Siempre me ha encantado esta frase atribuida a Claude Chabrol: La tontería es infinitamente más fascinante que la inteligencia. La inteligencia tiene un límite, la tontería no. Por otra parte, es innegable que con bastante frecuencia nos dejamos fascinar por personajes amorales, incorrectos e, incluso, psicópatas. Ya en su momento el padre de Sofia Coppola permitió que nos quedásemos embobados con la historia de una familia de origen italiana que se ganaba la vida asesinando, sobornando y haciendo mil y una barbaridades.
Está claro que la fascinación de Sofia no es tan universal como la de su padre. Ella se ha encargado de dinamitar su temprano éxito con Lost in translation mediante tres películas que casi son la misma: los que no perdonaron el retrato de una persona banal como María Antonieta tampoco pasaron por alto el deambular por un hotel de lujo de Stephen Dorff en Somewhere, más razones tendrán con The Bling Ring para acusar al cine de Coppola de vacío, esteticista y pijo. Sofia entrega su cabeza en bandeja sin pudor alguno. Y hace bien.
Otra cosa es que logre transmitirnos la fascinación hacia estos chiquillos de buena familia que se dedican a robar las casas de Paris Hilton, Miranda Kerr y Rachel Bilson simplemente porque les apetece. El hecho de que sepamos que la historia está basada en hechos reales no hace sino aumentar nuestro rechazo y antipatía hacia sus protagonistas de los que nunca sabemos demasiado. Coppola despoja a los chavales de cualquier trasfondo que nos haga comprender lo que hacen, llegando nosotros a la conclusión de que todo es fruto del aburrimiento. Sólo vislumbramos algo en la peculiar familia de Emma Watson, cuya madre no sabemos si se merece un abrazo o una patada en el culo.
Que un cineasta ponga su mirada fascinada hacia un hecho no quiere decir que comparta las consecuencias del mismo. Esto que parece tan claro puede no parecerlo viendo The Bling Ring: como sucedía en un documental del que hemos hablado recientemente, La Reina de Versalles, no hace falta que nos lancen una mirada moralista o inquisidora para que nosotros sepamos discernir que algo no está bien en una sociedad que vive tan de espaldas al mundo (impagables los momentos de Watson hablando de hacer trabajos de caridad).
Por desgracia, Sofia Coppola no da un salto que nos coloque The Bling Ring más allá de una interesante propuesta. Quizás podría haber dado un poco más de carne a sus personajes, ir algo más allá de las anécdotas. Pero es lo que tiene quedarte fascinado con tus criaturas. Que te olvidas de todo lo demás.