área y la velocidad de ruptura también fueron mucho mayores que durante el fenómeno anterior. El enorme agujero que produjo el fenómeno constituye una falla, un deslizamiento de dos placas tectónicas –las piezas que constituyen la corteza terrestre–, con una velocidad de ruptura de unos 9.000 kilómetros por hora, datos que se asemejan más a terremotos superficiales que a temblores profundos. El terreno se movió hasta 10 metros. “Aquel sismo fue diferente, se produjo muy despacio y parece haber involucrado otro tipo de fallas, con una deformación en vez de una rápida rotura de la roca”, dice el investigador. Los expertos atribuyen las grandes diferencias entre los dos fenómenos a las variaciones en la edad y la temperatura de la lámina subyacente. La placa del Pacífico se hunde bajo el mar de Okhotsk y es mucho más fría que la placa donde se produjo el terremoto de Bolivia en 1994. “Cómo ocurren estos sismos es una incógnita”, afirma Lay. Los expertos aún se preguntan cómo puede una roca deslizarse sobre otra tan rápido mientras está siendo comprimida por 609 kilómetros de material. El investigador afirma que entender la naturaleza de estos fenómenos es clave para prevenir otros movimientos de tierra que puedan causar daños.
Los movimientos de tierra profundos tienen lugar en la zona de transición entre el manto superior y el inferior, que se encuentra entre 400 y 700 kilómetros bajo la superficie. Son el resultado de la tensión ejercida sobre una placa subyacente cuando una lámina de la corteza terrestre se desliza bajo otra. Normalmente, este tipo de terremotos no ocasionan un temblor suficientemente potente en la superficie para que pueda suponer ningún peligro, pero tienen un gran interés científico. A pesar de la magnitud del sismo, este no dejó daños en las zonas más cercanas al epicentro, donde se sintió con intensidad mercalli de VII; aunque en lugares muy lejanos del epicentro, como en la ciudad de Atyrau en Kazajistán, y en la ciudad de Goleta de California, EEUU, se pudo sentir el sismo con una intensidad mercalli de hasta VI; tal y como se puede ver en el USGS.