La última vez que inspiré para coger aire, mis fosas nasales absorbieron planetas y satélites, asteroides y cometas, estrellas, novas y supernovas, constelaciones y galaxias enteras... todo el vasto Universo se concentró en mis dos agujeros negros. Cuando espiré a continuación todo regresó a lo que se conoce en la actualidad. Andando el tiempo el ser humano se ha vuelto cada vez más inteligente y curioso, hasta el punto de querer entender, explicar y cambiar su entorno. No obstante, su inteligencia no va a la par que su curiosidad y sabe menos de lo que quisiera saber.
Desde los filósofos hasta los científicos, todos se están afanando en comprender los arcanos de la existencia y hace un tiempo salió a la luz la teoría del Big Bang, una gran explosión primigenia. Han creado, incluso, una maquina a la que denominan Gran Colisionador de Hadrones, con la intención de recrear las condiciones iniciales del origen y formación del Universo. Bah... no se dan cuenta de que la cuestión es mucho más sencilla; inspirar y espirar, todo se reduce a eso.
Con todo, es encomiable el esfuerzo del ser humano pero, desafortunadamente para su investigación, apenas le queda tiempo. Hace ya eones de aquello y últimamente siento cómo me falta el aire. No sé hasta cuándo podré aguantar sin inspirar de nuevo. No quiero ni pensar lo que podría suceder si me diese por estornudar...Texto: Iñaki Goitia Lucas
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