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"The Artists: the search of the muses", una serie de la FOX sobre el G-10

Por Antoniodiaz

A través de un comunicado oficial remitido a la agencia EFE, All Sport Media, FOX entertainment, Radiolé y Simón Casas Productions han anunciado un acuerdo empresarial para grabar una serie televisiva sobre el G-10 taurino. Ya se habría filmado la primera temporada y aunque en la versión original el título es "The Artists: the search of the muses" ("Los artistas: la búsqueda de las musas") en España
se baraja que Digital Plus, dueña de los derechos, la anuncie como
"Una y no más, José Tomás".
La idea
La idea nació hace dos veranos, durante las vacaciones por tierras españolas del realizador árabe con pasaporte gaditano Hussein de Ubrique, que quedó prendado de ipso facto con la magia de artistas de la talla de Melody, los del Rio, Manzanares, Pitingo, Cayetano, el Arrebato, Morante de la Puebla o Andy y Lucas. Posteriormente, el cineasta, uno de los talentos más prometedores de la FOX, dedicó más de seis meses a indagar, desde los estudios de Ohio, Wisconsin, sobre la chulería y el flamenquismo español, haciendo hincapié en la figura, por antonomasia, que respeta a rajatabla esta descripción: el torero. Una vez recopilados todos los datos necesarios, en verano del año que recién acaba, una comitiva de productores, editores e investigadores recorrieron las entrañas de nuestro país, en busca del que sería nexo de unión entre las diferentes tramas de la serie: las musas. Una gran carrera de fondo que los llevó por Ronda, Pto. de Santa María o Cantalejo con escasa fortuna: en el pueblo malagueño dieron por musa a una vieja que estaba tomando el fresco y la secuestraron veinticuatro horas; en el Puerto robaron, sacrificaron e hicieron la ouija, para sonsacarle información, a una cabra rumana que bailaba reggaeton al son de un acordeón, y en Cantalejo perdieron una semana detrás de la pista de otra falsa musa, que resultó ser una enana del Gran Hermano y tertuliana de Intereconomía a tiempo parcial.
A falta de musas, el equipo de rodaje decidió dedicarse a conocer mejor a los protagonistas en busca de afinar lo mejor posible el casting. Según una filtración publicada en la red, el problema de la musa lo han arreglado con una voz en tercera persona. En cada capítulo, cada vez que un coleta sea llamado a la senda del arte, la voz en off de Constantino Romero saltará con un agitanao "amonó ahiií" o un "bieeeeeen, miarma" que en la versión anglosajona irán subtituladas con un "we go there" y un "weeeeeell, my soul".
El casting
En la megaproducción no se ha escatimado en gastos, siendo una de las que más expectación generará este 2012. Tras un arduo periodo de selección los actores elegidos son los mejores del firmamento hollywoodiense e ibérico, una mezcla explosiva, como un cubata de champán con un chorreón de anís del mono. 

Kevin Spacey será Ponce


Matt Damon como el Juli


El papel de Caye es para MA Silvestre


Fran Perea hará de Perera


Nicolas Cage es el Cid


Manzanares es cosa de Keanu Reeves


Rodolfo Sancho interpratará al Fandi


Antonio Banderas como Morante


Miliki borda a Choperita


Alejandro Noriega como Talavante


Javier Cámara interpretará a Matilla


Tom Selleck hará de Molés


 

Arturo Fdez. hará de Simón Casas

Pablo Pinedo lucirá a Mtnez. Erice


Abella es calcado por Tomy Lee Jones


 
El argumento
Es, sin duda, el tesoro mejor guardado de la serie y la verdad, rumorología aparte, es que las únicas palabras con aura de versión oficial son las pronunciadas por Hussein, que se limitó a comentar que la producción es una mezcla del Equipo A y los Soprano con los tintes almodovarianos de Aquí no hay quien viva y
Los Ladrones van a la oficina:
"Al igual que la banda de Hannibal Smith, cada lugar donde el G-10 pone la pata al cabo de unas horas aparece destrozado, en llamas, y aún así, como les pasaba a aquellos traidores americanos, los siguen contratando. Existen más símiles, como que también se desplazan en llamativas furgonetas y que a uno de sus líderes, el que más manda y menos trabaja, es habitual verlo con un puro en la boca. Su nivel de organización, que en principio quiere parecerse a los clanes mafiosos de New Jersey o Chicago, redunda, merced a la torpeza y avaricia propia del elemento hispano, en un ecosistema donde cohabitan  vividores folladores, niños de papá, rompetechos, espabilaos o trileros con corbata que se sumergen en mundos que van desde el frikismo tuitero hasta el clasicismo más gañán, pero siempre con la finalidad de un bien común: dar el sablazo."
Piloto
El primer capítulo, al que la crítica ha hincado ya el diente en el preestreno, calmará las ansias del personal. Empieza desde el segundo uno impactando y encadenando al televidente al sillón. Con un primer plano coppoliano que estremece, en lo negro del cielo de una neblinosa noche andaluza sobresale, como satanás, una espantosa cabeza de toro que te teletransporta mentalmente a un rancho texano. Se abre plano lentamente mientras el espectador se retuerce en la butaca y se devora las uñas. Bajo la cancela un grupo de hombres con mallas de ciclista, botos de Valverde, pasamontañas, sombrero de ala ancha, ataviados con el negro acechan a los demonios de la noche. Son ellos: el G-10. Acaban de dar las dos de la madrugada y su primera misión es cruzar antes de doce horas los prados de Zahariche, con objeto de llegar al cortijo a eso de mediodía para almorzar de gañote. Todo ello, claro está, que para eso son "los artistas", sin ver un pitón ni un miura que no sea colgado de la pared.
No les será fácil, el camino está lleno de trampas y la noche no ayuda. Tendrán que superar la bajada de tensión de Cayetano, producida por el viento de levante, tan bromista, que en uno de sus soplidos movió unas hojas y ¡zas! tío al suelo. A Enrique Ponce, que maniobra despegado y sin prisa, como siempre, deben de esperarlo cada dos por tres; en la formación, July abre paso en vanguardia, con el estoque presto a ejecutar el julipié, comunicándose por el pinganillo con Roberto Domínguez, que los vigila desde el helicóptero; el sistema nervioso central de Manzanares se debatió al borde del colapso cuando se le cayó el Iphone en una acequia, y al querer darlo de baja en el 1004 lo atendió una filosófica operadora ecuatoriana; a Talavante le da un ataque de inspiración y necesita de un par de chutes de epinefrina; Morante fuma y murmurea un rezo para que al final de la misión pueda volver a decir eso de "me encanta que los planes salgan bien"; Perera y Fandi pasan la noche discutiendo sobre tácticas militares: el extremeño piensa que en caso de salir un enemigo de la noche lo mejor es el encimismo, el cuerpo a cuerpo, las suertes supremas del martinete y el pase del péndulo, el de Granada es de la opinión que para estas batallas la mejor lucha es la italiana: el que más corre es el que gana...
Así transcurre la noche, hasta que a eso del amanecer, cuando no faltaban ni doscientos palmos de tierra para llegar al cortijo, un sardo rey de la casa, asoma la cresta por el mismo lugar donde está naciendo el sol. Aquí, el mejor consejo que se le pueda dar al espectador, ya fiel incondicional de "The artists", es que en la ortopedia más cercana se compre un par de garfios, pues sin darse cuenta, a estas alturas, que no son ni los cincuenta minutos del primer capitulo, ya no le quedan uñas ni falanges, sólo muñones. Y el de los tres pelos que se arranca, al galope, engallao y pegando cambayás, sin rectitud ni fijeza. El grupo no se disuelve, se quedan petrificados por el miedo, pasivos, al de los planes, que no se ha visto en otra, se le cae el puro al suelo. Cuando el garlopo estaba a menos de cinco metros de su diana, el tiempo se realentiza, los sonidos del campo, las cigarras, cencerros, el mitsubishi pajero y eso, se agravan, y aparece la voz entre ceremoniosa y cani de Constantino Romero, con la música del Serranito de fondo. El caso es que hace una invocación que no se entiende un carajo, no sé si porque intenta inventar un andaluz sobrecastellonizado o porque no será muy aficionado y cree que las musas son mezzosopranos tartajas. Al instante, con otro primer plano del burí muy conseguido, en el que se le veían hasta las amígdalas esas que segregan hormonas que impiden que un bicho desangrado no sufra, se ve como invade la jurisdicción de un torero del que no enfocan el rostro. Vuelve a entrar una musiquita acojonante, la de Psicosis cuando la escena del plato ducha, y en el momento en el que el plano vuelve a abrirse, para tranquilidad del espectador, el galán ha bajado la testa y está humillando, por derecho, haciendo el avión, a un Cid, que dicen que es al toreo lo que Doña Manolita a la lotería, y al que le vuelve a embestir otro toro, éste de Miura. La magia de la televisión. Acojonante.
El primer tranco de la historia de estos templarios guardianes del arte acaba, cómo no, con la jeta en pantalla de un Morante que, despuntando un nuevo Cohíba con los dientes, cobijado en el calorro y olor a fritaílla que ofrece una chimenea de otro cortijo conquistado, hace su proclama: "me encanta que los planes salgan bien".
En el próximo capítulo, el G-10 vuelve a Madrid y una vez allí se separa para trabajar en varios frentes. Unos intentarán secuestrar a Muñoz Infante; otros van a hacer lo posible por trucar con un gps de infrarrojos la romana de las Ventas y el Cid se dirige a frenar otra huelga que le montarán los necios por que le ha embestido un Miura. Los guionistas, con gran pericia, han dejado la muleta puestá y planchá en el hocico del abonado de butaca, al que no le queda otro remedio que embestirle al segundo episodio..
Y por ahí, entre los millones de fans que haya cosechado The Artist en un solo capitulo, habrá alguno que una vez apagada la pantalla, tome conciencia de que es un tieso que se ha tenido que bajar la serie de internet con el wifi que le roba al Bingo de debajo de casa, que los muñones le empiezan a escocer, que en su comunidad han instaurado el copago en sanidad y se va a tener que cauterizar las heridas en el fogón de casa, como en las películas del Oeste; que está en el paro desde hace dos años y que la única manera de ver a una figura del toreo es en la dichosa serie, pues el bolsillo no le da para beneficencias; cae tambien en que sus primos de Ourense, los rapaciños de la tia Balbina, no tienen ese problema, pues se lo han prohibido, como a los catalanes hace poco y a los asturianos dentro de nada; para echarse a llorar está cuando piensa que ninguno de los toreros por los que daría los muñones que le quedan están ya, salvo Fundi, que se licencia, y el Cid, al que no hacen justicia ni los guiris de la televisión.
Y comprueba tristemente que la realidad supera, por disparatada que sea, a la ficción.
Hasta en el día de los Inocentes.


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