Dejo su propio testiomonio para el final...
TESTIMONIO - ESTRABISMO - NUNCA PENSÉ QUE MI HIJO TUVIERA UN PROBLEMA DE APRENDIZAJE
La siguiente historia pertenece a un niño de 7 años que presentaba un retraso escolar con respecto a sus compañeros, no le gustaba el colegio, ni ninguna actividad que realizaba en él (leer, escribir, pintar, jugar con la pelota, etc.), no le daba tiempo a terminar sus tareas, era muy inquieto y en clase siempre estaba disperso. En un gabinete psicopedagógico le diagnosticaron DIFICULTADES GRAFO-PERCEPTIVAS DE COORDINACIÓN VISUO-MOTORA.
Además, Pedro utilizaba gafas desde los 3 años para corregir una hipermetropía y un estrabismo, y aunque su Agudeza visual con las gafas era casi del 100% con cada ojo y su estrabismo no se notaba con ellas puestas, su visión no era eficiente ya que nunca utilizaba ambos ojos a la vez ni sabía cómo hacerlo.
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Hola Rosa.
La historia de Pedro ha sido peculiar (por lo menos para mí). Nunca pensé que tuviera un problema en el aprendizaje, pues era un niño que se salía de lo normal. Habló muy pronto, hacía cosas, y decía que siempre comentábamos: “¡Que listo que es Pedro!”
De hecho lo es, pues tiene un C.I. más alto que la media. Pero tiene muchas cosas que le impiden llegar a poder sacar más partido y no nos habíamos dado cuenta.
Nunca quería escribir, ni pintar y aprendió muy tarde a leer. Ya ha terminado 1º de primaria. Y de una forma diferente: de no leer nada, a leer todas las palabras. Pero cuando le preguntabas de qué iba el cuento que había leído, te contaba una historia inventada. Estaba tan pendiente de leer bien todas las palabras que no se enteraba de lo que leía.
Algo le pasaba, pero no sabíamos que era!!! Le llevé a un gabinete psicopedagógico, y en el informe de ellos fue donde me dijeron las DIFICULTADES GRAFO-PERCEPTIVAS DE COORDINACIÓN VISUO-MOTORA. Además de más cosas. Me llamó bastante la atención. El niño tenía una agudeza visual del 100% pero no procesaba bien la información visual.
Un amigo me recomendó hacerle una evaluación más exhaustiva sobre el tema, y el especialista que la hacía era un optometrista comportamental. Se iba a informar de varios por Internet y ya me daría las direcciones, porque personalmente no conocía a ninguno. La página de Rosa fue la que más información había sobre el tema. Y claro está, no dudé en llamarla.
El informe que le habían hecho en el gabinete psicopedagógico, no tenía nada que ver con el que hizo Rosa. Es alucinante.
Es increíble que por no tener bien desarrollada la visión, los problemas que puedes tener. Y los reflejos primitivos no integrados ni os cuento.
EVALUACIÓN VISUAL
Saltos hipométricos:
- El niño no sabía decirte lo que estaba leyendo porque estaba más pendiente de no confundirse de renglón y entender el tipo de letra que de la narración del cuento.
- Con los ejercicios de los saltos hipométricos notamos la mejoría, no cabe duda.
- No había manera de que el niño jugara a la pelota pues sus ojos no trabajaban a la vez y eso le hacía no tener coordinación motora de ojo-pie y por eso no quería jugar con ella. Ahora me ha dicho que le apunte a fútbol con su amigo Marcos.
- También ha conseguido tener mejor coordinación ojo-mano en los trabajos manuales del colegio y ha mejorado las notas.
- Es capaz de corregir su estrabismo y al enfocar él mismo se da cuenta y lo corrige (claro que si con tanto ejercicio visual no lo conseguía ya sería raro). Nuestro trabajo nos ha costado no creáis.
El desarrollo motor:
- Su destreza manual mejora pero todavía nos queda trabajo por hacer.
- Debido al estrabismo tiene lateralidad cruzada y estamos intentando que trabaje a nivel visual el hemisferio de su lado dominante para intentar cambiar la dominancia del ojo. Aquí también nos queda un poco de trabajo por hacer.
Memoria visual:
- Ya va entendiendo mejor los problemas de matemáticas, y la tabla de multiplicar no le ha costado mucho trabajo en aprendérsela (le dieron en el colegio el carné de multiplicador).
- Le costaba trabajo diferenciar varios tipos de letra, ahora ya no tiene problema, y reconoce una letra si está en mayúscula o minúscula. En una ocasión escribió su abuela una nota para que supiéramos dónde había ido, y me dijo: “Mamá no entiendo lo que pone la abuela”. La nota se entendía perfectamente pero él no conocía la letra. Fue curiosísimo ¡No fue capaz de leerla! Ahora eso ya no le pasa.
Tenía activos varios reflejos y eso le hacía ser un niño muy movido y no desarrollar bien la visión. Con la ayuda de la terapia de integración de los reflejos, el resultado ha sido un éxito. Es en lo que yo más contenta estoy.
Según íbamos avanzando en la terapia, el niño me comentó varia veces: “¡Que fáciles son ahora los ejercicios y al principio no! ¿Te has dado cuenta mamá?”
Se nos ha hecho muy lenta la terapia con muchas cuestas arriba y cuestas abajo, porque los logros no se ven de inmediato y te desanimas. Esto no es como cuando te tomas una aspirina porque te duele la cabeza y se te pasa de inmediato. Pero después de su tiempo, estamos muy contentos por el esfuerzo y los resultados obtenidos.
Gracias Rosa, por todo y sobre todo por tu paciencia. Me alegro de haberte conocido y así haber podido ayudar a Pedro.
Un cordial saludo.
La madre de Pedro.
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La conducta de Pedro fue cambiando mes a mes, al principio su rebeldía e inquietud complicaba trabajar con él. Pero ver los cambios en él hacía que todo el esfuerzo mereciera la pena. Aún se frustra cuando no consigue las cosas cuando él quiere y cómo él quiere y se ofusca, y eso hace que le salgan peor, pero eso ya es sólo cuestión de que lo entienda y aprenda. He aprendido mucho con Pedro. Y lo que más le gusta a él, él mismo ha aprendido a controlar sus ojos y a hacer con ellos lo que quiere, ahora ve con los dos ojos en todo momento :-)
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Tras publicar esta entrada, Pedro me envió su carta con su propia opinión de la terapia de su puño y letra y la añado ahora. Como me decía la madre, es curioso como dio importancia al final a las caritas cuando en casi todo el transcurso de la terapia "pasó de ellas". No eran lo suficientemente motivantes para portarse mejor, obedecer y hacer los ejercicios lo mejor que pudiera.
Al final, eso le resultaba tan fácil que él mismo pedía las caritas cuando terminaba la sesión porque sabía que había colaborado y se había portado bien y merecía su premio!! :-)
Ésta es su escritura con la que llegó inicialmente:
Y ésta es una muestra de sus trabajos en el colegio, en cuyos márgenes el profesor había anotado: "¡FENOMENAL! ¡QUE LETRA! Muy bien (subrayado)":
MÁS INFORMACIÓN: http://www.conscienciavisual.com/
TESTIMONIO - OJO VAGO - HARTA DE USAR EL PARCHE
Siguiendo con la serie de testimonios, aquí os muestro la historia de una niña de 8 años con una ambliopía u ojo vago que llevaba 4 años utilizando parche bajo prescripción oftalmológica, pero su agudeza visual aunque había mejorado, no llegaba al 100% y cansada de las irritaciones que le producía el parche en su cara, de la presión psicológica que le suponía llevarlo en su entorno (compañeros del colegio y amigos) durante tanto tiempo, etc., su madre buscó otra solución.
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Hola, soy la madre de V.P., “ Vicky”.
Cuando Vicky tenía cinco años en una revisión rutinaria con el oftalmólogo nos dijeron que tenía un ojo vago y que había que tratarla con una terapia de oclusión. No me resulto extraño porque su hermana Cristina estaba siendo tratada de lo mismo.
Empezamos con las oclusiones primero unas horas que se fueron incrementando hasta llevar tapado el ojo izquierdo todo el día.
Los primeros meses mejoró bastante, pues de hecho partía de un 30% de visión en uno de los ojos, y ese porcentaje mejoro con rapidez. Al año los resultados eran buenos pero era necesario continuar con la terapia para igualar la visión en ambos ojos.
Vicky se quejaba de llevar el parche, pues este le ocasionaba molestias físicas, el pegamento le irritaba la piel, le cansaba en extremo hacer las tareas del colegio, se mostraba más torpe en su actividad diaria, así bajar las escaleras suponían continuas caídas y los tropezones se multiplicaban. También tenía cefaleas muy frecuentes y el neurólogo no descartó que pudieran derivarse de su problema visual.
Continuamos con la terapia de oclusión pero a partir del año, Vicky dejó de mejorar, y la mejora obtenida hasta ese momento se estancó.
En septiembre del año 2009 la oftalmóloga nos dijo que no mejoraba y que no sabía muy bien qué hacer con Vicky porque la oclusión del ojo no estaba dando resultados. Sin embargo, mencionó que existían terapias visuales y que podría ser una opción para ella. Le pregunte si me podía dar alguna dirección y me dijo que iba a esperar seis meses más antes de valorar la terapia.
Vicky, mientras tanto toleraba cada vez peor el parche se quejaba de él, le molestaba, se veía fea y torpe y cuando mayor era peor lo llevaba. Cuando oyó la posibilidad de poder hacer terapia visual me animó a buscar cuanto antes esa alternativa.
Buscamos, preguntamos, indagamos y dimos a parar con Rosa.
Llamé, me explicó y tuvimos nuestra primera cita.
Valoró la situación de Vicky, lo que podía hacer y lo que no, su carencia visual, sus dificultades. Vicky, en el colegio tenía dificultades con la lectura y para mayor problema su carácter era tremendamente explosivo y con muy poca capacidad de adaptación a la frustración.
Rosa nos confirmó que sus posibilidades de mejora eran muchas y el camino a seguir era hacer unos ejercicios diarios que le llevarían unos cuantos minutos diarios pero a cambio no tendría que llevar el parche.
Las carencias visuales de Vicky se me hicieron más evidentes cuando empezamos la terapia: cuando era incapaz de meter un grano de arroz en una pajita, o de insertar una aguja en una estrellita de las de pasta.
Sin embargo, en breve empezamos a ver su mejoría e iba superando los ejercicios. Además, aunque cada vez eran más difíciles, su capacidad de adaptación y superación también creció.
Pasaron los meses y la mejoría la notó ella, nosotros y la oftalmóloga.
Además, de los ejercicios visuales, esta terapia incluía un par de ejercicios dedicados a actividades físicas para integrar un reflejo infantil. Al principio me pareció cuando menos curioso el incluirlos en la terapia visual, pero pronto evidencié el efecto de estos ejercicios en su forma de comportarse: sus brotes de genio e ira que se redujeron considerablemente.
Bueno, lo importante es que dos años después Vicky ha recibido el alta en la consulta del oftalmólogo y en la consulta de Rosa.
La madre de Vicky.
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Esa mejora madurativa que comenta la madre en su carta se notó incluso a nivel de su escritura. Año y medio después su escritura parecía de otra niña:
No sólo consiguió escribir más rápido sino que además su letra era más clara y ya no era ligada.
Pero lo que me quedo de la revisión del alta que le hice a Vicky fueron las palabras de su madre: "Hemos notado que con la terapia visual Vicky ha conseguido tener CALIDAD EN SU VISIÓN". Cuando llegó a la consulta era la que peor veía de su familia (peor también que su hermana Cristina), pero tras terminar la terapia visual, ELLA ERA LA QUE MEJOR VEÍA, incluso que sus padres que ninguno había tenido ojo vago.
Como optometrista me llenó y alegró esa respuesta. Es la que mejor me podía dar. Que te digan que has conseguido eso te deja la sensación de un trabajo bien hecho :-)
MÁS INFORMACIÓN: http://www.conscienciavisual.com/
TESTIMONIO - PROBLEMA DE APRENDIZAJE - UNOS PADRES DESESPERADOS CON EL RENDIMIENTO ESCOLAR DE NUESTRA HIJA
Esta historia corresponde a una niña de 9 años. Presentaba dificultades de aprendizaje principalmente en el entendimiento de los textos, órdenes o problemas escritos, lo cual le dificultaba seguir el ritmo de la clase. Tenía una lectura lenta para su edad y problemas para las matemáticas. Le costaban las tareas manuales que requerían una precisión y coordinación fina de sus manos y ojos, cansándose rápidamente. Además, presentaba una mala postura corporal al sentarse que le complicaba todas sus tareas cercanas en una mesa.
Estuvo haciendo terapia con logopeda para el problema de lectura principalmente durante dos años y medio pero llegó un momento que la mejora se estancó y no mejoraba más. El logopeda llegó a sospechar también de un problema de atención, por lo que reforzaron con otra sesión más a la semana (3 en total). Además, la niña recibía refuerzo escolar en matemáticas y lenguaje. Pero todo eso parecía no solucionar sus problemas.
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Hola Rosa
Al estar próximo a finalizar las sesiones, con esta carta sólo queríamos agradecerte el trabajo realizado con mi hija B. durante este año y pico de terapia que llevamos juntas.
Aunque parezca mentira, ahora, después de este tiempo transcurrido, cuesta creer que, cuando por casualidad vi tu página en internet, éramos unos padres desesperados con el rendimiento escolar de nuestra hija, una niña a la que desde su etapa en infantil empezaron a decirnos que tenía problemas de timidez, que era muy despistada, y que, en definitiva, presentaba una serie de problemas de aprendizaje: dificultades de lectura, de comprensión de textos, de comprender ordenes escritas, dificultades con las matemáticas, dificultades a la hora de copiar de la pizarra los textos en su cuaderno, de lateralidad, de espacio-tiempo...
Como padres, esto nos desconcertaba, porque veíamos que B. no era para nada una niña tímida, y que en casa a la hora de hacer sus tareas ella conseguía hacerlas y conseguía comprender y entender las cosas, y aprenderse las tablas, y las lecciones..., aunque dedicándole mucho tiempo, y con mucho esfuerzo (demasiado para una niña de su edad).
Además, lo que más nos desesperaba como padres no era ya el rendimiento académico (no todos los niños son iguales), sino la tremenda inseguridad que esto le había generado (siempre decía que no era igual que los demás niños, que todos eran más listos que ella), y esto es lo que más duele, ya que era una niña que no dejaba de esforzarse para hacer sus deberes, para entender las cosas, para estudiar..., aunque algo fallaba, ya que el esfuerzo que le dedicaba no tenía sus resultados.
Tras dos largos años de sesiones en un centro de logopedia para intentar corregir estas “dificultades de aprendizaje”, que a la larga no dieron los resultados esperados (sólo al principio un poco con la lectura), y después de una de las reuniones con la profesora de 3º de primaria, en la que por enésima vez me vino a decir las dificultades que tenía la niña, que era muy aplicada en clase, pero que sus resultados en los exámenes no eran nada buenos, que tendríamos que trabajar más en casa (¿Más? Las benditas horas que la pobre dedicaba en casa a estudiar, aparte de las consabidas sesiones de logopedia). Al llegar a casa esa tarde del mes de abril, volví a buscar en internet por enésima vez alguna manera de poder ayudar a mi hija y, por casualidad, encontré un artículo que Rosa había colgado sobre las dificultades que tenía un niño llamado Jorge y lo que le pasaba cuando iba a la revisión de un optometrista. Se me abrieron los ojos: lo mismo que describía esa madre, era lo que le pasaba a B. cuando íbamos de revisión al oculista: ella era incapaz de leer las letras que le ponían en el tablón para la revisión de los ojos, sólo conseguía leerlas cuando yo le marcaba la que tenía que leer (con el consiguiente enfado de la oculista que me decía que la niña “no colaboraba nada”).
Realmente no sabía si ésta sería la solución o no, pero cuando estas desesperado te agarras a un clavo ardiendo, y al ver tu página de Consciencia Visual, me pareció interesante y contacte contigo, sin saber ni siquiera hasta ese momento que existían los optometristas, y menos la optometría comportamental, ni para que servían.
Al principio, y tras la experiencia sufrida con las sesiones de logopedia, la verdad es que éramos un poco escépticos, no sabíamos si habríamos acertado o no al acudir a tu consulta, pero por intentarlo nada se perdía.
Le hiciste la revisión, nos distes el diagnóstico y con las primeras sesiones los resultados fueron alentadores, ya que coincidió con el final del curso y las notas mejoraron un poco, lo que animó mucho a B. Pasó el verano, seguimos con las sesiones (¡que duro es el verano para hacer los ejercicios!), y por fin nos enfrentamos a un nuevo curso, a 4º de primaria, con el miedo constante a repetir que tenía B. Nos costó un poco retomar el ritmo de estudios (la vuelta al cole después de las vacaciones de verano siempre es dura), y ya pensábamos que estábamos como siempre, hasta que al poco, las cosas cambiaron y el cambio que sufrió B. en los estudios fue tremendo, ya no sólo académicamente, en el que ha mejorado sustancialmente sus notas, si no a la hora de conseguir hacer los deberes SOLA (cosa que antes apenas lograba, siempre había que estar explicándole las órdenes, incluso las más sencillas, ya no se sí porque no las comprendía o por simple inseguridad), a la hora de estudiar y retener un texto (cosa que antes nos duraba muuuucho tiempo, se ha reducido en el tiempo y prácticamente lo hace ella sola), a la hora de hacer los exámenes, lo que le ha generado mucha confianza, y también, en la valoración que le han hecho en su actitudes y hábitos de aprendizaje: de evaluarla negativamente siempre en el interés por aprender, en el esfuerzo en sus tareas, en realizarlas correctamente y a tiempo y en necesitar ayuda para la hacer los ejercicios, a conseguir que en todo esto sea valorada positivamente. ¡Ah! y lo más importante: ahora ella ya no se considera diferente a los demás niños.
Esperemos que estos progresos perduren en el tiempo. Como te decíamos, sólo agradecerte lo logrado con nuestra hija, el trato cordial y amable que nos has dado, el dedicarle el tiempo que era necesario en cada sesión, sin estar pendiente del reloj, lo que se agradece muchísimo sobre todo en casos como el de estos niños, y por lo fácil que has hecho todo.
Muchas gracias.
Un saludo muy cordial.
La madre de B.
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Releeré 100.000 veces esta carta y las 100.000 veces se me saltarán las lágrimas.
La verdad es que estas tres historias que he mostrado en las últimas tres entradas han sido de los mejores pacientes que he tenido: respetaban las citas establecidas, hacían todo lo que les mandaba daba igual que fuera verano, navidades o estuvieran de exámenes. Siguieron mis pautas al pie d ela letra y el esfuerzo merecio la pena, dio sus frutos.
Así todo se hace más fácil y los resultados se ven antes.
Me encanta ayudar a los niños a hacerles las cosas más fáciles siempre que pueda, pero en casos como el de B. me sentía totalmente identificada con ella, y me alegró comprobar que TODAS las metas se consiguieron, no sólo las visuales, no sólo leer mejor o más rápido. Siendo más eficiente, su autoestima era mejor y eso es lo más importante en los niños.
MÁS INFORMACIÓN: http://www.conscienciavisual.com/
MI PROPIO TESTIMONIO
Por Rosa M. García Hernández
En las futuras entradas voy a publicar una serie de testimonios porque creo que siempre nos gusta oír las experiencias de otras personas cuando tenemos un problema y cómo han mejorado y han conseguido solucionarlo. Y porque aunque yo siempre intento explicarme de la manera más sencilla que puedo, no hay nada como leer algo escrito por una persona que ha pasado por ello con palabras más sencillas aún.
Para empezar, he querido contaros mi propio testimonio. Creo que de esta manera los padres cuyos hijos tienen problemas escolares, sabrán que yo puedeo entender por lo que están pasando, tanto ellos como sus hijos, porque yo lo he vivido en primera persona.
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No soy una madre preocupada por su hijo, ni una niña que cuenta sus dificultades. Soy una adulta que ha vivido con su problema durante 37 años y esta es mi historia.
La escribo porque sé que algún niño y algún padre se sentirá identificado con ella. Y si contándola puedo ayudar a alguien que está perdido y que no sabe lo que le ocurre, o mejor dicho por qué le ocurre lo que le ocurre, quizás después de leer esto lo entienda un poco mejor.
Espero que no os resulte muy largo...
Cuando yo era pequeña, mis notas eran bajas. Me inventaba excusas para no hacer los deberes, porque no me gustaba hacerlos. Durante los cuatro 4 primeros cursos de lo que antes era EGB (ahora EP) iba arrastrando un par de asignaturas y finalmente repetí 4º. Los profesores se lo habían recomendado a mis padres alegando que como yo nací en Diciembre era lo mejor para mí y ellos pensaron que si me lo recomendaban y “era bueno para mí”, habría que hacerlo si con ello seguía estudiando. Pero repetí 4º y aún estando con niños más pequeños que yo en edad cronológica, mi interés por los estudios seguía siendo bajo.
Por fin acabé EGB y en la reunión que tuvo el director del colegio con mis padres claramente descartó que yo siguiera estudiando. Mis padres le dijeron que querían meterme en un colegio de curas (¡¡con lo estrictos que son!!) para hacer lo que antes era BUP y COU, y horrorizado, el director les dijo que “yo no servía para estudiar”, que como mucho me apuntaran a FP (Formación Profesional), pero que si me metían en ese colegio, ¡¡FRACASARÍA SEGURO!!
Afortunadamente, esta vez mis padres no siguieron sus recomendaciones y confiaron en el potencial que no habían conseguido descubrir ni despertar en aquel colegio. Esto fue un claro ejemplo de una mala metodología de enseñanza y conocimiento nulo de psicología.
Continúo con mi historia.
Empecé BUP con el miedo que eso me conllevaba: un nuevo colegio, nuevos compañeros y nuevos profesores. Pero lo más importante: era un colegio de curas, por tanto un colegio de niños donde un par de años antes habían empezado a meter niñas también en las clases. Así, cuando yo llegué, sólo había 2 niñas más en mi clase. Tras conocerlas y ver que eran “niñas de sobresaliente”, ¡¡ENCONTRÉ MI MOTIVACIÓN!! Yo no podía ser menos que ellas, yo no podía “ser la tonta”. Siendo sólo 3 niñas, si mis notas eran malas, no habría “montón” donde perderme, destacaría por mis malas notas y no quería. Así que aunque mi esfuerzo era mucho mayor que el de los demás, mayor que el de mis compañeras, logré sacar sobresalientes como ellas. Eso me suponía estudiar hasta las tantas, quedarme dormida en la cama con el libro y la luz encendida,… pero el esfuerzo merecía la pena. Me sentía integrada. Ya no era “la tonta”. Nadie en el nuevo colegio conocía mi trayectoria académica anterior y no debían enterarse. Lógicamente algunas asignaturas se me daban peor que otras (matemáticas, física y química), pero aún así, tuve el coraje de meterme en la rama de ciencias y mantuve mis buenas notas.
Me gustaba el dibujo y no me quedaba otra salida. Sabía que le iba a tener que echar muchas horas en la carrera de Arquitectura pero no me importaba, era lo que quería hacer.
Desgraciadamente mi trayectoria en EGB bajó mucho mi calificación media, y ni Selectividad me permitió meterme en Arquitectura o Aparejadores :-(
Perdida, no sabía qué estudiar.
En mis elecciones recuerdo que puse Óptica y Trabajo Social, por rellenar huecos en la ficha, pero sin ninguna intención de estudiar esas carreras. Pues finalmente me dieron Óptica, nada que ver con mi sueño de dibujar.
Terminé mi carrera año a año con alguna matrícula de honor incluso. Pero cuando empecé a trabajar, estar “vendiendo y montando gafas” no me gustaba. Para eso no había estado estudiando 3 años de mi vida. Me planteé de nuevo entrar en Aparejadores, pero en mi vida entró por casualidad el mundillo en el que me encuentro metida actualmente. Conocí de la existencia de la “Terapia Visual”: especialidad que en la carrera (en aquel momento) ni comentaron por encima.
Según iba haciendo cursos me iba gustando más. Me apunté a un Máster en Optometría Funcional y Terapia Visual y tras unos cuantos años (10) trabajando, y ampliando más mi formación, aproveché un traslado de mi marido por trabajo a California (EEUU), para hacer otro Máster más especializado en Optometría Comportamental y Terapia Visual.
Fue allí donde descubrí la causa de mis problemas de aprendizaje y por qué todo me costaba más esfuerzo que a otros. Allí empecé a relacionarlo todo, empecé a identificar todas mis dificultades y empecé a ver cómo todas las piezas encajaban. Todo tenía un origen.
A mis 34 años descubrí de la manera más tonta, un día concreto, que uno de los reflejos primitivos (el Reflejo de Moro), no lo tenía integrado. Lo sospechaba, pero al estudiarlo años atrás y evaluármelo, no dio manifiesto, pero sin esperármelo dio la cara en un restaurante (ya contaré esta historia en otro momento cuando hable de los reflejos primitivos o infantiles). Mis sospechas se confirmaron y me di cuenta de que era el culpable de mis problemillas académicos sobre todo en las matemáticas, además de otros problemas en la personalidad.
Como veis terminé una carrera y dos máster de especialización, pero todo lo relacionado con los números o que tuviera relación con ellos (cantidades, volúmenes, espacio, orientaciones, distancias, tamaños, etc.), me suponía un esfuerzo adicional. Había leído años atrás el libro “El Don de la Dislexia” y me había sentido totalmente identificada con aquellos pacientes que el libro comentaba que cuentan con los dedos, evitan toda situación en la que tienen que hacer operaciones básicas de sumas, restas, divisiones o multiplicaciones, cuentan por debajo de una mesa para que nadie les vea usar los dedos, hacen que piensan que operan mientras otros se adelantan en sus cálculos... Operaciones básicas que se realizaban en EGB pero que en el instituto, ya no eran necesarias. El mundo de las calculadoras era una gran ventaja para mí. Las integrales y derivadas ya no me suponían ningún problema, y me permitieron sacar Matemáticas con sobresaliente. Sin embargo, en una prueba psicológica que nos hicieron en 3º de BUP, manifestaba (palabras textuales del informe) "tener una enorme laguna en el área de las matemáticas". Pero nadie dio importancia a esto “¡¡si saca sobresalientes!!"... Sólo yo sabía a qué se debía, las operaciones básicas que había tenido que hacer en la prueba eran más difíciles para mí que cualquier operación de cálculo o álgebra.
Pero a todos estos claros problemas de números, se une el hecho de tener ligeros problemas en mi lateralidad. Por un lado a nivel espacial: sobre todo cuando ejerzo de copiloto en el coche y le tengo que indicar a mi marido hacia dónde tiene que girar. Como él me dice: “¿Hacia la derecha o hacia TU derecha?” O cuando conduzco yo y tengo que calcular si un coche está muy lejos para poder adelantar, o para saber si mi coche cabe en un hueco para aparcar, o sencillamente hacia dónde tengo que girar el volante cuando maniobro marcha atrás…
Y por otro lado a nivel temporal: Aunque soy muy organizada, no sé qué le pasa a mi tiempo, pasa y no me doy cuenta; según mi marido, planifico muy mal mis tareas y mi tiempo, pero no consigo hacerlo mejor...
Muchos problemas que antes no relacionaba, en ese momento tenían explicación. Mi reflejo no integrado indicaba que mi cerebro no había madurado funcionalmente como en otros niños, y que ciertas habilidades y actividades que debían estar automatizadas y ejecutadas por ciertas áreas del Sistema Nervioso Central (”subordinados”), no lo estaban. Por ello necesitaba más tiempo para hacerlas porque era mi cerebro (“el jefe”) el que tenía que hacerlas de manera consciente, con el esfuerzo energético que ello supone. Esto me creó mis problemas de lateralidad y con ello mi discalculia (no dislexia).
Tras confirmar todas estas cosas, con todo lo que había estudiado, intenté integrarme el Reflejo de Moro que era lo que estaba causando todo, pero he descubierto que aunque se mejora y esa mejora es apreciable (más autoestima, menos miedo a los cambios, menos necesidad de controlar todo, menos negatividad, menos ansiedad, menos miedo a todo lo social, más relajación, etc.), en los adultos es más difícil eliminar esa causa y poder ayudarles.
Ahora pienso en aquel director que dijo que yo no servía para estudiar, y me gustaría que me viera ahora. Ahora que no dejo de estudiar durante TODOS LOS DÍAS DE MI VIDA.
Eso es lo que me ocurrió a mí.
Rosa García.
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Cuando yo era niña desgraciadamente se sabía poco sobre el desarrollo de los niños, sobre su estimulación, y que la etapa del gateo era muy importante en el desarrollo general del niño. Cuando un profesor veía que un niño no atendía en el colegio, sacaba malas notas o le costaba ciertas asignaturas, le mandaban repetir (creo que a día de hoy eso en muchos colegios sigue ocurriendo), y cuando aún así, supuestamente con un año superior al resto de sus compañeros, seguía sacando malas notas, sencillamente era catalogado de “niño vago que no le gusta estudiar”. Los profesores no se paraban o no se paran a pensar antes de hacer repetir a un niño POR QUÉ SE COMPORTA ASÍ, cuál es el motivo de su conducta: falta de motivación, falta de potencial, falta de estímulos adecuados, falta de desarrollo funcional,…
No sólo a mi edad, sino en la edad de nuestros padres y en la edad de nuestros niños de hoy en día, el problema sigue siendo el mismo: Básicamente estos niños suelen tener dos motivos a su bajo rendimiento escolar, Y MUY RARA VEZ ES DEBIDO A QUE EL NIÑO ES “TONTO” O “NO QUIERE ESFORZARSE”:
- Ese niño de hecho, se esfuerza más que cualquiera de sus compañeros que sacan buenas notas sin esfuerzo. Pero se cansan “de luchar” y llega un momento que tiran la toalla. No entienden por qué son diferentes, y peor aún, no saben lo que les hace diferentes. En algún momento de la vida de esos niños su desarrollo ha sido diferente, ha faltado cierta estimulación que ha hecho que “no funcionen bien”, ya sea a nivel visual, perceptual, auditivo, cognitivo, motor, neurológico, etc. Estos niños tienen un RETRASO MADURATIVO FUNCIONAL que les afecta al procesamiento de la información que llega del entorno. Ciertas áreas del cerebro no se ha desarrollado correctamente e impide que este funcione con eficacia. Si a estos niños no se les detecta este problema no se mueren por supuesto, pero su vida es un constante esfuerzo en lo que hacen, tanto de niños como en edad adulta. El cerebro de estos niños como defensa a este esfuerzo constante, crea un sinfín de estrategias para ayudarles a conseguir lo que otros consiguen sin esfuerzo. Podrán llegar a donde han llegado otros, pero con el doble, el triple,… de esfuerzo. El camino no es el mismo. Cuanto antes se les detecte su problema (LA CAUSA DE SUS PROBLEMAS), antes se les podrá ayudar para hacerles la vida más fácil. Tendrán más tiempo para jugar y para disfrutar su tiempo libre,… ¡¡Tendrán tiempo libre!!!
- Otro motivo es una estimulación inadecuada en clase y en su aprendizaje, pero de eso ya hablé en otras entradas y Sir Ken Robinson lo explica genial. La falta de motivación en mi caso fue lo que hizo que no me esforzara en EGB y pero tras encontrarla, esforzarme el resto de mi vida siempre ha merecido la pena.