“The road” (La carretera) – Camino sin fin

Satisfecho tiene que estar Cormac McCarthy, con la adaptación que de su novela ha hecho para el cine John Hillcoat. Y satisfecha con la película me he sentido yo, cuando por fin he podido ver plasmado en imágenes, el que considero uno de los mejores libros que leí el pasado año. El tiempo de espera para su estreno, ha merecido la pena.

Pero el que “The road” haya colmado mis expectativas, no quiere decir que colme las de todos los que vayan a verla. Como el libro tampoco habrá colmado las de los que buscaran una historia de acción y entretenimiento en un mundo apocalíptico, porque McCarthy, describe un mundo y unos personajes mucho más cercanos a lo que realmente nos encontraríamos en un post-Apocalipsis, y en el no entran mutantes descerebrados, ni aparatosos enfrentamientos sangrientos, sino seres humanos desesperados por sobrevivir, por que, al fin y al cabo, la vida es lo único que el ser humano posee, y aunque el entorno le sea hostil, lucha siempre por conservarla.

No hace falta ni en la novela, ni en la película, que se nos describa lo que ocurrió para que el mundo quedara convertido en el despojo que podemos ver ya en los primeros fotogramas. La imaginación de cada uno, ayudada por puntuales flashback, puede darle forma a lo que desencadenó el holocausto, pero eso es lo de menos, y en donde realmente tenemos que centrarnos es en la historia que se despliega ante nosotros: la de un hombre y su hijo caminando por una interminable carretera…

La tierra está embarrada y cenicienta, los árboles son esqueletos que amenazan, más que custodian, los flancos del camino. No hay un rayo de sol que mitigue los rigores de un frío helador y perpetuo. No se escucha el rebullir de ningún insecto entre las calcinadas hierbas, ni hay aves surcando el espacio. Sólo la lluvia se abre paso en el cielo de ese mundo gris…

Esos dos seres, de los que no conoceremos sus nombres, porque simplemente sólo son dos supervivientes de la especie humana, se mueven lentamente en ese basurero en el que se ha convertido la tierra. Harapientos y siempre hambrientos, escarban en busca de comida en donde otros supervivientes escarbaron antes, y eluden el encuentro con otros seres humanos, porque, en ese mundo, hombres posiblemente ya depredadores en el anterior, se han convertido en caníbales.

El fugaz y dramático encuentro con estos, nos mostrará el coraje que un hombre corriente y bueno, puede desarrollar para defender la vida de su hijo, porque de su propia vida se trata.

La historia nos cuenta eso. Su hijo, su cachorro, es la prolongación de su vida, y lo ama y lo protege para que el pueda seguir adelante. Es la semilla que quedará de su paso por el mundo aún cuando el no esté.  La que casi todos dejamos…

Su viaje tiene una meta: llegar al mar. Era el deseo de la madre que veremos en cortas secuencias. Una madre que ante el desesperanzado futuro que se abre ante ellos, tira la toalla y elige morir.

El mundo apocalíptico no es muy diferente a nuestro mundo, y nos encontramos con los mismos seres. Los que sólo quieren sobrevivir por sus propios medios aunque todo esté en contra, los depredadores, que saldrán adelante a costa de lo que sea, y los que ante las dificultades, se achican, y no pueden enfrentarse a ellas.

Lo que nos contó Cormac McCarthy en su novela es duro, y dura es la película. No da concesiones, ni tan siquiera en su final, que a algunos puede llevar a engaño.

La atmósfera del film, creada sobre todo por la magnífica fotografía con patina gris plomizo de Javier Aguirresarobe nos involucra de inmediato en los avatares cotidianos de los personajes. Magníficas también las localizaciones de exteriores.

La música, compuesta por Nick Cave, en ningún momento se apodera de la imagen, pero envuelve con sus melancólicos acordes las casi siempre sobrecogedoras escenas.

Sobrio y excelente, Viggo Mortensen en su papel de padre, y también apreciable la interpretación de Kodi Smit-McPhee, como su hijo. Charlize Theron, en sus cortas apariciones cumple con su cometido. También en un corto pero puntual papel, veremos llenando la pantalla al veterano Robert Duval.

Un buen trabajo de dirección corona este film no recomendable a los que busquen tan sólo entretenimiento. No van a encontrar ningún parecido con “Soy leyenda”, por poner un ejemplo. Si que gustará a todo el que busque algo más en una película. Y no me atrevo a decir que la disfrutará, porque la palabra “disfrutar” no casa con su dramático argumento. No se disfruta, se aprecia. Cine excelente.

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Swanson