Gracias a esa relación, Sally pudo asistir a distintas sesiones de grabación de los más importantes artistas de la época estableciendo contactos que le permitieron grabar algunas maquetas hasta llegar al disco que comentamos hoy: un dúo con su hermano Michael, de apenas 15 años entonces, en el que contaron con la ayuda de músicos de Pentangle, la banda de folk liderada por John Renbourn.
A pesar de las ilustres compañías que frecuentaba Sally, el disco de Sallyangie, que es el nombre que adoptó el dúo, estaba compuesto en su integridad por los dos hermanos. Se trataba de una colección de canciones de aire “folkie”, con tintes “hippies” que se reflejaban también en la forma de vestir de ambos artistas, especialmente de la hermana mayor. El trabajo llevó el título de “Children of the Sun” y pasó desapercibido en su momento, algo comprensible porque su interés, tomado por sí solo, es bastante limitado. Con el tiempo, el disco fue reeditado con una importante novedad que consistía en varias “demos” grabadas por el joven Michael a la guitarra acompañadas por algunos singles del propio disco. Junto a los hermanos, que cantan y tocan la guitarra, intervienen en “Children of the Sun” el miembro de Pentangle, Terry Cox (percusión) y el músico de sesiones del sello Transatlantic, Ray Warleigh (flauta). David Palmer, quien años más tarde sería miembro de Jethro Tull, se encarga de los arreglos de cuerda que suenan en algunas piezas.
The Sallyangie. ¿Reconocéis a alguien?
El disco comienza con la inocencia extrema de “Strangers” en la que la voz de Sally, aún temblorosa es la protagonista de una pieza brevísima sin mucha trascendencia. En “Lady Mary”, el pequeño Michael tiene más presencia cantando tanto como su hermana y no limitándose a los coros como en la pieza anterior. Llega inmediatamente el corte que da título al álbum, “Childen of the Sun”, más interesante que los dos anteriores por la interprtación de Michael a la guitarra y por una Sally que añade a su voz algunos matices que no aparecían en los cortes precedentes. El dúo vocal entre ambos hermanos es bastante inspirado y curiosamente, aunque la que hizo carrera posterior como vocalista fue ella, creemos que Michael muestra una técnica mucho más afinada en toda la pieza. “A Lover for All Seasons” es la siguiente pieza del disco. Comienza de forma muy enérgica antes de volver a las armonías vocales que siguen sonando bien en algunos momentos y tremendamente primerizas en otros. La forma de tocar la guitarra de Michael deja entrever una rabia que afloraría también más tarde en su carrera en solitario. Seguimos con “River Song”, una de las mejores melodías del disco en la que se despliega una fuerza que no está muy presente en el resto del trabajo.
“Banquet on the Water” vuelve a los aires bucólicos y pastoriles. Un tema de corte claramente infantil es lo siguiente que suena en el disco bajo el título de “Balloons”. Una canción con aire de cajita de música, recurso que unos años más tarde recuperaría Michael en uno de sus trabajos más recordados. En los instantes finales, al herencia celta de los hermanos se deja entrever en un pasaje a base de cantos onomatopéyicos que precede a una improvisación del joven Michael a la guitarra sobre un tema de Johann Sebastian Bach. Algo más atrás, hacia el medievo, retroceden nuestros artistas en “Midsummer Night's Happening” tema en el que juegan con temas de aire renacentista y juegos contrapuntísticos de gran belleza. “Love on Ice Crystals” vuelve a las baladas “folkies”, tan abundantes en el disco. Algunos efectos de estudio sobre la voz de Sally son de lo poco destacable de una pieza correcta pero sin demasiada profundidad. Michael toma algunos riesgos en el boceto de apenas unos segundos que es “Changing Colours” antes de pasar a “Chameleon”, otra bonita canción en la que lo más interesante es el dúo vocal de ambos hermanos. “Milk Bottle” es otra anécdota en clave de “blues” que no sobrepasa los 30 segundos de duración y nos lleva a “The Murder of the Children of San Francisco”, una de las mejores canciones del trabajo, con reminiscencias de The Animals o, más remotamente, de Cream. Aparecen ahora en la reedición en CD dos cortes que no formaban parte del LP original: “Twilight Song” y “The Song of the Healer” antes de cerrar el trabajo como lo hacía el disco de 1969, con un “reprise” de “Strangers”.
Comentábamos anteriormente que lo más interesante del disco aparecía en las reediciones modernas del mismo en forma de CD doble. Como extras podemos encontrar en ellas una serie de temas de los que hablaremos a continuación. Hasta ahora, no parece que se trate de un disco de especial relevancia pero podemos entender mejor su aparición en el blog centrándonos en la figura del pequeño Michael, la mitad masculina del dúo. Para la mayoría de los lectores, no existirá ninguna sorpresa con respecto a su identidad pero puede que quede algún despistado que no relacione los nombres de Sally Patricia, Michael Gordon y Terence, el tercer hermano que citábamos al principio aunque no participase en el disco, con ningún apellido conocido. De haberlo hecho, muchos habrían reparado en la coincidencia con los “nom-de-guerre” de los miembros de una célebre familia musical de apellido Oldfield.
En el CD adicional que acompaña a las reediciones modernas de “The Children of the Sun” encontramos versiones alternativas a las del disco como “Children of the Sun (minus intro)”, un par de singles de aire pop aparecidos tiempo después (“Colours of the World” / “Two Ships” en 1970 y “Child of Allah” / “Lady Go Lightly” en 1973) y tres demos interpretadas por Mike Oldfield a la guitarra. Tres improvisaciones grabadas por un músico de 15 años en las que podemos escuchar ideas y conceptos que años más tarde aparecerían en algunos de los discos más innovadores que hemos escuchado nunca. Y ya estaban aquí, en 1968, interpretadas por un adolescente:
“Mrs.Moon and the Thatched Shop” - La primera pieza, interpretada como todas las que aquí aparecen a la guitarra acústica, nos muestra a un músico muy diestro ya en el uso del instrumento y capaz de crear texturas y pasajes sonoros muy similares a los que escucharíamos unos añitos después en “Tubular Bells” o “Ommadawn”. A lo largo de los seis minutos que dura el tema asistimos a la exposición de diferentes motivos melódicos, cambios bruscos de ritmo y una complejidad en cuanto a la estructura poco habitual en una joven de esa edad que, además, está improvisando.
“Branches” - De las tres “demos” que aquí aparecen, esta es sin duda la que más puede impresionar al seguidor habitual de Mike Oldfield por cuanto hay en ella pasajes enteros que serían rescatados por el artista en algunos discos clásicos muchos años después. Por ejemplo, tras unos primeros instantes reconocemos al instante un par de momentos fundamentales de esa obra maestra que se llamó “Amarok” (1991). Poco después, tras unos minutos de frenético desempeño volvemos a escuchar otro fragmento rescatado en el mismo trabajo. El final transcurre entre retazos de “blues” y motivos tradicionales.
“A Sad Song for Rosie” - La tercera y última “demo” comienza con una de las más recordadas melodías de “Ommadawn” (1975) demostrando que el nivel de inspiración del Oldfield quinceañaero iba muy por delante de sus posibilidades de plasmarlo convenientemente en aquellos momentos. Existen otras grabaciones de la época en las que Oldfiels anticipa momentos de otros trabajos como “Platinum” (1979) pero no se incluyen aquí.
Si sois seguidores de Mike Oldfield, este disco no debería faltar en vuestra discoteca, aunque sólo fuera por un interés “arqueológico”. De otro modo, quizá estemos hablando de un trabajo menor y sin demasiado interés. Nosotros estamos en el primer grupo por lo que no podemos dejar de recomendar este “Children of the Sun”.