Sucedió hace ya treinta y siete años, cuando cinco inolvidables forajidos que respondían al nombre de “The Outlaws”, se presentaban ante el mundo dejándonos uno de los álbumes más espectaculares, emblemáticos e históricos que ha visto nacer el denominado “rock sureño” o “southern rock”. En cuanto llegue a tus oídos, de manera instantánea pasará a formar parte de esa colección a la que valoramos como “un disco para el recuerdo”.
Originarios de Tampa (Florida), los Outlaws se constituyen como grupo musical en 1972, siendo capitaneados por el guitarrista Hughie Thomasson, su miembro fundador. En 1990, abandona los Outlaws para unirse a los legendarios Lynyrd Skynyrd.
Por supuesto, haremos una mención sobre el personal que realizó esta obra, liderado por Hughie Thomasson (guitarra y voz), Henry Paul (guitarra y voz), Billy Jones (guitarra) el bajista Frank O’Keefe y Monte Yoho a la batería. Destacar el excelente trío de guitarras y especialmente al gran Hughie Thomasson, un genial músico, que se situó como un pilar fundamental dentro de los Outlaws, siendo responsable del éxito de la formación y autor de una buena parte de sus mejores composiciones.
Centrándonos en el álbum, fue producido por el afamado Paul A. Rotchild, también recordado por sus trabajos con los Doors. Primero de su discografía, se publicó en 1975 por el sello “Arista Records”. Esta casa discográfica, la fundó Clive Davis, célebre productor que consiguió atrapar en Arista Records a artistas de la talla de Grateful Dead, Aretha Franklin o Patti Smith. Como dato curioso, este disco homónimo de los Outlaws fue el primero lanzado para Arista Records.
Incluyendo diez pistas, abre el LP con uno de sus hits más memorables “There goes another love song”, en dónde podremos apreciar todo el sentimiento sureño y su característico sonido, que lo invade en su totalidad. Siguen con un glorioso “Song for you”, una de sus canciones más populares, en la que sobresalen unas espléndidas guitarras acompañadas de unas perfectas armonías vocales, al igual que la magnífica “Song of the breeze”.
Llegará una emotiva balada “If follows from your heart”, para pasar a los ritmos frenéticos de “Cry No More”. Con el gran instrumental “Waterhole” y sus toques country, emprenderemos un maravilloso viaje por el “viejo oeste”… Ya no te dejarán escapar, gracias al pegadizo estribillo de “Stay with me”, continuando con el aire sureño de un alegre “Keep prayin’”, y nuevamente nos transportarán por los designios del country, reflejado en “Knoxville girl”.Y que mejor forma de poner punto y final a un disco absolutamente brillante, que con un soberbio “Green Grass And High Tides”, clásico entre clásicos del rock y canción insignia de los Outlaws. A sus épicos diez minutos de duración lo envuelven unas extraordinarias guitarras y lo consideramos un “temazo” de dimensiones desproporcionadas. Nunca querrás que llegue a su fin…
Así concluye esta aventura musical de los Outlaws, cariñosamente apodados “The Florida Guitar Army” quizás fueron merecedores de mucho más reconocimiento por parte de la crítica. Y como ya es costumbre, una de las leyes de este humilde blog, es rescatar del olvido a los que tanto han hecho por la música.
Una vez más y desafortunadamente, la ciudad del rock and roll se quedaba sin tres de sus estrellas. En 1995 el bajista Frank O’Keefe y el guitarrista Billy Jones nos dejaban para siempre y en 2007, Hughie Thomasson fallece de un ataque al corazón. Pero estos carismáticos músicos “fuera de la ley” no se fueron, sin antes elevar todavía más el rock a la categoría de arte.
A nuestro juicio, los Outlaws se consagraron como una de las bandas que realizaron uno de los últimos sacrificios por el rock en la década heroica de este género. Muy poco tiempo después, la escena musical cambiaba radicalmente, los sintetizadores y la música de baile predominarían en el día a día de la sociedad…
Dios salve al rock and roll.