Revista Diario

The Lady in the Van: una disparatada historia

Por Luciapardo
 The Lady in the Van: una disparatada historia
Los medios de comunicación y, en este caso, el cine, son un medio estupendo para contribuir a desterrar mitos y estereotipos sobre el envejecimiento. 
Hoy quiero hablaros de la última película que he visto en el cine, cómica, disparatada, cuya moraleja es clara: cada persona es única y esconde una increíble historia de vida. Y digo increíble si, porque la experiencia de vida que cada uno tenemos es singular y diferente, lo que la hace increíble a ojos de los demás.
Se trata de una película británica titulada The Lady in the Van, que significa algo así como "la dama en la furgoneta". Cuenta una historia real, protagonizada por la señora Shepherd (Maggie Smith) y Alan Bennett (Alex Jennings).
The Lady in the Van: una disparatada historia
Alan Bennett es un dramaturgo británico que vive en una bonita calle de Londres, Gloucester Crescent. Cuando se muda allí, descubre una furgoneta en la que vive una disparatada y curiosa mujer que se hace llamar señorita Shepherd. En sus idas y venidas, esta mujer "acuerda" con Bennett aparcar su "vivienda" en el porche de su casa de forma temporal. Aunque, el tiempo pasó y terminó convirtiéndose en una estancia de 15 años. 
La película cuenta las peripecias del señor Bennett intentando descubrir la historia que esconde Shepherd, aunque no sin dificultad. La señora, "de edad indeterminada", oculta un secreto que no permitirá que sea descubierto, o si... 
En este proceso, vamos conociendo la historia de vida de la señora Shepherd, que aunque al principio parece inventada, dada su originalidad y extravagancia, resulta ser increíble. 
Esta experiencia de Alan Bennett con la señora Shepherd le llevó escribir una obra literaria, lo que acabó convirtiéndose, años más tarde, en esta película.
Os recomiendo que la veáis, representa de forma genial cómo las personas mayores, y de cualquier edad, podemos ser extremadamente diferentes. Las reglas, las normas, los estereotipos y los prejuicios no son extensibles a ningún grupo de edad, y menos al de las personas mayores. Teniendo en cuenta la larga vida que han tenido, resulta casi imposible pensar que puedan parecerse en algo entre ellas.
¡Os la recomiendo!

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